Por fin los socialistas han empezado a reconocer los efectos de su sistema de enseñanza pública, este que permite pasar de curso con una pila de suspensos lo que, como no puede ser de otra manera, condena al favorecido con dicha medida, a ir a remolque de los demás –porque está demostrado que si no sabes sumar, restar, multiplicar o dividir difícilmente serás capaz de resolver integrales – y, seguramente, debido a lo poco que confían en la preparación de los actuales estudiantes, deben creer que hace falta aleccionarlos, adecuadamente, para que no se lancen a la vorágine sexual como lo hacían nuestros ancestros de Cromagnón, que desconocían la efectividad de tal artilugio. Y me refiero a ello porque no se puede entender, si no es partiendo de dicha premisa, que el señor Blanco considere algo importante, algo así como “un valor constitucional” de esos que, por lo visto, el Tribunal Supremo se ha mostrado tan diligente en proteger; el enseñar a quien no sabe hacerlo, cómo colocarse un preservativo; un trabajo que, a criterio de este señor, debe entrañar una evidente dificultad dado que precisa de un conveniente aprendizaje. Es evidente, y así lo ha reconocido el señor Blanco, que esta faceta forma parte de “sus valores” y que a nadie debe molestar que sea un elemento más de la EpC. Lo que sucede es que, si estos son los “valores” esenciales que defiende el PSOE, deberemos admitir que sus horizontes son más bien de distancia corta, o dicho de otra forma que, con semejantes créditos y objetivos, deberemos llegar a la conclusión de que, su solvencia intelectual y moral, se queda a la altura de las pelotas de quienes así entienden los valores constitucionales.
Sin embargo, hay otro sistema de valores, otros compromisos para con la ciudadanía, que parece que no se los toman tan a pecho. Por ejemplo, la sobriedad en el empleo de los fondos públicos, la contención de los gastos y la parquedad en el ejercicio de aquellas actividades que, por superfluas y prescindibles, debieran dejarse para mejores ocasiones, si no erradicadas definitivamente de la agenda de aquellos funcionarios que, con tanta prodigalidad y, por qué no decirlo, con tanta fruición, disfrutan de la oportunidad de practicarlas. La prodigalidad puede ser, en cierto modo una virtud, la caridad sin duda lo es, pero existe un dicho que no deja de ser ejemplarizante y es aquel que reza así: “la caridad empieza por uno mismo”. En España, no hace falta decirlo, no estamos para derroches, con un desempleo declarado de tres millones doscientos mil puestos de trabajo y con uno real que supera los tres millones y medio, al que deberemos añadir los 400.000 más que se nos anuncian procedentes de la construcción, que sigue destruyendo puestos de trabajo, y otros cientos de miles más de las numerosas industrias que, cada día, van cerrando sus puertas a causa de la recesión.
En semejante estado de cosas hechos, como el protagonizado por el señor Carod Rovira, de ERC, que le ha tomado el gusto a viajar a cuerpo de rey, acompañado de un numeroso séquito, para ir abriendo lo que ellos denominan “embajadas” de Cataluña por los cinco continentes, gastándose los cientos de miles de euros en tales empresas, sin que parezca que nadie ponga coto a semejante despilfarro; no parece que se pueda considerar en modelo ejemplarizante de la adustez del Tripartit. Tampoco es de recibo que estando las Arcas públicas en situación de alarma roja, el país endeudado hasta la coronilla y nuestra Deuda Pública en horas bajas y sin salida; ahora nos salga el señor Rodríguez Zapatero y, en un alarde de desprendimiento y frivolidad, se comprometa a entregar 200 millones de euros anuales, hasta el 2015, en un foro de naciones en el que, al parecer, la única nación que se comprometió a hacer aportaciones, fue España. ¡España y yo somos así, señora! Un gesto de desprendimiento y de gran lucimiento político, pero absurdo cuando, en España, hay millones de personas necesitadas de ayudas urgentes; vamos, algo así como los que se gasta en esta estupidez integral denominada Alianza de Civilizaciones.
Así se puede entender que lo de “una cosa es predicar y otra dar trigo”, tendría plena aplicación en nuestro país, cuando pudimos ver al señor Presidente mostrarse tan preocupado por los desempleados, prometiendo medidas de ayuda a minusválidos, negando haberles dado un euro (claro uno no, millones de ellos sí) a los bancos y muy consternado por los pequeños comerciantes que se quedaban en paro sin medio alguno para subsistir. ¡Este año 2009 será muy duro, pero a fines de año todo mejorará, se vislumbran señales de…! Lo de siempre, la sempiterna fórmula de tirar pelotas fuera y salir del paso y luego nos aparece la Leire Pajín diciendo que el Presidente salió “a dar la cara”. El país literalmente se está hundiendo y nadie se atreve a predecir mejoría hasta, como pronto, finales del 2010, pero nuestro Presidente ya lleva más de un año diciendo que “a primeros de enero del 2009”, luego que “para marzo o abril” ahora para “fines del 2009” y así seguirá si no es que, antes, haya alguien que se canse de que lo engañen y se atreva a levantar su voz en esta España adormecida, fatalista y entregada a las ideas progresistas con las que, al parecer, se siente identificada y cómoda, aunque ello le esté llevando, a pasos agigantados, a su autodestrucción.
No me gusta Obama, no me han gustado sus primeras actuaciones que, en su momento, comentaremos; no me gusta su demagogia ni que haya dedicado la mitad de las ayudas proyectadas a supuestas ayudas sociales que se concretan en parte a la promoción del arte, la educación sexual y los coches oficiales pero, señores, también ha puesto sobre el tapete la reducción de impuestos, una importante reducción que, seguramente, servirá para inyectar vitalidad a muchas industrias que lo están pasando mal por causa de la recesión. En España, sin embargo, seguimos los malos ejemplos de gastar el dinero público en favorecer el separatismo de determinadas autonomías, en promocionar a los de la farándula y en enseñar como se ponen los preservativos; sin embargo, por tozudez del señor ZP, por no dar su brazo a torcer, se sigue negando a utilizar una medida tan efectiva como es dejar al ciudadano que respire un poco y se alivie del peso excesivo de la presión fiscal que, aunque desde el PSOE lo nieguen, no ha dejado de aumentar durante el tiempo que llevan gobernando. En fin, que lo que nos espera, con toda seguridad, va a ser seguir soportando que los tribunales sigan politizados, que la recesión consiga acabar con nuestros ahorros y que nuestros chavales sean unos expertos en sexo y drogas aunque, en cuanto a preparación académica, dejen bastante que desear según nos están refregando por los morros desde el resto de la UE. Es nuestro sino! Somos unos artistas en destruir lo bueno que tenemos y en crear aquello que más nos pueda perjudicar. Empezamos con Felipe III. El Piadoso y… hasta ahora. ¿Recuerdan cuando en España no se ponía el sol? Pues eso.
Miguel Massanet Bosch
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