Es casi imposible no creer en la farsa de los problemas, según los encara el actual gobierno de ZP, porque los presenta como oportunidades y en tonos predominantemente ideológicos y, por esto, no resultan lógicos para una ciudadanía cada vez más desorientada ante los devaneos modorros e incoherentes del actual primer ministro español. Por esta razón nuestros aires le recomiendan a este torpe director de los asuntos patrios –tanto interiores como exteriores- que se avenga a las enseñanzas de aquellos que, buenos aprendices de un insigne maestro, Eduard Punset, intentamos situarnos ante cualquier asunto con precedencia y previsión consecuentes. Para ello se requiere, como dice este científico, admitir lo positivo que hay en la afirmación “ni izquierda ni derecha, delante”.
Esto no significa no tener ideología, como muchos miembros despistados de los partidos al uso afirman, más que nada porque la no-ideología es la ideología de la reacción, del conservadurismo, del statu quo. De manera paulatina se van alzando ciertos movimientos sociales dispuestos a devolver a los ciudadanos su derecho a participar directamente en política, sin obedecer las consignas de unas elites políticas oligárquicas y sectarias. Volcarse en luchar por la libertad, la igualdad y la solidaridad, defender los derechos políticos de la persona contra la ideologías colectivistas que se escudan detrás de las banderas de la nación, de la religión, del proletariado o de la-paz-en-el-mundo, compone una ideología que, contra lo que pudieran pensar muchos, cuenta con un cuarto de milenio de existencia: se llama progresismo liberal o cívico, y es una montaña de libertad que se alza rodeada de valles nacionalistas y confesionales a su derecha, y de valles socialcomunistas y anarquistas a su izquierda.
Las expresiones “derecha” e “izquierda” surgieron en el parlamento francés y otros parlamentos europeos, donde quienes apoyaban la monarquía se sentaban al lado derecho y los que se oponían a ella se sentaban del lado izquierdo del pasillo central. Por lo tanto, esas etiquetas sólo indicaban la posición ante el poder hereditario. Hoy, como estamos viendo, antes conviene estar con Punset que con ZP, esencialmente porque como afirma Tibor R. Machan tampoco los términos “conservador” y “radical” nos dicen mucho. Según aclara este profesor de Chapman University “todo depende de lo que uno quiera conservar y cuál es la alternativa radical del momento. En este caso, la disputa es más sobre metodología que contenido. Los conservadores creen que se deben consultar las tradiciones dominantes, las prácticas y leyes de la comunidad, mientras que los radicales quieren cambiar toda la manera de pensar. Nadie puede, entonces, predecir lo que terminarán haciendo”.
El ejemplo de esto último donde mejor se ve es en Rusia, país en el que hoy los conservadores son los comunistas y los radicales son los defensores del libre mercado y de ideas e ideales democráticos. En Irán, los conservadores también respaldan la continuación del poder total en manos del estado, mientras que los radicales son más moderados en cuanto al alcance del poder estatal. Y así podríamos continuar por todo el mundo, hasta regresar a España, donde observamos ese partido “ayudante de verdugo”, como le ha calificado Pío Moa, el PNV, puesto que
fue el mejor auxiliar de la ETA. Su táctica fue muy simple: "condenaba" los asesinatos etarras, pero condenaba también la respuesta de las víctimas y las actuaciones de las fuerzas de seguridad del estado que han preservado en las Vascongadas lo poco que queda allí de libertades democráticas. El PNV ponía en el mismo plano a víctimas y verdugos y, con insondable hipocresía, trataba de paralizar la persecución y respuesta a estos últimos. Después de todo, ETA y PNV comparten muchos objetivos e ideas básicas.
Ahora la ETA tiene un auxiliar mucho más efectivo: el gobierno español. La ETA y el terrorismo islámico, y los enloquecidos ayatolas. En Oriente Próximo, los ayatolas tratan de convertir a Irán en potencia nuclear con el objetivo explícito --entre otros-- de borrar del mapa a Israel. Tras sus últimos avances, han lanzado una cortina de humo mediante agresiones de su brazo armado Hesbolá contra los hebreos, a las que éstas han replicado contundentemente, conscientes de que cualquier debilidad puede resultarles fatal.
En esta coyuntura, el partido-GAL, el partido-Filesa, nunca regenerado y otra vez mangoneante en España, se pone al lado de Hesbolá y de los ayatolas, de las "civillizaciones", en suma, condenando retóricamente a los agresores para paralizar en la práctica la respuesta de la agredida democracia. Lógico e inevitable. Comparten demasiadas cosas.
Siempre viene al caso una frase de Marx joven: "Hay alguien más despreciable que el verdugo: el ayudante del verdugo".
Esto significa que, contra los pasos de ZP y “negociadores”, no hay claudicación posible ante ETA. Así lo expresaba Enrique Múgica, Defensor del Pueblo de España, que, ante el nuevo juicio contra el mierda ese de “Txapote”, asesino etarra de su hermano y Miguel Angel Blanco, ha hecho cuatro afirmaciones de mucha entidad y con más valor moral que todo el discurso del presidente del gobierno:
·
"Tiene que haber vencedores y vencidos... A mi hermano lo asesinaron por socialista"
· "Ni perdono ni olvido. ¿Por qué voy a hacerlo? Los asesinos de mi hermano no piden perdón y justifican su asesinato"
· "El encuentro de Patxi López y Otegi me produce perplejidad. ¿Cómo se le puede pedir por favor a unos terroristas que se legalicen? ¡Hasta dónde hemos llegado en el disparate!"
· "Con ETA-Batasuna no vale el lenguaje abstracto. Hay que mirarles a los ojos y decirles no a la autodeterminación, a Navarra y a que los asesinos no cumplan sus condenas".
(El Mundo, 18 de julio 2006)
Son palabras que dan toda la razón a la profesora Gotzone Mora, socialista perseguida también por esa banda de asesinos, que en un artículo publicado ayer en Libertad Digital (vid. http://www.libertaddigital.com/opiniones/opi_desa_32493.html) ha pedido una verificación de las palabras, demandando, a la vista del comportamiento de Rodríguez Zapatero y sus adláteres, que sea la ciudadanía la que recobre todo su protagonismo, expresando su radical oposición a todo lo que se viene gestando. Con esto, una persona de izquierdas y ejemplar–así le consta a nuestros aires, que la conocen bien y saben de su grandísima, generosa y noble dedicación a la defensa de “todo” el pueblo vasco desde una posición, ¡miren por donde!, de leal militante socialista- acaba de compendiar un conjunto de argumentos que vuelve del revés el discurso de ZP y sus consejeros. Esta miembro fundador de Ciudadanía Democrática dice que no hay claudicación posible ante ETA, y para qué perdernos en disquisiciones en defensa de esta tesis, si lo mejor es transcribir aquí el aludido artículo, que debería leer una y cien veces ZP:
La situación es grave. Dramática me atrevería a decir. Los peores augurios que desde un primer momento se cernían sobre el "proceso de negociación" (en realidad de claudicación) del Gobierno del señor Rodríguez Zapatero con ETA-Batasuna se han confirmado y la pasada semana el diario proetarra Gara, en información que no ha sido desmentida por fuentes oficiales, anunciaba contactos entre responsables del PSE y de ETA-Batasuna desde febrero de 2004 (es decir, con anterioridad a la llegada al poder del señor Rodríguez Zapatero). Evidentemente, de confirmarse lo anterior, ello refrendaría las tesis de los que, desde un principio, sosteníamos que el Gobierno de la Nación estaba, además de jugando con fuego, traicionando a todos los españoles, pues el proceso abierto suponía, de facto, legitimar a los terroristas por un lado y, por otro, romper España.
Ante un horizonte tan distorsionado en términos políticos uno se pregunta: ¿qué tiene que negociar un Gobierno democrático con un grupo de asesinos confesos sin el más mínimo síntoma de arrepentimiento por los actos cometidos? Lo dramático, en este momento histórico, son frases como las de Patxi López a la salida de la reunión con Arnaldo Otegi, cuando afirmaba que aún se deberían realizar concesiones más amplias a los proetarras, concesiones que fueran más allá del simple acto de reunirse con ellos. Personalmente me sigo preguntando: ¿no reflejan tácitamente esas palabras y el mismo inicio del llamado "proceso para la paz" que el PSOE ya paga un precio político a la banda terrorista? Pero, es más, ¿dónde están, salvo contadas con los dedos de una mano, las voces críticas de mi partido, el PSOE, ante dicho "proceso"? ¿Dónde están todos aquellos que formaban parte de la Ejecutiva del PSE en tiempos de liderazgo de Nicolás Redondo Terreros y que justificaban la necesidad de unir a los dos grandes partidos (PSE-PP) para sacar del poder al nacionalismo vasco? Por cierto, una inmensa mayoría de esa Ejecutiva continúa en la actual, incluido Patxi López, y no muestran ni el mínimo sonrojo cuando se les cuestiona su cambio de postura. ¿Mentían entonces o mienten ahora? Cada vez que reflexiono sobre los interrogantes anteriores tiemblo y más cuando pienso que muchos de los que se sentaban con Fernando Buesa y conmigo en esa Ejecutiva hoy continúan sentados en la actual, habiendo sido capaces de negociar y realizar concesiones a los asesinos de Fernando.
Incluso, desde la experiencia personal acumulada en los últimos años, me atrevería a ir más allá y a afirmar que si todo esto le explotara en las manos al señor Rodríguez Zapatero –algo muy lógico porque quien pacta con asesinos y criminales siempre pierde–, veremos aflorar voces de dirigentes socialistas que hoy callan (y, por lo tanto, otorgan) y a otros que levantan su voz apoyando el "proceso" y que sostendrán sin sonrojarse que lo que ocurra en el futuro se veía venir, volviendo a subirse sin ningún pudor al caballo ganador.
A la vista del referido comportamiento por parte de nuestros dirigentes políticos es el momento de la ciudadanía, y por ello, debemos expresar nuestra radical oposición ante lo que viene gestándose. Cada paso, además de ser irreversible, nos acerca más al precipicio. No expreso nada original si manifiesto las consecuencias inderogables (en forma de precio político) que el Gobierno del señor Rodríguez Zapatero y, por derivación, todos los españoles tendremos que asumir a resultas del "proceso de claudicación ante ETA". En breve asistiremos a decisiones como la legalización de Batasuna, el reagrupamiento de los presos de la banda terrorista en las cárceles vascas o de comunidades limítrofes, procesos masivos de indultos a los asesinos y a sus cómplices, ejercicio del "derecho" de autodeterminación vía referéndum –pues esto era a lo que se refería el presidente del Gobierno cuando en su comparecencia ante los medios, en una sala contigua al lugar donde se reúnen los representantes de la soberanía nacional, afirmaba que respetaría el "derecho de los vascos a decidir"–, e incluso, a pretensiones territoriales del nacionalismo vasco sobre Navarra. Evidentemente, lo anterior se nos "servirá" en pequeñas dosis y de manera progresiva. Ahora bien, nadie debe dudar lo más mínimo que esta es la hoja de ruta establecida por ETA-Batasuna y que, nuestro Gobierno, de forma absolutamente irresponsable se muestra dispuesto a negociar.
Lo que cabe preguntarse es con base en qué extraña decisión el señor Rodríguez Zapatero ha accedido a aceptar como interlocutor válido a un grupo de criminales y, por lo tanto, a abrir una negociación legitimando sus reivindicaciones cuando la derrota definitiva de ETA por parte del Estado de Derecho parecía más cercana que nunca. Desde mi punto de vista podría existir una respuesta que me arriesgaré a expresar: ETA-Batasuna y el Gobierno de la Nación constituyen los dos actores que interactúan en este mal llamado "proceso para la paz". Cada uno de los mismos mantiene su hoja de ruta con sus correspondientes intereses. Los de ETA-Batasuna han sido ya expuestos, los del Gobierno se nos clarifican por momentos: cambio del modelo de estado y del modelo de sociedad como fórmulas para garantizar la permanencia indefinida en el poder. Ambos intereses posibilitan que esas dos hojas de ruta se unan y para evitarse problemas intentan anestesiarnos vaciando de significado a las palabras. Nos hablan de "nación" para referirse a lo que hasta ayer denominábamos "Comunidad Autónoma", de "negociación para la paz", de "diálogo", de "proceso democrático"... pero bajo términos como los anteriores se esconde la trampa que nos debilita y destruye. A las palabras se les han hurtado su sentido y les han hecho partícipes del ceremonial de la confusión, de la mentira. Para combatirlo debemos desenmascarar el engaño y manifestar públicamente la verdad. Verdad que se encuentra en "lo fáctico", es decir, en los hechos y, por lo tanto, en la realidad.
Considero que en el momento actual debemos aunar fuerzas entre quienes repudiamos la falsedad y el mal denominado "proceso para la paz" que no es otra cosa que una claudicación de nuestros gobernantes y una imposición a las demócratas por parte de los asesinos y sus cómplices. Verifiquemos el sentido de las palabras, combatamos las mentiras y demostremos nuestro coraje cívico-democrático.
Aires de La Parra
Últimos comentarios