Poco a poco salen a relucir las estrategias de los partidos políticos en cuanto a la nueva ley comúnmente conocida como “la del aborto” y que se camufla bajo el rimbombante título de “defensa de la salud sexual de las mujeres” como si, el parir, fuera algo insólito en las hembras y se pudiera hacer una distinción respecto a la salud de las madres en función de si el embarazo ha sido buscado por los padres o se ha producido, como antes se definía de una forma algo chusca, como “de gol” o “goleada”, según fuera la condición y receptividad de la embarazada. Sólo los más ingenuos pueden pensar que el PSOE, tan poco dado a rectificar sus posturas, parece que está dispuesto a dar un paso atrás con respecto al, recientemente, aprobado por el Consejo de Ministros, proyecto de ley para regular el aborto en sustitución de la hasta ahora vigente que, como todos sabemos, comprendía sólo tres causas excepcionales para que se permitiera abortar: la enfermedad de la madre, las malformaciones del feto y la violación. Nadie, medianamente sensato y, a la vista de los resultados de las tres excepciones establecidas en la vigente ley, puede pensar que éstas hayan sido, en la práctica, nada más que una burda tapadera para dejar que, a través de ellas ( especialmente de la enfermedad de la madre), se fueran colando miles y miles de “infanticidios” sin que, ni por parte del Gobierno ni de las clínicas dedicadas a este sangriento oficio, se hayan llevado a cabo los mínimos controles para comprobar la veracidad de las causas alegadas por las madres para someterse a semejantes intervenciones abortivas.
Los números de abortos oficialmente registrados sobrepasan, en nuestro país, los 100.000 por año y esto sin que se sepan aquellos otros practicados de matute por médicos o clínicas clandestinas que, posiblemente, pueden igualar las cifras oficiales.
Lo cierto es que, los promotores de la ley se han quedado sorprendidos ante la reacción de una parte importante de la población que, ya fuere manifestándose en la calle o mediante escritos a la prensa o, también, a través de otros medios de comunicación; han demostrado su rechazo frontal a este tipo de prácticas que, por mucho que intenten desmentirlo los que apoyan el aborto, no son más que un atentado contra la vida de un ser humano, que tiene sin duda el derecho, como cualquiera de los ciudadanos de un país, a la vida desde su concepción hasta el momento de su nacimiento; derecho que debiera ser protegido por la sociedad y garantizado por el Estado en virtud de lo dispuesto en nuestra Constitución de 1978. Y no sólo desde el punto de vista de la moral y la ética, sino también desde el mismo Derecho Natural como medio de supervivencia para la perpetuación de la especie humana.
Así pues, como decía al principio, es evidente que el PSOE, conocedor del impacto que una ley tan extrema causaría en la sociedad española, trazó su plan para sacar adelante su proyecto de despenalización del aborto. Sabía, seguramente, que iba a tener que enfrentarse a fuertes presiones por parte de un sector de la sociedad contrario a las prácticas abortivas y, también sabía que, con ello, se le daba munición al partido de la oposición, el PP, para, si no por convicción moral o ética, al menos para sacar rédito electoral, se opondría para intentar aprovechar la oportunidad de desgastar al Gobierno. Hay que decir que, la postura del PP, en esta materia ha sido poco clara, escurridiza y equívoca, faltándole la firmeza que muchos hubiéramos deseado ver en su posicionamiento ante tan delicada materia. Está visto que el señor Rajoy, no desea enfrentarse a un sector de la población que, por las razones que fueren, no está totalmente en desacuerdo con el hecho de que, en determinados supuestos, se pueda llevar a cabo lo que, eufemísticamente, se sigue llamando “interrupción del embarazo” usándose un término inapropiado para el hecho, puesto que no se trata de “interrumpir” el embarazo, sino que lo que se busca es eliminar al feto, con lo cual no existe posibilidad alguna de que bajo ninguna circunstancia se pudiera reanudar.
Ahora se habla de que el Gobierno “cederá”. Cederá en lo que, a mi entender, era sólo el cebo para que picara el PP o sea, en aquella facultad establecida en la ley que permitía a la madre de 16 años tomar la decisión de abortar por si sola y sin comunicarlo a sus padres o tutores..Por supuesto que esto significaba adelantar la mayoría de edad, al menos en estos casos, de los 18 a los 16 años; lo que entrañaba importantes problemas jurídicos a la hora de determinar responsabilidades penales. Es obvio que, al menos de unos meses a esta parte, se ha querido hacer hincapié en este tema, dejando un poco apartado el hecho de que el feto fuera masacrado siendo un ser viviente. Una hábil jugada del PSOE que, primero, le facilitaba al PP la posibilidad de poder escurrir el bulto “dignamente” obviando, al menos de momento, de la controversia; justificándose con la coartada de haber sido él quien consiguiera que el Gobierno cediera en lo de la necesidad de informar a padres o tutores; una condición, por otra parte. marginal, puesto que, en definitiva, la función de estas personas se reduciría a aconsejar pero no a impedir que se consumara el sacrificio del feto; en segundo lugar mostraba un talante negociador frente a la intransigencia de los que se oponían al aborto y, finalmente, le permitía cargar contra la Iglesia católica por ignorar los supuestos derechos de la madre a decidir sobre su cuerpo, como vienen reclamando las feministas recalcitrantes desde hace años.
Pero, señores, no nos dejemos engañar por trucos políticos, ni perdamos de vista al personaje principal de este drama que, sin duda, es el embrión humano, el cigoto concebido por el padre y la madre, que contiene en sí todos los recursos físicos y biológicos para irse desarrollando (no olvidemos que a las 14 semanas ya tiene forma humana y a las 22 está completamente formado, sólo que en miniatura) transformándose, en el vientre de su madre, si es que ésta se comporta como tal y no como una depravada que consiente en que le maten al hijo en su seno; en una criatura apta para vivir en esta sociedad que, en ocasiones, da la sensación de haber perdido su facultad de raciocinio y sus cualidades éticas y morales para convertirse en la más insensible y descastada bestia que nunca pudiera poblar este planeta en el que vivimos.
Y lo más curioso de esta campaña a favor del supuesto “derecho” de la mujer a abortar, se está manifestando, precisamente, en el mismo seno del PSOE donde, como es natural, existen multitud de afiliados que comparten muchas de las doctrinas sociales de su partido pero, como nos ocurre a los de derechas con respecto al PP, están en desacuerdo con el hecho de que se frivolice con una cuestión de tanta trascendencia como es jugar con la vida de un ser humano, sólo por encubrir un desliz amoroso o para evitar la incomodidad de tener que ocuparse de los efectos de un embarazo no deseado. Existen otros medios menos traumáticos para esas madres jóvenes que no quieren hacerse cargo de sus hijos, como es la posibilidad de darlos en adopción; con lo que se remedia el ansia de muchos padres que, por mucho que lo intentan no consiguen que la naturaleza les de un vástago. ¡Cuidado pues, con caer en la trampa y permitir que el Becerro de Oro representado por la condición de que la menor de 18 años tenga que consultar a sus padres, nos haga olvidar que, lo primordial, es velar por el infeliz ser que lleva en sus entrañas!
Miguel Massanet Bosch
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