Desde el primer momento hemos visto la respuesta a la carta marcada esa de Cuenca Ciudad Europea de la Cultura 2016 ciertas dosis de complejo de inferioridad del partido de la derecha, el PP, ante el “lobby” mafioso de la cultureta progre que nos domina por doquier, y específicamente en la Castilla-La Mancha de Barreda. Sin embargo, contra lo ya declarado por Cenzano y sus compadres, los sectores liberales del pensamiento político conquense están en su obligación moral de recordar a esa progresía de la bufanda y la pana que la mejor industria cultural es la que no está protegida. Joaquín Santiago Rubio puso como ejemplo en febrero de 2004 a Hollywood, donde nadie la subvenciona y “tardaremos en hacer obras maestras como las suyas. Y subvencionando, nunca lo lograremos. Por tanto, empate vergonzante en esto”.
La situación contemplada y la insolvencia manifestada por esos argonautas de la política de estrechas miras son la mejor evidencia del retiro del poder público tan alarmante que en el ámbito cultural se ha producido en Cuenca durante los últimos decenios. Por esto mismo hay que quitarles cierto protagonismo a las autoridades y a los sectores públicos (incluso a los financiados/subvencionados) retirados o medio alejados que buscan ahora obtener simplemente ganancias electorales de esa propuesta llena de interés.
Para comenzar nuestros aires creen que la funcionalidad y el dinamismo –desburocratizado- de ese proyecto, para que los beneficios de éste recaigan directamente en el pueblo antes que en el zurrón de sus avejentados políticos y los partidos que les cubren las espaldas, desde ahora mismo precisan la creación de una empresa pública, no adscrita a organigrama político alguno –para que ningún partido ni medio de comunicación `allegado´ tratara de agenciarse o personalizar los canales electorales y los beneficios económicos de este diseño-, bajo el título de Coordinadora Ciudadana de la Cultura “Cuenca 2016”.
Al instante, y recién constituida, esta Coordinadora debería elaborar un Plan de Trabajo minucioso y detallado, provisto de un cronograma imaginativo y seguro para el trámite y desarrollo del proyecto. Éste, sin complejos de ninguna especie, debería cubrir las áreas convenientes para llevar a buen puerto CECul-“Cuenca 2016”. Lo cual obliga, frente a lo hecho por Cenzano y sus ayudantes, a elaborar con toda urgencia un “Modelo de Ciudad” específico, con las miras puestas en el futuro de la ciudad. Esta, por llamarle de alguna manera, Cuenca ante su futuro. Una visión para el siglo XXI, podemos hacerla varios Departamentos de la Universidad de Castilla-La Mancha con el apoyo del EISCU de la UNED, teniendo en cuenta inicialmente la “teoría de los tipos”.
Desde ésta, hay que tener muy en cuenta, como sucede en numerosos casos ya realizados (Gijón, Zaragoza, Palencia, etc.), que ahora mismo un proyecto de esta especie viene marcado por la importancia de la estructura social y las distintas circunstancias de la política que viven sus gentes, conducidos por dos determinantes que son imponderables: el ocio y la sociabilidad. Ambos factores, estamos seguros, pondrán en evidencia que la identidad tradicional de Cuenca, montada sobre dos grandes acontecimientos anuales (la Semana Santa y San Mateo/la Vaquilla), debe ser radicalmente modificada y adaptada a las circunstancias de sus habitantes al día de hoy, puesto que son insuficientes para hacernos capital europea.
Desde el punto de vista sociológico, esto significa que la nueva identidad, desligada de trabas ancestrales aunque sin renunciar, por supuesto, a los valores artístico-culturales de aquéllas, ha de “recrear” nuevos tonos, adornados de ciudad abierta, plural, moderna al tiempo que tradicional e integradora; bien cohesionada y, simultáneamente, bien vertebrada en el espacio (con la Geografía) y el tiempo (la Historia); lo cual debe ser conjuntado a través de un nuevo dinamismo urbano, pertrechado de otros movimientos sociales más diligentes y laboriosos, bien estructurados en organizaciones políticas, económicas, sindicales, vecinales y, singularmente, de orden cultural.
Cuenca es una ciudad mal compartimentada y bastante segregada, a pesar de su pequeña población (acaba de alcanzar los 50.000 habitantes), como consecuencia de una política urbanística que se ha hecho a salto de mata y de intereses personales de algunas capas socioeconómicas guiadas únicamente por la plusvalía del beneficio rápido. Esto le ha hecho perder los vínculos más cercanos y entrañables con su realidad social, a causa sobre todo de una clase política metida en exceso en la paranoia del electoralismo, cuyos líderes han impedido el fomento de una clase directiva más extensa y diversificada.
Hace muchos años perdió el interés por convertirse y dotarse de industrias limpias pero más productivas que esta del conglomerado del turismo y los servicios, dentro de los que emplaza el rebrote de cultura atípica y cortas miras. El Plan Estratégico elaborado por el Ayuntamiento de los socialistas tampoco ha sabido sacar criterios, baremos e intereses más acordes con el momento vigente. Culpa especial de esto la tiene el alcalde actual y su equipo, que, contra lo dictaminado en los ejes de desarrollo de ese tipo de documentos en otras capitales (como Málaga, por citar una ciudad que será competidora para el 2016), aquí se ha hecho caso omiso, perdidos en un discurso misógino y de pelagatos, sin creatividad alguna.
La Coordinadora que proponemos, por tanto, debe saber que “perder es cuestión de método”, una frase de la novela de Santiago Gamboa que puede servirle muy bien a ese organismo que propugnamos para describir la medidas iniciales de política cultural y científica desde las que poner en marcha este nuevo motor, que, como lo dejemos en manos de los partidos políticos de por aquí, ya podemos intuir los déficits de partida y los kilómetros atrás de llegada con respecto a las ciudades competidoras.
Aires de La Parra
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