Ramón Tamames
Catedrático de Estructura Económica (UAM)
Catedrático Jean Monnet de la UE
Miembro del Club de Roma
(Publicado en Estrella Digital.es, aquí)
Seguimos hoy con la serie sobre la crisis económica, y nos corresponde ya —después de las dos entregas anteriores, de 8 y 15 de mayo—, entrar en cuáles pueden ser las respuestas a la crisis económica en España. Que pueden darse, y ya se están dando, desde el mercado o por la acción de los poderes públicos.
En el primer caso, los promotores y constructores de vivienda tendrán que bajar precios de manera sustancial si quieren desembarazarse de un stock sin vender que se sitúa, según estimaciones, entre 700.000 y un millón de unidades. Siendo este ajuste de mercado el preferido por el Ministro Solbes, para no cerrar en falso un proceso crítico y pagar las consecuencias después. En el mismo sentido, no es previsible en España, que, al disponerse de una estructura bancaria comparativamente sólida, se ayude directamente a las entidades de créditos. En contra de lo sucedido por parte del Banco de Inglaterra, o por la Reserva Federal y la Secretaría del Tesoro de EEUU.
En cuanto a las medidas anticrisis del gobierno, las dictadas hasta ahora se inscriben en lo aprobado por el decreto ley 2/2008 de 21 de abril, “de impulso a la actividad económica”. Una serie de acciones específicas, que casi unánimemente se han considerado minimalistas, hasta el punto de que el propio Solbes ha estimado que sólo incidirán en frenar en dos décimas la caída del crecimiento. Habiendo afirmado, por su parte, el Presidente del Gobierno, que tendrán que venir otras medidas.
Las acciones orientadas a mantener el nivel de demanda, con mayor renta disponible, se han plasmado en la célebre idea de devolver 400 euros a determinados contribuyentes, con un gasto total previsto de unos 6.000 millones de euros, que teóricamente quedarían libres para el consumo. Pero al ser minoración en retenciones, no cabe esperar prácticamente nada de semejante medida, que no va a tener ni siquiera efectos psicológicos. Pudiendo pensarse que si la cifra se hubiera anunciado para inversión, el efecto habría sido otro; y es que, puestos a ser keynesianos, es mejor el multiplicador de inversión que no el acelerador de consumo. Sin olvidar, desde luego, los postulados de conexión de ambos mecanismos, que en su día postuló Paul A. Samuelson.
La segunda de las medidas del Gobierno se relaciona directamente con el sector construcción e inmobiliario. De manera que los promotores podrán vender hasta 61.000 viviendas más, con unos beneficios finales de 1.100 millones de euros, al crearse un instrumento ad hoc: una línea de avales del Instituto de Crédito Oficial (ICO) sobre la base de la titulización de préstamos de vivienda protegida. Con lo cual, el ICO está ofreciendo a los promotores un apoyo importante para seguir manteniendo su actividad.
Dentro del RDL 2/2008 hay otros tipos de apoyos incluyéndose una habilitación al gobierno para la aprobación de un Plan extraordinario de medidas de orientación, formación profesional e inserción laboral. Cuya gestión para todo el territorio nacional será asumida por el Servicio Público de Empleo Estatal en combinación con las CC.AA.; incluyéndose subvenciones para el proceso de búsqueda de empleo y para facilitar la movilidad geográfica. Aspecto este último que se introduce por primera vez en España frente al fuerte quietismo laboral, aunque todas esas posibles actuaciones aún tardarán en ser maduradas para su aplicación efectiva.
Otro grupo de instrumentos son los teóricamente diseñados para favorecer la situación de las familias, a la vista del alza experimentada por los índices de referencia que se utilizan para fijar los intereses de los préstamos hipotecarios. Previéndose que en las operaciones de ampliación del plazo de préstamos con garantía hipotecaria, los titulares del préstamos podrán disfrutar de la exoneración de una serie de impuestos. Lo cual no resulta demasiado excitante, pues como ya dicen los propios hipotecados, alargando los vencimientos tendrán que pagar mucho más, ya que lo esencial, los intereses en alza, no va a tocarse para nada; a diferencia de las medidas Bush en EEUU con las que sí se subvencionan tipos.
Cosa muy distinta habría sido que el Gobierno hubiera planteado un plan más ambicioso; aún está a tiempo de hacerlo, pero cuanto más tarde, peor. Se trataría de emitir unos 40.000 millones de euros de deuda pública, para recoger fondos (como ya lo están haciendo los bancos con sus bonos), y dentro del margen de los tres puntos de PIB de déficit que permite el Plan de Estabilidad y Crecimiento de la Eurozona, financiar toda clase de infraestructuras públicas. Pero en este caso, el problema es: ¿dónde están los repertorios del Estado y las CC.AA. de proyectos anticrisis? Poco se sabe al respecto, pues en los tiempos de bonanza, aparte de no hacer las reformas que entonces habría sido más fácil llevar a cabo, tampoco se preparó un repertorio así para los previsibles años de dificultades.
Pero todo lo hasta aquí expuesto es insuficiente, y creo que antes de hacer nuestras propias propuestas, hemos de realizar un pequeño excurso histórico a fin de comprobar cómo fueron cambiando tantas cosas en el modelo económico español de los últimos tiempos:
· Plan de Estabilización de 1959, cuando se pasó de la autarquía al modelo liberalizado de la OCDE, aunque todavía sin la complementaria apertura democrática.
· Pactos de La Moncloa de 1977, significativos, precisamente, de la adaptación del modelo OCDE a las nuevas realidades políticas y sociales de la restauración de la democracia.
· 1986. Adhesión a la Comunidad Europea. De hecho representó el paso decisivo de España a la globalización.
· 1998. Unión Monetaria. Con ella se entró en una nueva cultura financiera conforme a los criterios del Tratado de Maastricht de 1993: disminución del déficit público, baja inflación, tipos de interés reducidos, y recorte de la deuda pública.
En definitiva, en España hemos tenido, de 1959 para acá, cuatro perfeccionamientos sucesivos del modelo económico avanzando en su mayor flexibilidad. Lo que no significa, ni mucho menos, que panglossianamente —al estilo del Candide de Voltaire— vivamos en el mejor de los mundos posibles.
Muy al contrario, la necesaria evolución del modelo en una economía cada vez más globalizada, nos obliga a plantear medidas, hic et nunc, que incidan en hacerla más dinámica. En ese sentido, en la cuarta y última entrega de esta serie, veremos todo un conjunto de ajustes que van resultando indispensables en las diferentes áreas de nuestro modelo de desarrollo.
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