Los pueblos en liza por albergar el cementerio de residuos radiactivos se encuentran ante una difícil disyuntiva: ¿priman la política y recogen el sentimiento adverso de sus conciudadanos -como Bernuy, Campo de San Pedro y Fresno- o, como Yebra, ponen por delante la cuantiosa inyección económica que supondrá albergar los desechos más radiactivos del país? ¿Qué vía escogerá Ascó?

En Ascó están acostumbrados a convivir con dos centrales nucleares y las próximas, en Vandellós / EFE
Protesta multitudinaria, ayer en Ascó / EFE
En el pueblo de Yebra, en Guadalajara, discrepan entre los beneficios económicos y los perjuicios a la salud / JAIME GARCÍA
En Campo de San Pedro triunfó el «no» vecinal / EFE
(Publicado en ABC, aquí)
En un platillo de la balanza, es un «salvavidas» económico. El almacén temporal centralizado (ATC), que ya se ha dado a conocer como el cementerio nuclear que albergará 7.000 toneladas de combustible de las centrales nucleares españolas y unos 1.900 metros cúbicos de residuos procedentes del desmantelamiento de las plantas del país, supondrá la inyección directa de entre seis y diez millones de euros al año para el pueblo que se ofrezca «voluntario» a acogerlo. Por no hablar de que creará 300 empleos directos, con picos de 500. En el otro platillo de la balanza empujan la presión política y vecinal. Con las elecciones municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina, algunos partidos han considerado que decir «amén» a un almacén cuyos efectos sanitarios y en la seguridad no tienen claro y están bajo sospecha -pese a que los expertos aseguran que la gestión se centralizará, se hará a través de cápsulas de acero y se ganará en seguridad- conllevaría echarse encima a los vecinos.
Pueblos en lizaTres pueblos segovianos, Bermuy de Porreros, Fresno de Cantespino y Campo de San Pedro, que se postulaban como posibles candidatos a ser sede de la instalación industrial, han optado por primar el segundo platillo, han considerado que todas las ventajas económicas del ATC componen un regalo envenenado y se han autodescalificado de la carrera. Tras la polémica enconada que protagonizó esta Comunidad Autónoma a costa de la planta burgalesa de Santa María de Garoña -cuyo fin será en 2013, según la fecha de caducidad que ha fijado el Gobierno y que entrañó un agrio debate entre los detractores y los afines de esta fuente de energía-, esta vez han tomado buena nota de las movilizaciones ciudadanas y se han dejado «vencer» por el «no» mayoritario de sus conciudadanos.
Por el contrario, Yebra, un municipio en la provincia de Guadalajara y con regidor popular, ha hecho caso omiso a las protestas vecinales y en un Pleno caracterizado por la tensión y con tintes casi de revuelta popular -el Ayuntamiento permaneció durante horas tomado por las fuerzas del orden- se postuló como el primer candidato oficial para acoger el cementerio de los residuos radiactivos de alta actividad. La «algarada» le ha servido al alcalde Juan Pedro Sánchez para que su partido le abra un expediente informativo en pro de averiguar por qué se saltó a la torera las órdenes de la presidenta del PP en Castilla-La Mancha, a la sazón secretaria general del partido nacional, María Dolores de Cospedal. Pese a que el PP preconiza el uso de la energía nuclear para combatir la «dependencia energética» que tiene España, la «número dos» del partido de Rajoy declaró que «Castilla-La Mancha ya ha hecho suficiente por lo nuclear en España», albergando diferentes centrales, como la de Trillo, también en Guadalajara.
Aparte de que los partidos sacudan sus propios demonios internos por el espinoso debate nuclear, más de uno tendrá que limpiar aspiraciones municipales, al menos hasta que venza el próximo 30 de enero el plazo para presentar candidaturas ante el Ejecutivo y competir por tener en sus tierras el cementerio nuclear. Hasta esa fecha pueden saltar más sorpresas en pueblos que necesiten aumentar su poder adquisitivo y vean en el ATC una posibilidad sólida para conseguirlo (aunque no goce del crédito popular), a pesar de que el Gobierno no tomará su decisión final hasta abril.
De momento, mañana todas las miradas estarán enfocadas hacia el pueblo tarraconense de Ascó, cuyo alcalde, el convergente Rafael Vidal, también se ha tomado la necesidad económica por su mano y, aunque pesa sobre él una posible suspensión de militancia comunicada públicamente por su formación política, considera «coherente» que un pueblo como el suyo que ya cuenta con centrales nucleares, disfrute de los beneficios que puede dar el ATC. Este pueblo vive hoy una situación contradictoria, puesto que mientras tiene a representantes de la comarca encerrados como fórmula de protesta en la sede del Consejo Comarcal de la Ribera del Ebro, sus balcones amanecieron ayer con pancartas que vindicaban atraer el cementerio hasta su término municipal.
De hecho, los que no quieren el cementerio en sus tierras alegan, en tesis contraria a la de su alcalde, que ya les toca convivir con dos centrales nucleares -además de las otras dos de Vandellós, a corta distancia-, sobre las que no han tenido capacidad de decisión. Ahora sí la quieren tener. Mañana se votará en Pleno la candidatura de un pueblo acostumbrado a pintar una chimenea en sus fotografías. Veremos qué ocurre, aunque previendo el resultado favorable al ATC, como el de Yebra, organizaciones ecologistas como Greenpeace y vecinales ya han promovido una gran manifestación el miércoles en la Plaza de Sant Jaume de Barcelona.
Entrará en funcionamiento en 2015
Pueblos en lizaTres pueblos segovianos, Bermuy de Porreros, Fresno de Cantespino y Campo de San Pedro, que se postulaban como posibles candidatos a ser sede de la instalación industrial, han optado por primar el segundo platillo, han considerado que todas las ventajas económicas del ATC componen un regalo envenenado y se han autodescalificado de la carrera. Tras la polémica enconada que protagonizó esta Comunidad Autónoma a costa de la planta burgalesa de Santa María de Garoña -cuyo fin será en 2013, según la fecha de caducidad que ha fijado el Gobierno y que entrañó un agrio debate entre los detractores y los afines de esta fuente de energía-, esta vez han tomado buena nota de las movilizaciones ciudadanas y se han dejado «vencer» por el «no» mayoritario de sus conciudadanos.
Por el contrario, Yebra, un municipio en la provincia de Guadalajara y con regidor popular, ha hecho caso omiso a las protestas vecinales y en un Pleno caracterizado por la tensión y con tintes casi de revuelta popular -el Ayuntamiento permaneció durante horas tomado por las fuerzas del orden- se postuló como el primer candidato oficial para acoger el cementerio de los residuos radiactivos de alta actividad. La «algarada» le ha servido al alcalde Juan Pedro Sánchez para que su partido le abra un expediente informativo en pro de averiguar por qué se saltó a la torera las órdenes de la presidenta del PP en Castilla-La Mancha, a la sazón secretaria general del partido nacional, María Dolores de Cospedal. Pese a que el PP preconiza el uso de la energía nuclear para combatir la «dependencia energética» que tiene España, la «número dos» del partido de Rajoy declaró que «Castilla-La Mancha ya ha hecho suficiente por lo nuclear en España», albergando diferentes centrales, como la de Trillo, también en Guadalajara.
Aparte de que los partidos sacudan sus propios demonios internos por el espinoso debate nuclear, más de uno tendrá que limpiar aspiraciones municipales, al menos hasta que venza el próximo 30 de enero el plazo para presentar candidaturas ante el Ejecutivo y competir por tener en sus tierras el cementerio nuclear. Hasta esa fecha pueden saltar más sorpresas en pueblos que necesiten aumentar su poder adquisitivo y vean en el ATC una posibilidad sólida para conseguirlo (aunque no goce del crédito popular), a pesar de que el Gobierno no tomará su decisión final hasta abril.
De momento, mañana todas las miradas estarán enfocadas hacia el pueblo tarraconense de Ascó, cuyo alcalde, el convergente Rafael Vidal, también se ha tomado la necesidad económica por su mano y, aunque pesa sobre él una posible suspensión de militancia comunicada públicamente por su formación política, considera «coherente» que un pueblo como el suyo que ya cuenta con centrales nucleares, disfrute de los beneficios que puede dar el ATC. Este pueblo vive hoy una situación contradictoria, puesto que mientras tiene a representantes de la comarca encerrados como fórmula de protesta en la sede del Consejo Comarcal de la Ribera del Ebro, sus balcones amanecieron ayer con pancartas que vindicaban atraer el cementerio hasta su término municipal.

Yebra se ha presentado oficialmente / JAIME GARCÍA
De hecho, los que no quieren el cementerio en sus tierras alegan, en tesis contraria a la de su alcalde, que ya les toca convivir con dos centrales nucleares -además de las otras dos de Vandellós, a corta distancia-, sobre las que no han tenido capacidad de decisión. Ahora sí la quieren tener. Mañana se votará en Pleno la candidatura de un pueblo acostumbrado a pintar una chimenea en sus fotografías. Veremos qué ocurre, aunque previendo el resultado favorable al ATC, como el de Yebra, organizaciones ecologistas como Greenpeace y vecinales ya han promovido una gran manifestación el miércoles en la Plaza de Sant Jaume de Barcelona.
Entrará en funcionamiento en 2015
Se prevé que la instalación industrial, que podría entrar en funcionamiento durante el año 2015, ocupe 25 hectáreas, de las que13 se destinarán al almacén nuclear y 12 a un centro tecnológico y vivero de empresas. En pleno estallido de la polémica, la empresa que gestionará el ATC, la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), tercia señalando que este tipo de almacén es la solución que se ha adoptado en la mayoría de países desarrollados, que es una «instalación pasiva», que no produce energía, ni se dan en ella reacciones nucleares, informa Efe. Por ello, contesta a los detractores de esta instalación que «no es contaminante», y «no produce gases, ni humos, ni procesos químicos». Las mismas fuentes de Enresa han explicado que los residuos llegarán al ATC en contenedores homologados para el transporte y su proceso de descarga será absolutamente seguro, a través de cápsulas de acero, donde podrán permanecer 60 años.
Para Enresa, España debe afrontar la gestión de sus residuos radiactivos de alta actividad al igual que en su día lo hizo con los de baja y media (procedentes de hospitales, de centros de investigación, de la industria o de las propias centrales nucleares), que ya se almacenan en el primer depósito, el de El Cabril, existente en la localidad cordobesa de Hornachuelos.
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