Es posible que lo sensato, en medio de todo, sería pensar que este voto de oro que ha salvado al gobierno de Rodriguez Zapatero del caos que hubiera significado, para el país, el hecho de que el Parlamento español hubiera rechazado el programa de austeridad que se presentó para su ratificación. Sin embargo, a ojos del simple ciudadano, de aquel que ve de lejos la política y a los políticos pero que, no obstante, es el destinatario directo de todas la resoluciones, acertadas o no, que toman aquellos que nos gobiernan; pudiera no resultar tan diáfano ni tan favorable para España como para el resto de Europa comunitaria y los mercados bursátiles, parece que lo ha sido. No olvidemos que a ellos les importamos un bledo y, si estaban todos pendientes de la ratificación del programa gubernamental español, no sería tanto por creer que, con su aprobación, se va a solucionar el déficit español, vaya a disminuir el desempleo, con el que encabezamos el ranquing europeo de desocupados, o sea el remedio adecuado para que, nuestras empresas, adquieran confianza y se lancen a invertir para producir más; sino, más bien, por el efecto psicológico que hubiera producido un rechazo del Parlamento al plan presentado por el Gobierno que, evidentemente, se hubiera interpretado, no como una objeción a las medidas específicas adoptadas por ZP para intentar disminuir el gasto público ( qué, en realidad, unánimemente, se han considerado como inapropiadas y perjudiciales para las clases más débiles), sino que se hubiera valorado como la oposición del pueblo español a apretarse el cinturón y a seguir las pautas fijadas desde Bruselas y las corporaciones financieras que hoy rigen los destinos económicos de la UE.
Los doctos “entendidos”, los habituales asistentes a las tertulias radiofónicas o televisivas; aquellos que no se pierden la posibilidad de aparecer ante las pantallas y los miles de “especialistas” que presumen de conocer lo que piensan los ciudadanos y hablan ex–cátedra de lo que le conviene al país y de lo que no; en estos momento hayan puesto la faz severa de la “sabiduría” y nos digan que hay que hacer piña, que hay que apoyar al Gobierno, porque esto es hacer “patria” y que el contrariar a ZP y sus camanduleros no es lo que conviene a España para salir del atasco en el que nos han metido. Sin embargo, algunos pensamos que muchos de los que nos quieren convertir en conejillos de indias para los experimentos de este loco que nos gobierna, y que ha sido el principal causante de que la crisis nos haya perjudicado el doble que a los otros países de nuestro entorno, es posible que no tengan nada a perder en este envite; es más que probable que sus puestos de trabajo estén asegurados en unos momentos de vacas gordas para ellos, debido a la cantidad de noticias que manejan y los artículos que pueden publicar en los medios de comunicación, de los que viven espléndidamente. Pero otra cosa es posible que piensen los que están en paro, los que reciben pensiones del Estado, los funcionarios mileuristas, los contribuyentes en general, las viudas, los autónomos, los que tienen su empleo pendiente de un hilo o los que han visto como desaparecían sus ahorros que tenían depositados en fondos de inversión o en cualquier otra variedad de inversiones mobiliarias o inmobiliarias.
Es posible que haya alguien que, incluso, pudiera pensar que es mejor morir de un golpe rápido que prolongar innecesariamente una larga agonía que el mismo enfermo sabe que no va a hacer más que prolongar inútilmente sus padecimientos. No hay duda de que, para el euro y para los países de Europa que han hecho sus deberes, el hecho de que España, una de las potencias de la CE, estuviera amenazando con seguir el camino de Grecia los tenía en vilo. Sabían, positivamente, que una quiebra de nuestra nación era lo mismo que enviar al garete a la moneda comunitaria y darle un hachazo definitivo a los proyectos económicos de toda la UE. Saben también, que estamos en manos de un sujeto que es el mayor ignorante en temas económicos y que sólo se rige por impulsos electorales y por el afán de no dejarse descabalgar del poder. Lo que es posible que ignoren es que, este sujeto, no escucha a nadie ni a sus asesores, ni a sus ministros y, por supuesto, a los continuos avisos que va recibiendo de los partidos de la oposición. También pude que lo sepan y no les importe demasiado siempre que, de ahora en adelante, no mueva pieza sin que ellos se lo autoricen. ¿Es esto bueno para España? pues no señores, no lo es. Y no lo es, por la sencilla razón de que existen muchos países de la CE que han sido competidores nuestros en los mercados, muchos que, en el fondo, desearían poder dejarnos caer al abismo, para quitarse de encima a molestos contrincantes con los que rifarse los mercados de todo el mundo.
Verán ustedes, el que el señor Durán de CIU le haya echado un capote a ZP ya basta para que los ciudadanos nos pongamos en guardia. Este caballero se ha enfadado cuando los bancos socialistas del Parlamento le han aplaudido, porque con esta imprudente acción los sectarios socialistas seguramente le han puesto en un brete y, de paso a CIU. Hay algunos partidos que están medrando por el simple procedimiento de chantajear al gobierno de ZP. Lo han hecho en el pasado y, en esta ocasión, lo han continuado haciendo; por ello, si fuera del señor Montilla tendría la mosca detrás de la oreja. ¿Por qué el señor Durán ha dado de plazo al Ejecutivo hasta noviembre? Simplemente, porque ahora no les interesa que se convoquen elecciones anticipadas por el efecto que pudieran tener en sus opciones a ganar las elecciones autonómicas, que tenemos en puertas. Sería más que probable que ZP haya tenido que sacrificar a Montilla en Catalunya, para evitar que CIU le hubiera provocado una catástrofe en el Parlamento lo que, sin duda, lo hubiera abocado a convocar elecciones anticipadas o a coaligarse para formar un gobierno de salvación nacional. Ninguna de las dos opciones anteriores le sirven a Zapatero, porque sabe que las encuestas le son, en la actualidad, muy desfavorables y no desea compartir gobierno.
Pero el darle oxígeno a ZP tiene graves peligros, si tenemos en cuenta la situación de la banca y las cajas. El Banco de España ya ha advertido de que los precios de los pisos caerán un 40% y el del suelo en un 50%. Seguimos teniendo casi 700.000 pisos y, algo peor, de lo que ya hablamos en otras ocasiones: el Banco de España va a exigir que los balances de los bancos y cajas reflejen la realidad de su situación. Ya se sabe que dichas entidades se han tenido que quedar, por impago de créditos e hipotecas, una gran cantidad de inmuebles, que tenían valorados según los precios de hace tres o cuatro años. Estas valoraciones del inmovilizado no se han adaptado a la realidad actual, por lo cual resulta que los balances están supervalorados y esconden una bomba de relojería que, en cualquier momento, puede explotar. Tres años de inflar el crédito ha comportado una enorme cantidad de deudas para los bancos, deudas que ascienden a 445.000 millones de euros en préstamos a constructoras y 652.000 millones de euros en hipotecas; El Banco de España quiere que las cuentas de los bancos y cajas reflejen la depreciación de los inmuebles y, por otra parte, los créditos de dudoso cobro ( cuando haya impagos de hipotecas, por ejemplo), que, hasta ahora el Banco tenía 6 años para “provisionar” el crédito; a partir de las nuevas normas emitidas por el Banco emisor, las provisiones deberán materializarse en los 12 meses posteriores a la incidencia del impago. ¿Nos creeremos a la Salgado cuando habla de un sistema financiero español “absolutamente solvente”? Así vamos de engaño en engaño. Pero Europa ahora vigila.
Miguel Massanet Bosch
Últimos comentarios