Cuando uno se apercibe de que se ha desatado una caza de brujas, cuando se siente que la jauría anda suelta a la caza del zorro y la sombra del poder se cierne avasalladora sobre una persona, un grupo o una simple emisora de radio; es evidente que se hay una predisposición a favor del más débil. Hace tiempo que el potente grupo Prisa, defensor a ultranza del partido del señor ZP y gran beneficiario de este “buen rollo” que mantiene con el PSOE, ha decidido iniciar la campaña de acoso y derribo de la Iglesia católica. No creo que exista nadie, medianamente despierto, que no se haya dado cuenta de que esta asignatura presentada, con el hábil camuflaje de ser un método de educación cívica para la juventud, como es la llamada “Educación para la Ciudadanía”; no deja de ser un torpedo dirigido a la línea de flotación de la nave católica. Es evidente que, para conseguir el control total de la información en España, sólo le falta al imperio mediático del señor Polanco, el eliminar, deshacerse y triturar a los pocos medios con los que cuenta la oposición para enfrentarse al lavado de cerebro que pretende llevar a cabo el socialismo con todos los ciudadanos españoles.
No debe de causarnos extrañeza pues que lleven ya meses, incluso años, metiéndose con el señor P.J.Ramírez, de El Mundo o con el señor Jiménez Losantos de la COPE. Sólo por este hecho, por su valentía de atreverse a nadar contra corriente ya merecerían que se los defendiese. Lo que ocurre es que, esta pertinaz campaña de descrédito y acoso a los dos medios, supuestamente favorables a la derecha, ha sufrido una repentina y sospechosa inyección de virulencia a partir de las pasadas elecciones que, sin duda, marcaron un punto de inflexión en las relaciones de la Iglesia católica con el Estado. Como no podía ser de otra manera, los obispos aconsejaron a los feligreses que se decantaran por aquellas formaciones más cercanas a la ideología cristiana, las que defienden los principios aceptados por la moral católica y que se oponen, abiertamente, a determinadas concesiones al libertinaje, propugnadas desde el partido del gobierno. Pero, con la inestimable colaboración del señor Gallardón, un conocido simpatizante del grupo Prisa, y uno de los que más han contribuido al cambio de rumbo del PP, parece ser que, aprovechando la querella presentada por el alcalde de Madrid contra el señor Jiménez Losantos; medios informativos como La Vanguardia, El País, la SER y toda la parafernalia de medios adictos al PSOE, se han lanzado en tromba en apoyo de Gallardón, pidiendo que se silencie a la COPE, no dudando en acusarla de “incitar al odio” y ser sinónimo de “extremismo”.
Es decir, que aquellos que, sólo hace unos meses, cometían tropelías, insultaban y ponían como chupa de domine al señor Rajoy, a Acebes y a Zaplana ahora, por una rara y repentina metamorfosis, se lanzan a apoyar a Rajoy y a Gallardón. Veamos si nos aclaramos, porque cuando uno puede leer en La Vanguardia frases como esta: “inaudita campaña de acoso y derribo del lider del PP “, se le caen los palos del sombrajo. O sea, que ahora se han constituido en defensores de Rajoy. Ante esta posición cabe preguntarse ¿a qué se ha debido esta repentina muestra de apoyo? Es obvia, porque parece ser que el señor Rajoy ha abdicado de su defensa de la unidad de España, de su repudio a los matrimonios entre homosexuales y a la defensa de los valores básicos del PP y se ha plegado a “la actualidad”, a lo que el mismo ha calificado de “necesidad de amoldarse a las circunstancias”. Los que se apoyaron en la COPE y en la Iglesia ahora, de pronto, se sienten incómodos con sus antiguos compañeros de viaje y han decidido prescindir de ellos por lo que no han dudado de lanzarlos como carnaza a las patas de los leones.
Y es que el insultar, el descalificar, el machacar al contrario, el prepararle trampas –ahora hemos sabido que al magistrado Roberto García Calvo se le envió a un miembro del CESID para simular un accidente y luego acusar al magistrado de haberle apuntado con una pistola. El tal sujeto era un “Charly”, apellidado Garcerán, que posteriormente declaró que no se acordaba de que “le hubieran apuntado con un arma”. Todo quedó en un torpe intento de desacreditar al magistrado– y lanzar bulos contra el adversario político parece que es privilegio, bula, y derecho exclusivo de la prensa de izquierdas; que pueden ensañarse tranquilamente con el que se atreva a contradecirlos sin que, al parecer, nunca tengan que responder ante la Justicia.. Es la táctica inveterada de esos descendientes ideológicos de aquellos que, teniendo el ejército de Franco a las puertas de Barcelona, todavía gritaban aquello de “no pasarán”. La desinformación, la mentira, el engaño y la trapisonda al servicio del partido, junto con la conspiración, la calumnia y la injuria, siempre han sido un bagaje muy utilizado por aquellos que ahora se rasgan las vestiduras porque un locutor de radio les ha cantado las cuarenta a unos cuantos señores que, a su vez, han contribuido con sus martingalas a traicionar la confianza que, los que votaron al PP, depositaron en ellos pensando que eran personas de las que poder fiarse.
¿Qué se ha hecho de la libertad de expresión? Yo diría que en España, como en tantas otras materias, existe una distinción entre la libertad de expresarse libremente de uno de derechas y la de uno de izquierdas. Suele ser habitual en estos seudo progresistas intentar confundir con artimañas al adversario para así evitar tener que responder a las argumentaciones que se les hacen. Un ejemplo reciente: el debate entre Solbes y Pizarro. Los socialistas se inventaron una victoria de Solbes, que jalearon en todos los medios de prensa, pero observen, sólo han transcurrido unos pocos meses y díganme ustedes:¿ quién estaba en lo cierto en sus predicciones? No creo que haya duda alguna, vista la crisis galopante que estamos padeciendo. A pesar de los desplantes demagógicos del señor Solbes no le ha quedado otra salida que arriar velas y desdecirse de todo lo que dijo entonces, Pizarro tenía razón, por lo que ha salido vencedor del debate, a pesar de que, la estrechez de miras del señor Rajoy y los suyos les impidió valorarlo debidamente. Se equivocaron y se equivocan ahora en el camino emprendido. Les auguro un solemne fracaso. Han querido sumar y han conseguido restar.¡Una mala decisión!
Miguel Massanet Bosch
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