(Publicado en ABC, aquí)
«Lo de los pactos de geometría variable está bien... si sabes qué quieres. Porque si no, el tacticismo, la urgencia de no perder votaciones te hace perder el norte. Y un día acabas subiendo los impuestos con unos a las doce del mediodía y te desdices seis horas después». Es el diagnóstico de un veterano diputado del PSOE, de los cinco que han accedido a reflexionar para ABC sobre lo sucedido el martes en el Congreso. Tan sólo uno de los consultados cree que el episodio fue más «anécdota» que categoría.
El partido gobernante, con 169 escaños, negociaba esa mañana de martes a dos bandas (CiU e IU-IC) para salvar la votación del techo de gasto presupuestario dos días más tarde. Y, de pronto, el portavoz, José Antonio Alonso, el secretario general, Eduardo Madina, y el portavoz de la Comisión de Presupuestos, Francisco Fernández Marugán, asisten estupefactos al anuncio de acuerdo por parte del diputado de Iniciativa per Catalunya Joan Herrera. Lejos de desmentirle, le ratifican registrando con el membrete del Grupo Socialista la enmienda transaccional que acaba de anunciar Herrera.
El problema no era que, a cambio, los diputados Gaspar Llamazares y el propio Herrera sólo aceptaran abstenerse en el techo de gasto (los socialistas luego justificarían su marcha atrás en que IU se resistió al «sí»). El problema era que, a cambio, la coalición de izquierdas se adjudicaba nada menos que el protagonismo de una subida de impuestos directos y el Gobierno aparecía a los ojos de todo el mundo a rebufo de los acontecimientos. Cómo sería el asunto que ni el propio parlamentario de Iniciativa se lo creía. De hecho, Herrera comentó en privado que le estaban dando «más» de lo que pedía.
Cierto es que una moción no cambia leyes por sí misma, pero, como dice uno de los consultados por ABC, «eso en economía no vale. El efecto de lo que anuncias se descuenta ya en la sociedad y en los mercados internacionales». «Y no podemos seguir apareciendo como unos novatos cinco años después de llegar al poder», recalca con amargura otro diputado haciéndose eco de una evidencia.
Emisoras de radio, televisiones y web estuvieron seis horas anunciando para 2010: progresividad para la aplicación del cheque-bebé de 2.500 euros y de la deducción general de los 400, incremento del 23 al 45 por ciento en la fiscalidad para profesionales y futbolistas extranjeros en España, y una subida del IRPF para «los ricos».
«Nos falta un relato»
CiU no daba crédito. Un competidor en Cataluña (IC) intentando «robarle la cartera». La formación que ha dominado la política catalana en los últimos treinta años se veía abocada a apoyar -con la abstención que en ese momento negociaba con el Ministerio de Economía-, un presupuesto en las antípodas de su política fiscal. De modo que los teléfonos echaron humo entre CiU y las vicepresidentas primera y segunda, María Teresa Fernández de la Vega y Elena Salgado. Por lo menos hasta que el presupuesto salvara el techo de gasto, CiU no podía avalar eso. Lo que haga luego el Ejecutivo en la tramitación de otoño es cosa suya. De hecho, no descarta la subida fiscal, pero con otros modos y maneras.
«Como en los accidentes aéreos, ahí hubo de todo», ironiza un parlamentario del ala de la izquierda del Grupo Socialista. A Herrera le pudo la ansiedad del anuncio, reconoce esa fuente. Tampoco el PSOE esperaba la reacción de CiU -«eso es no conocerles», añade otro diputado con cuatrienios-. Alguien del Grupo Socialista, del Gobierno o de ambos cree, ingenuamente, que el acuerdo con IC sobre aumento de presión fiscal ya no va a modificar la intención convergente de abstenerse en el techo de gasto...
«Buscar explicaciones a posteriori está muy bien, pero, insisto, no nos alivia». «Nos falta relato», añade este parlamentario. «Si tú tienes un relato coherente que ofrecer a los medios de comunicación y a la sociedad, por ejemplo, sobre la necesidad de subir impuestos para hacer frente al gasto social, hazlo. Y si no puedes porque necesitas imperiosamente la abstención de CiU al techo de gasto, pues no lo hagas. Pero es que el relato de Herrera es coherente: él anuncia un acuerdo de subida fiscal, con moción o con lo que sea, después de que Salgado y los que no son Salgado se hartaran en las últimas semanas de insinuar la subida».
Uno de los consultados asegura a ABC que el pasado miércoles todo el Grupo Socialista anduvo pendiente de la reacción que tendría José Luis Rodríguez Zapatero a la vuelta de su viaje oficial por Africa. El episodio del accidentado viaje en el «Falcon» sirve al presidente para hablar con todos los que se le acercan, incluido Rajoy. Pero la procesión va por dentro. Para entonces ya ha confesado a alguno de los más próximos su contrariedad por lo sucedido el día anterior.
Caprichos del destino
Simultáneamente, es testigo de uno de esos caprichos del destino: en su despedida del Pleno del Congreso rumbo al Parlamento de Estrasburgo, el hasta ahora secretario general del grupo, Ramón Jáuregui, es aplaudido por todos los grupos y especialmente por los 168 diputados socialistas. El presidente del Congreso, José Bono, que no da puntada sin hilo, habla del hombre que ha estado negociando desde marzo de 2008 entre bambalinas parlamentarias asegurando que su ausencia «será muy difícil de reemplazar».
Su sucesor en el cargo, el joven diputado vasco, Eduardo Madina, lleva toda la mañana intentando digerir los titulares de los periódicos que, con extraña unanimidad, relatan la pifia del día anterior.No obstante, ninguno de los diputados consultados por este periódico culpa a Madina. Todos apuntan mucho más arriba. Alguno se atreve a señalar que el intenso y prolongado aplauso a Jáuregui no deja de ser una contestación implícita a Zapatero por mandarle a Estrasburgo. «¡Pero si lleva un mes (Jáuregui) de homenaje en homenaje!», apunta con sorna.
La pregunta que se hacen varios de los consultados es que si esto ha pasado en los prolegómenos, cuando haya que negociar con los seis grupos minoritarios -casi todos dan por hecho que CIU y PNV, por distintas razones, dirán «no» a las cuentas públicas- ¿qué va a ocurrir?
El pasado miércoles, antes de su despedida Jáuregui y Alonso mantuvieron un prolongado encuentro y en él se puso de manifiesto la necesidad de acotar el terreno de juego a esos seis para lograr ocho votos.
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