El escritor, economista y sociólogo inglés (1.741-1829), Arthur Young, expresó su concepto sobre la propiedad en su obra Travels in France con la siguientes frases: “Dad a un hombre la segura propiedad de una pelada roca, y la convertirá en un jardín; dadle, por el contrario, en arriendo de diez años, un jardín y lo convertirá en un desierto…la magia de la propiedad trueca la arena en oro”. Es cierto que desde el Derecho Romano el tema ha venido siendo controvertido, especialmente por las doctrinas comunistas, partidarias de suprimir la propiedad privada y que los bienes de la tierra se conviertan en comunales; sin embargo, tal como deja explícito el pensamiento de Young, cuando la propiedad se quiere repartir entre muchos, dado que los bienes materiales son limitados y no todos hacen el buen uso que quedaba enunciado en el derecho civil romano mediante aquel famoso aforismo jurídico “ Ius utende, fruendi et abutendi res sua”. Si bien el ius abutendi o facultad de disponer de la cosa sin límites se debía matizar si con ello se producían perjuicios a la sociedad; de aquí la definición del derecho de propiedad como: “ius utendi, fruendi, vel not abutendi” que, con diversas precisiones y modificaciones para adaptarla a los tiempos, ha seguido vigente hasta nuestros días.
Quizá, debido a los abusos que, a través de los tiempos, han hecho de sus bienes, especialmente los inmuebles, los grandes terratenientes y el abuso y explotación que se hacía de los siervos que se ocupaban de la labranza y el cuidado de las tierras propiedad de los nobles, caciques, castellanos, señores feudales y los mismos reyes, durante la Edad Media; se empezó a crear una conciencia de clase en la que los explotados cultivaron aquella especie de que “las tierras deberían pertenecer a aquellos que las cultivaban”. Sin embargo, los experimentos de la segmentación de las propiedades en pequeñas parcelas cultivables, entregadas a los trabajadores de la tierra para que las cultivaran, nunca han dado beneficios y, por el contrario, han impedido la posibilidad de una explotación racional e intensiva como requieren, hoy en día, el cultivo de ciertos cereales y otros productos agrícolas, para atender las necesidades cada vez más imperiosas de la demanda, conjugada con la necesidad de que la explotación agrícola sea rentable para quienes la ejercitan.
Sin embargo, dejando aparte la época siniestra del comunismo maximalista de la Unión Soviética y de las purgas de millones de personas, por la simple sospecha de que no comulgaran con las ideas totalitarias del régimen, impuestas por personajes tan funestos, como fueron Lenín, Bakunin, Troski, Kerenski o Stalin; y situándonos en la actualidad política de nuestros países, tendremos que reconocer que, pasada la resaca del derrumbe del famoso Muro de Berlín y la subsiguiente caída del régimen soviético en Rusia y todos los países que estaban detrás del “telón de acero”; parece que hemos entrado en una nueva época prerrevolucionaria; no basada tanto en la miseria, hambrunas, injusticias, humillaciones o discriminaciones, que dieron lugar a las revoluciones sociales de finales del siglo XIX y principios del XX, sino en otro tipo de ambiciones, menos justificables, a cargo de detractores de la actual sociedad democrática; grupos encabezados por activistas profesionales, a las órdenes de intereses espurios, que han buscado el apoyo de los eternos descontentos, los progresistas y los antisistema a los que, gustosamente, se les han unido esta fauna de la farándula, los famosos “ de la ceja”, que apoyaron al señor ZP y que, más tarde, cuando todo su proyecto fracasó, se han unido al gremio de “fracasados” aquellos que han preferido vivir a cargo de sus familias, sin dar un palo al agua pero exigiendo “sus derechos” a recibir su parte del pastel que se han ganado aquellos que, con su esfuerzo, trabajo, dedicación y sacrificio, se lo han sabido ganar legítimamente.
Al parecer, existen grupos que intentan reescribir el famoso cuento de la “Cigarra y la Hormiga” cambiando el rol de cada uno de los personajes, de modo que, el esfuerzo de la trabajadora hymenoptera acabe favoreciendo a la gandula homóptera, por el simple hecho de que haya sido incapaz de trabajar para ganarse el sustento que ahora exige de la hormiga. En muchas ocasiones hemos tenido la tentación de averiguar quién maneja, en realidad, los hilos que organizan, reúnen, financian y dirigen a todos estos grupos subversivos que, oportunamente, en los momentos cruciales, renacen de la nada para intentar sacar provecho de los gobiernos débiles, ahorrándose el conseguir su legitimación de los ciudadanos pasando, previamente, por el veredicto de las urnas.
Es evidente que, ante la gran debacle de los socialistas, frente a las perspectivas de que un gobierno, mayoritario, del PP se haga cargo de España; aquellos que sólo creen en el régimen democrático cuando favorece a sus propios intereses, están empezando a organizarse para, tan pronto como se produzca el previsible cambio de gobierno, comenzar a actuar en las calles que, como ya han demostrado los entrañables cachorros de ETA en el País Vasco con sus Kale Borroka, es donde pueden demostrar su pericia en destrozar todo lo que quede a su alcance y aterrorizar a la ciudadanía. Un simple desalojo, amparado por la Ley, de un local juvenil de Kukutcha ha provocado una reacción en cadena que, no por esperada, haya resultado menos sorprendente. Los energúmenos han volcado 650 contenedores de basura (57 quemados) y han quemado cinco coches particulares, causando desperfectos de consideración en otros 50, entre otras salvajadas, en la ciudad vasca de Bilbao; según noticias del Ayuntamiento de la capital. Se han detenido, por la Ertzaintza, a 31 personas involucradas en la algarada. Como suele ocurrir en dichos casos, la incapacidad del Estado para castigar semejantes acciones; el miedo a las consecuencias de una actitud enérgica y una legislación penal excesivamente benevolente con los jóvenes, impedirán que los culpables reciban su merecido y, ya verán ustedes como, en 48 horas, todos ellos estarán en la calle dispuestos a comenzar de nuevo sus actividades delictivas.
Todos estos corpúsculos coinciden en estar en contra de la propiedad privada, ¿recuerdan a aquella ministra socialista que decía que el “dinero público no es de nadie”? Grandes protestas contra los empresarios ( el motor económico del país) grandes gritos en contra de los bancos ( el motor financiero de la nación) grandes insultos y diatribas en contra de los ricos, sin distinguir entre aquellos que han sudado la camiseta para alcanzar su buena posición, para que, con su trabajo, hayan sido capaces de crear cientos de miles de puestos de trabajo; de aquellos, los especuladores, que sólo deben su riqueza a su habilidad para aprovecharse de los resquicios de las leyes. Una posición tan simplista como la de estos recientes ocupantes de las calles, los llamados del 15M, sólo puede calar en personas desconocedoras de cómo se crea riqueza en un país, ignorantes de que no existe más que un método para avanzar hacia el bienestar del pueblo consistente en trabajo, trabajo y trabajo; eso sí, acompañado de esfuerzo, conocimientos y sacrificio. El pretender que tumbados en una hamaca, mirando las nubes pasar por sobre nuestra cabeza y esperando que sean los otros quienes atiendan a nuestras necesidades, señores no es más que un sueño de ilusos. O esta es, señores, mi forma de pensar al respecto.
Miguel Massanet Bosch
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