El nuevo consenso contra el terrorismo que pretende el presidente del Gobierno debería fraguarse sobre la base de los acuerdos previos ya aprobados, en concreto el Pacto Antiterrorista, suscrito por PSOE y PP en el año 2000, y la resolución del Congreso de mayo de 2005, que se inspira -y recoge textualmente en algún apartado- en el Pacto de Ajuriaenea.
Así lo apuntó el lunes José Luis Rodríguez Zapatero cuando sostuvo que «no hay contradicción ni incompatibilidad» entre ambos textos y alegó como prueba que Coalición Canaria suscribió a posteriori el Pacto Antiterrorista y también votó a favor de la resolución parlamentaria. Y lo confirmó ayer el portavoz parlamentario del PSOE, Diego López Garrido, quien defendió que ambos acuerdos «son bases de la tradición de lucha contra el terrorismo que deben servir como base para sobre eso construir un consenso antiterrorista aún más amplio».
La síntesis de ambos textos será probablemente la fórmula que el Gobierno plantee en la reunión de la comisión de seguimiento del Pacto Antiterrorista anunciada por Zapatero.
Al mismo tiempo, en la línea de lo que ha venido apuntando el diario ABC, el diputado socialista vasco Ramón Jáuregui defendió en ETB que se tendrían que establecer condiciones «mucho más contundentes» para abordar un diálogo con la banda terrorista. «Tendrá que haber un final definitivo de la violencia, no transitorio, ni desde luego paralelo; es decir, no un diálogo con violencia «controlada» o «contenida»».
Los socialistas mostraban un desconcierto escéptico por entender que «no cuadra» con la extrema dureza de la intervención en el Congreso del presidente del PP, Mariano Rajoy.
Lejos de haberse rebajado los decibelios del enfrentamiento dialéctico del lunes, el tono se mantuvo en la jornada de «resaca» de ayer. Así, fuentes gubernamentales acusaron a Rajoy de «romper todos los puentes» de entendimiento con su intervención parlamentaria, en la que «resultó evidente que el PP no quiere ayudar a acabar con el terrorismo y que Rajoy pretendió dañar al presidente del Gobierno, aunque acabó dañando al país».
El presidente del Gobierno ha insistido hoy, miércoles, en la idea de lograr un "gran consenso democrático" en la lucha contra el terrorismo, propuesta que ya presentó este lunes en el pleno extraordinario celebrado en el Congreso de los Diputados. Muchos flancos de la prensa extranjera, la más acertada y objetiva a menudo en los momentos de expresar los nudos españoles, destacaban ayer que el lenguaje de Zapatero introduce una ambigüedad trágica que confunde a propios y extraños, sacando cada cual conclusiones diametralmente opuestas de unas palabras que él maneja creyéndose hábil en el uso de la retórica. ¿Acaso no se ha mirado en el espejo? Su fotografía es un poema, y, por mucho que les duela a los reclamos de la izquierda, dan toda la razón a Rajoy “el duro”, que se pasó de estación el lunes. Le sacan nuestros aires a la columna de Juan Pedro Quiñonero en ABC esas opiniones extractadas que, contra lo expuesto en las “pagadas” de España, evidencia esa “Babel endemoniada” que determina dicho periodista:
En Burdeos, Le Journal du Pays Basque, muy sensible a los argumentos de quienes apoyan a ETA, interpreta algunas frases de ZP como «una puerta abierta al diálogo para resolver de una vez por todas el conflicto vasco». Sin embargo, en Berlín, Berliner Umschau saca una conclusión diametralmente opuesta: «Zapatero anuncia más represión». La confusión internacional se acentúa cuando El Mercurio afirma, en Chile, que «el jefe del Ejecutivo no ha dado a conocer nuevas medidas para combatir a la banda terrorista».
Incluso la exégesis de una sola palabra, «error», está sujeta a bizantinos equilibrios. Clarín (Buenos Aires) y el Independent (Londres) prefieren ponerla entre comillas. Por el contrario, Financial Times (Londres) la deja caer con sencilla brutalidad, sin comillas. Más allá de las normas de cada cual, la lectura de las crónicas informativas deja en suspenso un sofisticado equilibrio entre la piedad y la ironía, ante un jefe de Gobierno caído de hinojos ante las cenizas de una tragedia pavorosa.
Los análisis más piadosos también deslizan frases sibilinas. Recordando que Zapatero está en manos parlamentarias de las minorías nacionalistas, Sud Ouest (Burdeos) insiste en lo «poco afortunado» de algunas frases, palabras y declaraciones. Le Monde (París) recuerda que «Zapatero comenzó por evacuar las cuestiones más molestas». La Nación (Buenos Aires) se limita a constatar que «Zapatero está en situación muy delicada. Su popularidad está cayendo».
Los análisis más fríos dan una imagen patética de Zapatero y del callejón donde se encuentra España. En París, Liberation afirma: «ETA desgarra a la España política». Y agrega: «ETA ha provocado una fractura aparentemente irreconciliable entre las dos grandes fuerzas políticas españolas. La popularidad del primer ministro está en caída libre».
Lo que nos fastidia a muchos es que la “i” minúscula (izquierda simple y sinsentido) de los sopenas, carniceros y toda esa prole de estultos bien pagados, pese a ser más cronistas del “tomate” rosa T5 que analistas políticos serios, continúan dando ánimos al juicio desamparado de ZP, que, más alelado aún por los duros golpes de Rajoy en el debate, cree ahora que la recién lanzada “unidad” (¿ahora?, cuando bien se ha cuidado él de romperla) sigue siendo posible porque "si se quiere, se consigue". "Todos los grupos, menos uno, han apoyado al Gobierno antes y durante la tregua y después del atentado, pero estoy dispuesto a hacer todo lo posible para que ese uno esté con todos", ha agregado Zapatero en su intervención de hoy en el Foro de la Nueva Economía, donde ha pedido al PP que, "en aras de la unidad", no acuda a la próxima reunión del Pacto Antiterrorista con condiciones previas, al tiempo que ha dicho no ver cómo, con la Ley de Partidos, la ilegalizada Batasuna pueda presentarse a las próximas elecciones.
El entorno de Batasuna ha sido igualmente un tema tocado por el presidente. Así, ha expresado su deseo de que la izquierda abertzale "dé cada día un paso más" y se separe de la violencia, tras lo que ha reiterado que la sociedad puede ser generosa. También ha valorado las declaraciones de los dirigentes de Batasuna , que "no deben pasar desapercibidas" pese a que hay que acogerlas siempre "con todas las cautelas".
De todo lo visto, revisto y archicomentado, nuestros aires piden al presidente que cambie de estrategia: recele de los nacionalistas, si quiere negociar que lo haga con diplomacia, sin que trascienda lo más mínimo a la Prensa y los medios de comunicación, que busque unos interlocutores inteligentes, pero sobre todo, y en primer lugar, como condición previa, que ETA jure y vuelva a jurar, una y mil veces, que abandona la violencia y el uso de las armas definitivamente; pues sus treguas no se las creen ni ellos.
Aires de La Parra
Últimos comentarios