Por si no se habían dado cuenta estamos empezando a entrar en la fase verdaderamente “dura” de esto que, en términos económicos, se ha dado por llama “estanflación”. Si uno va espigando en el cúmulo de noticias que cada día inundan las páginas de los periódicos, son objeto de miles de tertulias radiofónicas y, sin embargo, son matizadas, tergiversadas y marginadas por las televisiones pública, debido a que, al Gobierno, no le interesa que se difundan; máxime, cuando las conclusiones que se derivan de un simple análisis objetivo de la situación del país, no pueden llevar a otro colofón que la certeza de que, lo que nos espera en los próximos años, puede llegar a ser mucho peor de lo que los más pesimistas nos atrevimos a augurar.
Dos son los factores en los que nos podemos apoyar para contemplar la situación actual de nuestro país. El primero, el desempleo. Es tanta la afluencia de nuevos parados que cada vez en más número de los que acuden a las oficinas del SPE (antiguo INEM. Las colas ya son frecuentes y los funcionarios se las ven y se las desean para poder hacer frente a semejante avalancha. A pesar de que, desde el Gobierno, se nos quiera tranquilizar y se alardee de recursos para hacer frente a la situación; desde la UGT y desde las asociaciones de inmigrantes, se está denunciando que hay demandantes de las prestaciones de desempleo que tardan dos meses en comenzar a cobrar el subsidio. El 10’7% de la tasa de desempleo en España ya es el más alto de toda la CE y contradice las expectativas del señor ZP que, empeñado en no reconocer la realidad de nuestra situación económica, se emperra, con una tozudez digna de mejor empeño, en afirmar que España es la nación mejor preparada para afrontar la crisis. Pero esto no ha hecho más que empezar, porque los mismos sindicatos y asociaciones de inmigrantes ya tienen previsto que a partir del 15 de septiembre la situación se agravará, basados es que a fines de agosto se finalizarán casi todas las obras en construcción.
Así las cosas, resulta que la recaudación real acumulada de la Seguridad Social sólo crece a ritmo del 2% y, no obstante, los pagos líquidos ascienden a niveles del 10% y los gastos por desempleo se disparan hasta un 30% de incremento. Más impagos por causa de la situación de crisis de las empresas y menos recaudación por la disminución de trabajadores en activo. Todo ello no ha hecho más que confirmar las advertencias del gobernador del Banco de España hechas en pasado mes de junio y los avisos del señor Trichet del BCE. Sólo la inconsciencia de un Zapatero que no quiere reconocer sus errores y la inoperancia del señor Solbes, incapaz de reaccionar ante la crisis, permiten que en España sigamos dando tumbos. El señor Corbacho, caracterizado por su poca experiencia en el ramo, parece que ha descubierto la pólvora al decir que “los planes de empleo” que hasta ahora se llevaban a efecto, estaban orientados a la construcción. Ahora esta actividad ha dejado de ser “el motor “ de la economía y por tanto, hay que enfocar los planes de empleo hacia otras actividades como “la rehabilitación, la vivienda pública, y la industria, fundamentalmente ligada a la innovación y a los temas sociales” Analizar el proyecto del señor ministro traería tiempo y el artículo no da para tanto; pero si le podría hacer observar al señor Ministro, que la industria también ha entrado en recesión; la obra pública precisa de dinero público y las arcas del Estado están exhaustas y, la rehabilitación, si con ello se refiere a la privada, mal momento ha escogido el señor ministro, porque no están las economías familiares para estas alegrías cuando apenas se puede llegar a final de mes y los empleos se tambalean sobre el fiel de los concursos de acreedores y los cierres. Tarde llegan las medidas del señor Corbacho como tarde y mal enfocadas han sido las otras medidas,, basadas en subvenciones adoptadas por el Ejecutivo.
El segundo factor es el derivado directamente de la crisis inmobiliaria. El aumento de la tasa de paro, el encarecimiento del Euroibor y la carrera de la inflación han situado a los poseedores de hipotecas en la tesitura de tener que escoger entre qué es lo que hay que dejar de pagar. No se puede prescindir de la comida, tampoco de enviar al niño al colegio por lo que, primero se vende el coche viejo y luego se dejan de pagar las cuotas de la hipoteca. Los bancos, ante los impagos continuados y crecientes (la morosidad ha crecido un 65%) se ven obligados a embargar lo que, por supuesto no sale de balde porque los gastos son cuantiosos y tampoco es negocio de los bancos el vender o alquilar viviendas. Por otra parte el BCE ha endurecido las condiciones para dejar dinero bajo garantía hipotecaria, lo que dificulta aún más la liquidez bancaria. La restricción de la concesión de hipotecas se traduce en menos beneficios. En fin que hasta las entidades financieras ya están empezando a tener que diversificar sus inversiones hacia otros sectores lo que, a la vista de las perspectivas industriales actuales, no deja de tener su peligro.
No quisiera ser agorero, pero ante el panorama que se nos presenta no hay nadie en España, salvo los de siempre (que tienen inversiones en otras partes del planeta), que esté a salvo de la “estanflación” incluso, y no pierdan de vista este comentario, los que perciben pensiones a cargo de la Seguridad Social. Siempre me ha preocupado este “goloso” Fondo de Garantía de las Pensiones, instaurado con 30.000 millones por el gobierno del señor Aznar y engrosado desde entonces con sucesivas aportaciones. Ya quisieron invertir una parte en renta variable en Bolsa y no sería de extrañar que el Gobierno, ávido de buscar financiación para cubrir sus promesas, acabara por fijarse de nuevo en él. Lo dicho o, en España, los partidos políticos mayoritarios, PSOE y PP, se ponen de acuerdo para una acción conjunta, amordazando a las autonomías más díscolas en bien del resto de la nación, o bien me temo que, en corto plazo, en nuestra nación tendremos ocasión de revivir situaciones que todos dábamos por amortizadas pero que, a la vista de la evolución de la crisis, no sería raro que se volvieran a repetir. Uno ya tiene experiencia en lo que ocurre cuando la miseria adquiere carta de naturaleza en un país. ¡Ojalá haya alguien, con la suficiente sensatez, para evitar la repetición de pasadas confrontaciones!
Miguel Massanet Bosch
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