José Oneto (Publicado en Republica.com, aquí)
“El líder del PSOE soy yo”. Con esta afirmación, el candidato socialista a las elecciones del 20 de noviembre, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha querido marcar distancias con el secretario general del Partido, Jose Luis Rodríguez Zapatero, y también con el Presidente del Gobierno al declarar que los principales errores de estos años de gobierno socialista han sido no pinchar con tiempo la burbuja inmobiliaria y no afrontar mucho antes la reforma del sistema financiero.
Aunque el candidato ha dicho que no va a renegar de haber sido ministro de Zapatero ni de la labor de sus dos gobiernos, sí ha comenzado a marcar distancias con el Presidente y secretario general, el principal causante de la actual situación crítica en la que se encuentra el PSOE y de la que le va a ser muy difícil salir, según reflejan todas las encuestas, especialmente las publicadas este fin de semana por los periódicos ‘El País’ y ‘La Razón’.
En esos dos sondeos, la diferencia oscila entre 14 puntos (El País), muy cerca de la mayoría absoluta y 16 puntos (La Razón), este último muy superior a la mayoría absoluta ya que colocaría al PP dentro de un horquilla de entre 183-186 diputado y al PSOE en uno de los peores resultados de su historia.
En ambas encuestas, no se refleja ese “efecto Rubalcaba” que la semana pasada publicitó el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) y que habría influido, según sus datos, en un descenso en la diferencia entre socialistas y populares en algo mas de tres puntos hasta situar al PP siete puntos por delante del PSOE.
Esa gran diferencia que reflejan todos los sondeos va a obligar a Rubalcaba a marcar distancias con quien todos consideran el principal culpable del hundimiento del PSOE. Un presidente del Gobierno que durante mucho tiempo se negó a reconocer la crisis, que reaccionó tarde y sin convicción y que, por último, se echó en brazos del directorio europeo, del Fondo Monetario Internacional y de los mercados, para tomar una serie de medidas que no solo iban en contra del programa electoral con el que había llegado al poder, sino en contra de muchos de los derechos sociales y de los postulados que han sido considerados como banderas históricas del socialismo.
Aunque Rubalcaba ha declarado que no va a renunciar a lo que ha hecho durante estos años, si va a querer marcar su discurso dirigiendo su mirada hacia la izquierda para intentar recuperar todo el daño que ha hecho un Zapatero que, por otra parte , si bien ha tirado la toalla y no ha tenido más remedio que adelantar las elecciones, se niega, por el momento a una retirada definitiva, conservando su puesto de secretario general del partido para dirigir todo el proceso que se inició con la convocatoria fracasada de primarias y con la elección como candidato de Rubalcaba.
De ahí que el propio Rubalcaba haya tenido que recordar publicamente que, en estos momentos, el líder del PSOE es él. Zapatero quiere seguir controlando hasta el final la sucesión y se ignora si Rubalcaba, ante una previsible fracaso electoral en noviembre, va a ser el sucesor de Zapatero en la secretaria general del partido o, por el contrario, ese puesto esta reservado para Carme Chacón tras su decisión, en cierto modo “obligada”, de no participar en las primarias para que el nombramiento de Rubalcaba se produjese por aclamación del Comité Federal.
Es decir que por ahora Zapatero no se va. Se despidió en el ultimo debate sobre el estado de la Nación, Anunció su despedida con tiempo, ya que hasta el 26 de septiembre no disolverá las Cámaras, y una vez conocidos los resultados electorales después del 20-N , todavía estará ahí para decidir cuando se va de secretario general del partido y quién le sucederá.
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