Tienen archivado nuestros aires un artículo de Daniel Pipes, publicado el 18 de julio pasado en El Diario Exterior.com (http://www.eldiarioexterior.com/noticia.asp?idarticulo=10506) con el perspicaz título de “Problemas en Londonistán”. Todo él parece un anuncio de lo ocurrido ayer, al abortar Londres una cadena de atentados en aviones. En este sentido, advierte dicho comentarista que los atentados contra el transporte público londinense de julio de 2005 incitaron nada menos que ocho encuestas de opinión musulmana en el Reino Unido a lo largo del año. Cuando se añaden a dos encuestas del 2004, consideradas en conjunto, proporcionan una visión interna única del modo de pensar de los casi 2 millones de musulmanes de "Londonistán". La mentalidad hostil que presentan es especialmente alarmante cuando uno recuerda que el comisario de la policía de Londres, Sir Ian Blair, decía recientemente que la amenaza del terrorismo "es bastante escalofriante" porque "mientras hablamos, hay gente en el Reino Unido que planea atrocidades adicionales".
¿Ayudar a la policía?, cuestiona Pipes, no se crea que es sencillo, porque una cifra preocupante de musulmanes no ayudaría a la policía si sospechase que un correligionario musulmán estuviera planeando un ataque terrorista, oscilando en las diferentes encuestas del 5% al 18%, pasando por un 14%.
Al dato anterior hay que sumar el hecho de la “violencia aceptable”. Antes del 7/7, el 11% encontraba aceptable "que grupos religiosos o políticos utilicen la violencia para fines políticos" pero solamente el 4% pensaba así tras los ataques, mostrando una extraña mejoría. Dos encuestas descubren una cifra idéntica de un 7% de musulmanes que aprueban los atentados suicida contra civiles en Gran Bretaña. (Entre los de edades comprendidas entre los 18- a 24 años, los más proclives a perpetrar tal ataque, la cifra salta al 12%). ¿Qué hay de atentados suicida contra el ejército en Gran Bretaña? Las respuestas afirmativas llegaron del 16% y el 21% (con un 28% de los de edades entre los 18- a 24). ¿Están dispuestos los propios entrevistados a abrazar la violencia con el fin de provocar el final de la sociedad occidental "decadente e inmoral"? El uno por ciento, o alrededor de 16.000 personas, respondieron afirmativamente.
En una imagen casi especular de sí, el 65% afirma que los musulmanes necesitan hacer más por integrarse en la cultura británica común, y el 36% afirma que los valores británicos modernos amenazan el estilo de vida islámico. El veintisiete por ciento se siente en conflicto entre la lealtad a sus correligionarios musulmanes y a Gran Bretaña. De aquellos que desprecian la civilización occidental y creen que los musulmanes "deberían buscar ponerle fin", el 32% aprueba medios no violentos y el 7% medios violentos.
En suma, más de la mitad de los musulmanes británicos quiere la ley islámica y el 5% aprueba la violencia para lograr ese fin. Los resultados demuestran que los terroristas potenciales en Inglaterra viven en una comunidad bastante nutrida.
En medio de esta circunstancia, no pueden sorprendernos las opiniones vertidas en los diarios españoles. Así, El Periódico afirma que "La detención en el Reino Unido de 21 presuntos implicados en un plan para hacer estallar en vuelo hasta una decena de aviones con destino en aeropuertos de Estados Unidos ha despertado una vez más todos los temores e inseguridades de Occidente. Sólo 13 meses después de los atentados contra el metro y los autobuses de Londres, otra vez el terrorismo fundamentalista ha hecho disparar todas las alarmas en la sociedad británica, ha inquietado a la norteamericana y ha puesto en estado de ansiedad a buena parte del resto del planeta. Los peores vaticinios sobre la dislocación del sistema de relaciones internacionales después de la guerra fría llevan camino de cumplirse".
Esto último enlaza con el editorial de La Vanguardia, titulado "A vida o muerte", donde manifiesta la evidencia de “el terrorismo internacional sigue constituyendo una amenaza seria y cierta y que la protección de los ciudadanos obliga a los gobiernos a tomar decisiones que suponen incomodidades. Hay que asumir que la lucha contra el terrorismo global ha cambiado algunos aspectos de la vida de los ciudadanos, que deben ser conscientes de que se hallan ante una batalla planteada a vida o muerte".
En la línea trazada por Daniel Pipes –que la centraba en la ciudadanía británica- se expresa también Libertaddigital.com, que titula su editorial "Un atentado frustrado de Eurabia", retomando la denominación de Oriana Fallaci para la Europa masivamente poblada por musulmanes: "El 26% de los musulmanes británicos afirma no sentir lealtad por su país y se estima que un número importante ha sido entrenado en campos de Al Qaeda. Y es que Gran Bretaña representa un caso paradigmático del fracaso de Occidente en el trato con este tipo de inmigración. En los colegios, la doctrina multicultural y de respeto a otras culturas, aún cuando esas culturas no hayan hecho más que fracasar a la hora de crear países donde sus habitantes puedan prosperar y vivir en paz, ha sustituido a la defensa de los valores propios. Los privilegios de las minorías se han ido imponiendo por encima de los derechos individuales. Y la inmigración ha arribado a sus costas en un número creciente y descontrolado".
Entre otros artículos de opinión, merece destacarse el de Inocencio Arias en Estrelladigital.es, donde considera probable la autoría de Al Qaeda, al llevar el intento de atentado el sello de su marca: "Una cifra considerable de muertos (ochocientos, mil se trataba de cuatro o cinco aviones), caos económico en Occidente (parada colectiva de aviones) y conmoción mundial. Máxima repercusión, pues. Lo que le gusta a Bin Laden y a su grupo de fanáticos. Otra dato que apunta a Al Qaeda es que el abortado proyecto es una repetición de lo que el cerebro de la organización, Khalid S. Mohamed, ahora detenido, había ideado para realizar en Asia en 1995, hacer volar 11 aviones con procedimientos similares a los detectados ahora".
Lo auténticamente incuestionable es que la desarticulación de una red en Londres que pretendía volar varios aviones en pleno aire es la noticia que domina hoy todos las portadas de los diarios españoles. El Mundo titula que se ha "Abortado un plan islamista para hacer estallar 10 aviones llenos de pasajeros". Agrega que "24 detenidos en Londres y Birmingham bajo la acusación de tramar un ataque coordinado en vuelos hacia Estados Unidos" y que "según la investigación pretendían introducir en sus equipajes de mano líquidos explosivos para producir una deflagración a bordo". En su editorial "Una hecatombe frustrada que revela nuestra vulnerabilidad", el diario de Pradillo señala que "afortunadamente, las Fuerzas de Seguridad británicas han logrado esta vez anticiparse a los terroristas, un año después de la masacre del 7 de julio en Londres. Pero nadie duda de que lo volverán a intentar, sea en la capital británica o en cualquier otra gran ciudad europea. El fanatismo islámico pone en evidencia la vulnerabilidad de las sociedades occidentales, donde existe la libre circulación de personas y donde decenas de millones de ciudadanos se desplazan cada día en tren, avión o barco. No es posible controlar a todos esos viajeros". Afirma además que "Gran Bretaña es probablemente el país de Europa más vulnerable al terrorismo islámico por dos razones. La primera es el alineamiento de Blair con la política exterior de Bush. (...) Ello ha provocado que Al Qaeda coloque a este país como su objetivo preferente en Europa. El segundo motivo es que en Gran Bretaña existe un población musulmana de varios millones de personas, con un bajo nivel de integración". Concluye recordando unas declaraciones en sus páginas del contralmirante Chris Parry quien sostiene que "Gran Bretaña y Europa son cada vez más vulnerables porque las migraciones harán caer Europa al igual que los bárbaros provocaron el hundimiento del Imperio Romano. Una tesis catastrofista pero que podría hacerse realidad si los Gobiernos europeos no aciertan con sus políticas y el islamismo radical sigue extendiéndose en nuestro continente como una mancha de aceite".
Por su parte, el diario ABC abre su edición con "Londres aborta 'una inimaginable matanza' en aviones rumbo a EEUU" y apunta que "hay 21 detenidos, de origen paquistaní, que pretendían hacer estallar explosivos líquidos". En su editorial "La amenaza continúa" dice que "sucesos como éste nos vuelven a recordar que el mundo civilizado continúa haciendo frente a una ofensiva implacable por parte de las fuerzas del fanatismo. Las sociedades libres están amenazadas expresamente por los partidarios del terror oscurantista, y el hecho de que esta vez la Policía haya podido llegar antes de que se cumpliesen los siniestros planes de los asesinos no resta en modo alguno relevancia al ataque del que todos éramos objetivos". Además, considera que "el mundo va a tener que hacer frente todavía durante mucho tiempo a esta amenaza, y los expertos consideran que aún no hemos visto lo peor. La posibilidad de que haya terroristas que se procuren armas de destrucción masiva es el mayor riesgo que deberemos combatir en el futuro y para ello sigue siendo crucial que no haya más Estados fracasados en los que tales planes puedan desarrollarse bajo una cobertura oficial". Sobre la comparecencia de los ministros Álvarez y Rubalcaba, el diario de Vocento apunta en "El Prat: manual de malas excusas" que "como era de esperar, la comparecencia (...) derivó en un esmerado ejercicio de echar balones fuera y no asumir, ni la una ni el otro, una sola responsabilidad en lo que derivó en un grave problema de dimensión continental, con multitud de perjudicados, y que proyectó en el exterior una imagen tercermundista de España en temporada alta turística".
El País abre su edición de este viernes rubricando que "Scotland Yard desmantela una red que planeaba hacer estallar aviones en vuelo" y detalla la situación de los pasajeros en Heathrow: "A bordo sin libros, bebidas ni móviles". El editorial "Pánico trasatlántico", asegura que "la mera idea de que un número indeterminado de aeronaves desaparecieran simultáneamente en medio del mar refleja de forma brutal las dimensiones de semejante atentado. El presidente Bush lo atribuyó ayer de forma categórica a los 'fascistas islámicos', pero eludió, una vez más, cualquier alusión a la necesidad de una política más integradora de las comunidades islámicas en las sociedades occidentales. La eficacia policial es imprescindible frente a la minoría fanática, pero también lo es evitar la adhesión a esa minoría de una parte de la población de origen musulmán que habita en nuestras ciudades. Es evidente que en esto hay un fracaso". Apunta que "la eficiencia policial es imprescindible frente a la minoría fanática" y agrega que "las sociedades democráticas y abiertas han de ser conscientes de que, dentro y fuera de su seno, surgen enemigos que se alimentan de nuestras debilidades y contradicciones para sembrar el dolor, el caos y el terror indiscriminado". Sobre la comparecencia de los ministros, dice en "No fue una huelga" que "por primera vez en bastante tiempo, fue el Gobierno el que ayer se quedó solo frente a toda la oposición en los debates que siguieron a las comparecencias de los titulares de Interior y Fomento". Sobre las declaraciones de Rubalcaba y la no actuación de las fuerzas de seguridad por prudencia, el diario de Prisa señala "debe considerarse el riesgo de no actuar. De hecho, la intervención policial se produjo, según el delegado del Gobierno, cuando, 11 horas después del inicio de la protesta, un grupo de 'ciudadanos indignados rompió una puerta e invadió las pistas'".
Finalmente, La Razón titula este viernes que "Londres aborta otro 11-S" y apunta que "una veintena de paquistaníes musulmanes, todos de nacionalidad británica, detenidos en la operación". En el editorial "El terrorismo más ciego y más atroz" comenta que "el papel de liderazgo de EEUU en la lucha contra el terrorismo..., siguen poniendo a la nación norteamericana en la diana de los fanáticos islamistas. Lucha, por cierto, de la que el Gobierno español no puede estar ausente creyéndose a salvo tras retirarse de Irak. El terrorismo islámico le ha declarado la guerra al mundo occidental. Nadie puede sentirse a salvo. Es el pulso de la sinrazón y el odio fanático contra los valores del Estado de Derecho".
Vienen a ser ideas inclinadas por la luz de un candil idéntico, que nuestros aires emplazan en Osama Bin Laden y el pan-islamismo, siendo el gran enemigo los ‘cruzados' occidentales e Israel, quien ha creado un enclave occidental en medio del mundo árabe y musulmán localizándose en uno de sus lugares más sagrados. Israel es rechazado por todos los nacionalistas islámicos por la forma en la cual no integra a los mahometanos en los puestos claves de su estado, como ha ido desplazando a los palestinos, y como ha librado tantas guerras con sus vecinos árabes. No es de extrañar entonces que George Bush, el presidente norteamericano, se haya apresurado a decir: “El operativo terrorista desmantelado en Londres es un recordatorio muy claro de que esta nación está en guerra con los fascistas islámicos, que están dispuestos a recurrir a cualquier vía para hacer daño a nuestra nación”. Por esto ha felicitado al Ejecutivo británico y a las autoridades estadounidenses, que contribuyeron a “desbaratar” los planes de los terroristas. Dijo por ello que la cooperación entre los dos países y las distintas agencias estadounidenses implicadas ha sido "sólida" y "excelente". Pero eludió, una vez más, cualquier alusión a la necesidad de una política más integradora de las comunidades islámicas en las sociedades occidentales. La eficacia policial es imprescindible frente a la minoría fanática, pero también lo es evitar la adhesión a esa minoría de una parte de la población de origen musulmán que habita en nuestras ciudades. Es evidente que en esto hay un fracaso.
Verdaderamente las sociedades democráticas y abiertas han de ser conscientes de que, dentro y fuera de su seno, surgen enemigos que se alimentan de nuestras debilidades y contradicciones para sembrar el dolor, el caos y el terror indiscriminado. Por fortuna, ayer la policía británica, en cooperación con otras policías de sociedades democráticas, abortó un disparate de dimensiones planetarias cuyo objetivo era instalarnos, una vez más, en el terror y hacernos menos libres en la medida que más vulnerables. Salvo omisiones ahora desconocidas, es evidente que esta vez han fracasado. Y, además, debemos estar decididos a que siempre sea así, por mucho que lo intenten estos fundamentalistas anormales.
Aires de La Parra
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