para que España pueda permanecer dentro del euro, se han de hacer reformas profundas en el mercado laboral, porque el sistema actual no es compatible con la pertenencia en el euro
Mattias Lundback, un economista del prestigioso think-tank sueco Ratio Institute, en una reciente Reunión Internacional en Estudios Políticos celebrada en Estoril (Portugal), en la que se trataba del futuro del Estado del Bienestar; habló sobre la experiencia sueca y también trató de diversos puntos que, sin duda, serían muy útiles para la economía de nuestro país. Uno de los temas a los que se refirió en su disertación, cuando le preguntaron: “A la luz de la experiencia de las economías de su entorno, ¿qué lecciones deberían aprender los políticos españoles?” La respuesta del economista fue taxativa: “Nuestra experiencia es que el estado debería ser duro con los propietarios de las instituciones financieras. Si un banco no puede sobrevivir por sus medios, no tiene cabida en una economía de mercado. Deberían reorganizarse y vender, lo que implica que los propietarios de bancos e instituciones financieras pierdan dinero”. Al hablar del mercado laboral puso el ejemplo de países que, como Letonia, Lituania y Estonia, “han tenido una rápida recuperación después de la crisis que, por cierto, fue mucho más profunda que en España. Van bien encaminados, han mejorado sus exportaciones y han conseguido controlar sus déficits. La diferencia con España es que tienen un mercado laboral muy flexible y han hecho importantes recortes de gasto”.
La conclusión es que, para que España pueda permanecer dentro del euro, se han de hacer reformas profundas en el mercado laboral, porque el sistema actual no es compatible con la pertenencia en el euro, incluso bajo circunstancias normales, mucho menos en las actuales. Sin querer convertir lo anecdótico en categoría, resulta curioso que la mayoría de los analistas hayan coincidido en los errores garrafales cometidos por nuestro Gobierno y en lo perjudicial que ha sido su empecinamiento en no querer admitir la crisis y lo erróneo de su falta de cintura cuando la recesión nos golpeó con toda su intensidad. Los parches han sido la práctica corriente de nuestro Ejecutivo que siempre ha actuado a toro pasado, sin que haya sido capaz de poner en marcha una política preventiva de reducción del gasto público, de ayudas a las empresas, de control del tamaño de la administración y reducción de empresas públicas, que se han constituido en uno de los semilleros de empleos destinados a aquellos que forman parte de la parafernalia socialista.
Les invito a recordar cuáles fueron los primeros pasos del Ejecutivo cuando, por fin, se percataron de que lo de la crisis no era una imaginación y que nuestra burbuja inmobiliaria se estaba desplomando sin remedio. Entonces, los primeros con los que se reunió el señor Zapatero fue con los banqueros y, entre ellos, con el señor Botín uno de sus apoyos. No sabemos lo que se discutió en aquel conciliábulo, pero sí conocemos sus efectos. Un oleada de 50.000 millones de euros fueron destinados a avalar a todas aquellas entidades que, precisamente, habían sido las causantes de aquel boom hipotecario, al que ahora se debía hacer frente debido a que la crisis había producido la caída vertical del mercado inmobiliario, la falta de créditos ahogaba a las constructoras y los impagos acabaron por poner en aprietos a aquellos que se habían excedido en asumir riesgos. Como dice el señor Lundback, “los bancos insolventes no tenían cabida en una economía de mercado” y, modestamente, este articulista ya dejó constancia en sus escritos en los que compartía esta opinión. Es posible que lo de Lehman Brothers fuera un golpe muy fuerte para aquellos que tenían invertido dinero en sus bonos (entre los que, desgraciadamente, me encontraba); sin embargo, el dejar que cayera tenía un componente de ejemplaridad que hubiera puesto en alarma al resto de entidades crediticias que hubieran tenido que cortar por lo sano. No se quisieron garantizar las imposiciones de los inversores y se prefirió apalancar a los bancos y cajas que no habían sabido actuar con sensatez se hubieran desmoronado. Un grave error.
La realidad es que, el pasar del tiempo, ha venido demostrando que el coste que ha representado para el Tesoro Público, el endeudamiento al que se ha visto precisado a acudir y la cantidad que se ha requerido para mantener a muchos bancos y cajas, que habían demostrado su incompetencia y que se les debiera de haber permitido que quebraran, pidiendo responsabilidades penales y civiles a sus responsables. La realidad es que, muchos de aquellos equipos directivos, siguen en sus puestos, cobrando cantidades astronómicas y perciben sustanciosos bonus, como si ninguna responsabilidad les cupiera por su gestión anterior. Bancos y Cajas favorecidos por el FROB, a cargo de los impuestos de los ciudadanos, mientras tenemos a personas en paro que ya no perciben compensación alguna o, cuando miles de personas tienen que acudir a los comedores de Cáritas, porque sus pensiones (congeladas) no les alcanzan para poder vivir.
Resulta cómico que, al señor Rubalcaba, no se le ocurra un recurso mejor al que recurrir para promocionarse como candidato a la presidencia del gobierno, que proponer la desaparición de las Diputaciones, con lo que afirma ahorrar 1.000 millones de euros; cuando las cantidades con las que han tenido que contribuir a arreglar el desaguisado financiero se cuentan por cientos de miles de millones de euros. Seguramente, ahora no tiene en cuenta que ello pondría en la calle a varios miles de funcionarios, algo que hace sólo unos meses parecía preocuparle mucho. Causa pena, estupor, decepción y congoja pensar que, un aspirante a presidente por un partido político, parece como si permaneciera indiferente a las dificultades económicas por las que estamos pasando, por los vaivenes de las bolsas, por las peripecias de nuestra deuda pública y por la evidencia constatada de que, a medida que transcurren los meses, no parece que el paro consiga erradicarse ni que las empresas den signos de reactivación o que los bancos abran la espita de los créditos.
Eso sí, continúan intentando desprestigiar al PP, siguen en sus políticas de golpes bajos e intentan asegurarse los puestos de trabajo para cuando pierdan los que, actualmente, ocupan. Han negado la evidencia de que las cuentas de los municipios y de las comunidades autónomas –que han estado ocupando hasta que los perdieron a consecuencia de las elecciones del 22M – esconden sorpresas desagradables que están surgiendo a la luz a medida que, las reclamaciones de los acreedores y las investigaciones de los expertos, van progresando. Ahora, cuando Europa nos aprieta y a consecuencia de una exigencia de la señora Merkel y el señor Zarkozy directamente hecha al señor Zapatero, se quiere, antes de que disuelvan las Cortes, modificar la Constitución para permitir que se establezcan techos de gasto a las autonomías, lo que, como era de esperar, ha puesto en pie de guerra a CIU y al PNV, que ya se curan la herida antes de que se produzca, pensando que, con ello, sus facultades de endeudarse hasta donde les pareciera, van a quedar definitivamente suprimidas. Sin embargo, si se tiene en cuenta el despilfarro autonómico y la evidencia de que, en Catalunya, en 8 años han triplicado la cifra de organismos públicos, parece que no queda otra solución si es que pretendemos salir, algún día, de esta situación que, como vemos, se ha convertido en algo insostenible. O, señores, así es como me lo parece a mí.
Miguel Massanet Bosch
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