Desde luego, los que vivimos en Catalunya parece que estamos envueltos en una nebulosa que nos hace ver la situación de esta comunidad de forma distinta a como nos la pintan los políticos. Es cierto que, a nivel de ciudadanos de a pie, se detectan otros problemas, quizá más acuciantes, que los que vienen preocupando a los miembros del Tripartit y a la propia CIU; no obstante, no debemos perder de vista que los que nos consideramos primero españoles y después catalanes (en mi caso mallorquín, por aquello del amor a la tierruca) somos una minoría, en clara desventaja con respecto a los que se van inclinando por considerar a España y los españoles, no como a compañeros de viaje, sino como enemigos a los que hay que borrar del horizonte político de la tierra catalana. Y lo más curioso del caso es que, contrariamente a lo que se pudiera pensar, son precisamente los que se trasladaron desde Andalucía, Extremadura, Murcia y el resto de regiones de nuestro país a esta tierra, los que, aunque muchos se siguen expresando en castellano, se han convertido en los más feroces defensores de la independencia de Catalunya.
Con ello no quiero decir que gentes que lampaban de hambre en sus respectivos pueblos natales, no deban de estar agradecidos a la tierra que los acogió y les ayudó a crearse una posición más desahogada. Lo que sucede es que esta misma gente no alcanza a darse cuenta de que, precisamente, su llegada a esta región, fue la que les permitió a los catalanes y a sus industrias seguir prosperando y incrementar sus riquezas. En todo caso lo cortés no quita lo valiente, y es evidente que este agradecimiento, que los honra, no tiene por qué ser llevado al extremo de desentenderse de sus propias raíces y de los lazos que los unen al resto de España, hasta el punto de renegar de ella. Lo cierto es que esta metamorfosis se la podemos atribuir al lavado de cerebro que los políticos catalanes han llevado a cabo, con rara constancia y eficacia, para hacerles creer lo de que Catalunya es una nación y todas estas monsergas que sólo los desconocedores de la verdadera historia se pueden tragar.
Pero lo que ya es para dislocarse, para entrar en coma profundo a causa del asombro, es que nos salga uno de estos dinosaurios del Cretaceo político, para pontificar sobre el tema de las relaciones con el resto del país, cuando dice: “en el conjunto de España hay una actitud hostil hacia nosotros”. El señor Jordi Pujol ya ha entrado en el mismo estado cataléptico en el que se encuentra el señor Fraga, en el cual, de pronto, sufren una amnesia galopante que les impide recordar los motivos que han conducido a que se produjera lo que el llama “hostilidad” y que yo lo calificaría de “legítima defensa” o, si lo prefieren, “de espíritu patriótico” ante un cantón secesionista. El señor Pujol no se ha dado cuenta, al parecer, de que estamos gobernados por un Tripartit formado por una melaza de comunismo, separatismo y socialismo made in Montilla, donde cada uno quiere mostrarse más extremista, más antiespañol y más progresista y libertario.
La consecuencia la tenemos en que, contrariamente a lo que quiere hacernos creer el señor Pujol, en Catalunya no se puede, aunque se quiera, estudiar en castellano. No se han cumplido las sentencias del TSJC sobre este tema y ha sido la propia Generalitat la que acaba de dictar una Ley en la que se certifica la defunción del castellano. Porque, ya me dirán ustedes, como se digiere que el inefable señor Puig de ERC, primero llame mal nacidos a los extremeños y, después, cargue sobre el jugador de baloncesto, señor Gasols, y los deportistas catalanes que han acudido a los Juegos Olímpicos de Pekín. Claro que este individuo, un fanático irredento, no puede llegar a comprender que el señor Gasols se demuestre como español y catalán, porque para él esto es traicionar a Catalunya. Pero su rabieta infantil llega al colmo al acusar de pesetero al jugador de baloncesto por aceptar 500.000 dólares por un spot. Este hecho le permite decir que Gasols se ha “vendido” y que para él “la pela es la pela”. Veamos si nos aclaramos, “valiente”; que yo sepa lo de “la pela es la pela” es cosa que siempre se les ha atribuido a los catalanes, por tanto mejor sería que se callase. En segundo lugar, no creo que para Pau Gasols medio millón de dólares sea una cantidad tan astronómica y mucho menos que le induzca a venderse para mostrarse español. Me imagino que ya debe ser lo suficientemente rico para no tener que acudir a semejantes trucos; sin embargo, me imagino que si se los ofrecieran a usted perdería el culo por convertirse en un émulo de Agustina de Aragón (por cierto que era catalana) por declarase español de toda la vida.
Pero, señor Pujol, ¿cómo se extraña usted de que se nos tenga ojeriza, si no hacemos más que tirarles piedras sobre el tejado al resto de autonomías? Queremos recibir más que los demás e imponemos un Estatut claramente diferenciador, al gobierno de ZP; insultamos a los extremeños; declaramos sin ambages que queremos independizarnos del resto de España; impedimos que en Catalunya se expresen con libertad en castellano en los organismos de la Administración e imposibilitamos que, los que lo deseen, se puedan escolarizar en castellano; nos saltamos. Tranquilamente. derechos constitucionales y recortamos las libertades de los ciudadanos con normativas claramente discriminatorias de las vigentes en el resto de la nación. Y por si fuéramos pocos, nos hemos convertido en la comunidad mas “progresista” de todas, donde impera el anarquismo de los okupas, la impunidad para los que insultan a España; la permisividad y el fomento más descarados para los homosexuales “ciudadanos de primera”; la pasividad más absoluta de las fuerzas del orden ante los desmanes callejeros y, como remate, uno de los lugares de España donde la criminalidad juvenil se muestra en una forma más brutal y extendida. Y así me gustaría que el”honorable” Jordi Pujol me dijera, ¿cómo quiere que, desde el resto de nuestra patria, miren a los catalanes?, ¿ acaso todavía cree que nos pueden aceptar como somos con cariño?
Siempre lo he dicho: “cosechamos lo que hemos sembrado” y no cabe duda de que desde una postura de “perdona vidas”, desde el otero de “región rica” nos hemos dedicado a explotar a los que han venido a darnos su trabajo (se les llamaba peyorativamente “charnegos”) y a presumir de ser los más trabajadores, los más listos, los más sabios y los más influyentes. Puede que hasta hace unos años así fuese, pero la dura realidad de hoy es que las multinacionales se van; Madrid nos ha tomado la delantera, el puerto de Valencia trabaja más que el nuestro y, por si no bastara, estamos sumidos en la crisis hasta las orejas. Menos petulancia señor Pujol y un poco más de respeto para el resto de España.
Miguel Massanet Bosch
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