Si acude el lector a la categoría que nuestros aires posee sobre medio ambiente, verá ahí el artículo que el 5 de noviembre de 2006 reservamos al “Cambio climático”, donde se explica éste, su problemática y los trabajos de El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPPC) -un foro científico establecido en el marco de las Naciones Unidas en 1988 para reunir a miles de expertos en clima de todo el mundo-.
El pasado día 2 de febrero de 2007 París se convirtió en el centro del mundo científico y se transformó sincrónicamente en un faro que destella las luces y las sombras principales que guiarán el futuro de la humanidad en los próximos años, después de haber recuperado su aspecto tras el apagón de la torre Eiffel. Esta es la perspectiva una vez que, culminados cuatro días de intensas negociaciones, los científicos y todos los miembros de las delegaciones de países de todo el planeta acordaran, a última hora de la noche del jueves, un documento de síntesis para los gobiernos que contentara a todos.
Lejos de las estridencias que marcan las cumbres de la ONU sobre el cambio climático, con «stands» de todo tipo de organizaciones y con los masai que animaban los pasillos de la última celebrada en Nairobi, el viernes imperaban el silencio y la sobriedad de la Ciencia. Sólo el café que ofrecían a los periodistas en la UNESCO para sobrellevar el madrugón daba calor a otra mañana gris en París. Recibían estos alrededor de las ocho y media las primeras copias de un esperado informe, que no pilló a nadie de sorpresa, pues las filtraciones de los días anteriores auguraban lo recogido en éste.
Tras un rápido vistazo, comenzaron a escucharse las primeras impresiones de los incrédulos y de los que no eran tanto. «Las incertidumbres no pueden ser una excusa para dejar de actuar»... «El precio de no tomar medidas es muy alto»... Afirmaciones que fueron ratificando ese sentimiento pesimista que los medios de comunicación han transmitido a la opinión pública durante la jornada de ayer.
La cara de Susan Salamon, copresidenta del Grupo 1 de expertos del Panel, fue la mejor evidencia de su preocupación, determinada por una Ciencia que se impuso contundentemente, y que introdujeron la amargura de sus palabras al superar cualquier simplicidad política: «No me corresponde a mí decir lo que hay que hacer, le toca a la sociedad. Los científicos ya han hecho su contribución. Es mejor preservar nuestro papel y abstenernos». Salamon apagó el micrófono, para encenderlo un segundo después: «No puedo expresar un sentimiento de urgencia. No haré declaraciones políticas». Un guante que se echó a los políticos, mientras que para los periodistas la consigna vino de Achim Steiner, director ejecutivo del Programa de la ONU para el Medio Ambiente: «No hay que desanimar a los ciudadanos con la complejidad de la Ciencia». Un empeño difícil, sin duda, sobre todo cuando en la cabeza de muchos sólo había espacio para pensar en la crónica y en que «esto empieza a ponerse feo». La mejor demostrac ión ha sido la crónica universal con la que miles de medios de comunicación abrieron ayer sus titulares: El cambio climático es irreversible.
No podemos negar que el calentamiento global del planeta -inducido por la acción del hombre, con un 90 por ciento de certeza- es un fenómeno que está ya fuera de toda duda científica y que provocará alteraciones dramáticas para el clima de la Tierra durante los próximos siglos. Esto es lo que se desprende del cuarto y último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, presentado en París en un acto rodeado de la máxima expectación. Al fin de cuentas, este documento de consenso, elaborado por 600 científicos de primera línea mundial, es el más detallado y riguroso diagnóstico sobre el incremento de la temperatura media que ha registrado la Tierra en las últimas décadas y sobre las perniciosas consecuencias que tendrá la imparable subida de temperaturas hasta 2100.
El ser humano es el culpable del cambio climático que afecta a todo el planeta, según se infiere de las conclusiones la Comisión Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC en sus siglas inglesas).
En términos cuantitativos, la influencia de los humanos en los trastornos terrestres se aprecia en un 90% de los casos -según informa la BBC-, en particular a las emisiones de dióxido de carbono (CO2), cuya concentración en la atmósfera ha llegado a 379 partículas por millón en 2005.
Más de 3.000 científicos han dedicado seis años a elaborar el IPCC, cuyas principales conclusiones son:
► La temperatura de la Tierra aumentará entre 1,8 y 4 grados centígrados hasta finales de siglo.
De hecho, los expertos calculan que según diversos escenarios la horquilla de la subida de las temperaturas podría ampliarse a entre 1,1 y 6,4 grados.
En las próximas dos décadas, la temperatura va a aumentar en 0,2 grados por decenio por las emisiones de efecto invernadero que ya se han realizado, y tampoco se podrá evitar que el incremento continúe a un ritmo de 0,1 grado por decenio aunque dichas emisiones se contuvieran en el nivel de 2000.
► El calentamiento previsto reducirá la cobertura de nieve y los casquetes polares e incluso no se descarta que a finales de siglo el hielo se derrita completamente en el Polo Norte.
Una de las consecuencias de esa disminución de la masa de hielo será la elevación del nivel del mar, que para finales de
El calentamiento será mayor en los continentes que en los océanos y en las latitudes norte, y menor en el sur y en partes del Atlántico norte.
► Fenómenos extremos como las olas de calor y las trombas de agua seguirán siendo cada vez más frecuentes y los ciclones tropicales más intensos, en particular la velocidad del viento y las lluvias asociadas.
► Es "muy probable", según los redactores del informe, que la cantidad de precipitación aumente en las mayores latitudes, mientras que disminuirá en la mayor parte de las zonas subtropicales (en torno al 20% en 2100), de acuerdo con las tendencias observadas.
► La conocida "Corriente del Golfo", en el Atlántico, se ralentizará durante la actual centuria en torno al 25 por ciento, aunque eso no impedirá la elevación de las temperaturas en la región.
Los autores de este informe recuerdan que desde que existen registros climáticos fiables a mediados del siglo XIX, once de los doce años más calurosos se han dado desde 1995.
Este será el cuarto informe sobre el calentamiento global de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde se recogerán las evidencias más rotundas halladas hasta ahora sobre este fenómeno.
En cuatro entregas
El informe será dado a conocer en cuatro fases a lo largo de todo el año:
ü En abril de este año, se tiene pautada una próxima reunión en Bruselas, Bélgica, donde se detallarán los impactos ambientales (especies vivas, turismo y salud) y a final de ese mismo mes el grupo de trabajo III definirá las medidas de mitigación en Bangkok.
ü Todo esto como antesala a las conclusiones finales que se darán a conocer en Valencia y en la Cumbre del Clima en Bali que se realizará en diciembre, donde se plantearán nuevos objetivos para reducir los gases invernadero más allá de 2012.
Este calendario realizado por la ONU va a marcar las acciones para que la comunidad internacional inicie una fuerte presión al Gobierno de Estados Unidos para que esta potencia se involucre en la reducción de gases invernadero.
Incluso la ONU ha retrasado unos días la decimotercera conferencia sobre cambio climático a celebrarse en Bali para que el informe completo del IPCC, que debe ser entregado previamente a la conferencia, sirva de colofón para situar este debate en el relevo de la administración Bush.
Apagón mundial
Como antesala a la presentación de este primer documento, varios países (incluido España) realizaron un apagón mundial de cinco minutos.
Esta iniciativa es promovida por la Alianza por el Planeta, una coalición de asociaciones ambientales francesas, pretendía llamar la atención de los ciudadanos y los gobiernos sobre el derroche energético y la necesitad urgente de actuar, según publicó Eco portal.
Ayuntamientos, ministerios, asociaciones de vecinos... todo tipo de instituciones y organizaciones se sumaron en nuestro país al apagón de energía entre las 19.55 y las 20.00 horas, promovido por la Alianza por el Planeta para luchar contra el cambio climático.
La iniciativa buscaba "llamar la atención a otros ciudadanos, a los medios de comunicación y a los políticos sobre el consumo diario de energía", pero para que vaya más allá de su carácter simbólico deberá tener eco en futuras acciones.
Y después del apagón, ¿qué?
Así lo cree el secretario general de Prevención de la Contaminación y del Cambio Climático, Arturo Gonzalo Aizpiri, quien pidió a los ciudadanos que "esto no se quede en una iniciativa de un día, sino que prosigan en su lucha contra el cambio climático". "Si mañana sustituyen alguna de sus bombillas, por ejemplo, por una de bajo consumo, el efecto no solo será simbólico sino efectivo", explicó. Según Aizpiri, el cambio climático "ha pasado de ser una especie de hipótesis a que se reclame mayor compromiso a los poderes públicos".
Otros, como los ecologistas portugueses, son todavía más realistas. La principal asociación ecologista del país, Quercus, decidió no sumarse a la iniciativa internacional al considerar que, aunque "puede tener algún simbolismo", no supone el "más mínimo ahorro de emisiones de dióxido de carbono" que es el verdadero causante del efecto invernadero, afirmó Francisco Ferreira, de Quercus.
La propuesta surgió hace dos semanas en Francia al calor de la presentación el viernes del informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, en siglas inglesas) sobre cambio climático.
Ante la publicación del documento, diversas organizaciones han hecho un llamamiento a los políticos de todo el mundo, y en especial al Gobierno español, para que lideren la adopción de medidas que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
La convocatoria para el jueves pasado corrió como la pólvora entre particulares a través del correo electrónico y los SMS. La sensación de que el apagón podría ser masivo llegó incluso a preocupar a algunos de los principales actores del sector eléctrico.
Poco antes de la 'hora H', la Asociación Española de la Industria Eléctrica (Unesa) advertía de que una caída "brusca y acusada" del consumo en un momento determinado podría causar, además de "importantes anomalías al sistema eléctrico, unos daños ciertos a los propios ciudadanos". ¡Falso! Sólo fue una muestra de ese concurrido consumismo que la responsabilidad social está obligada a atajar por una causa decisiva: Asegurar el bienestar de las futuras generaciones de este planeta, que desde comienzos del siglo XIX el hombre se está cargando a pasos acelerados.
Aires de La Parra
Últimos comentarios