El enfrentamiento de Israel con la organización terrorista Hezbollah ha provocado una desestabilización de tal magnitud en el Medio Oriente de este planeta que podría derivar en una guerra imprevisible por sus resultados.
Los secuestros de soldados perpetrados por Hamas y Hezbollah han reabierto viejas heridas en Israel, a quien se le hace difícil olvidar el rapto de tres militares en octubre de 2000, materializado también por Hezbollah, luego de que Israel se retirara del sur del Líbano. Sólo cuatro años después pudieron recuperarse sus cuerpos sin vida a cambio de la liberación de 400 prisioneros palestinos.
Frente al reciente secuestro de militares israelíes, el gobierno de Olmert ordenó atacar varias áreas en Beirut y en el valle de Bekaa, donde están concentrados el liderazgo y la milicia de Hezbollah. Esa organización extremista, liderada por el sheik Hassan Nasrallah, respondió con una lluvia de misiles. Los analistas sostienen que ese grupo dispone no sólo de cohetes de corto y mediano alcance, sino también de algunos de origen iraní de mayor alcance y potencia, todavía no utilizados.
Desde hace años Hezbollah controla el sur del Líbano, como si fuera un Estado dentro de otro Estado, sin que el gobierno central del país pueda impedirlo ya que, por su debilidad, es incapaz de implementar la resolución 1559 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que, en septiembre de 2004, le ordenó el desmantelamiento de las milicias armadas de ese grupo, algo que ciertamente no ha ocurrido. Ocurre en esta circunstancia algo que tiene algún parangón con los largos años durante los cuales los gobiernos españoles se desesperaban pidiendo al Gobierno francés que fuera duro con la banda terrorista ETA y que tenía su retaguardia en el sur de Francia. Sin duda, durante años los etarras se sentían seguros en el sur de Francia, y no fue hasta que a partir de 1977, en que los distintos gobiernos franceses asumieron que España ya era una democracia, cuando comenzaron a cercar a ETA, y sin duda la colaboración de Francia ha sido esencial para que la banda terrorista esté hoy contra las cuerdas.
Pues bien, la diplomacia israelí recuerda a menudo hechos de esta especie, preguntando qué pensaríamos los españoles, por ejemplo, si desde el sur de Francia nos hubiesen atacado los etarras con misiles y cohetes. Algo que al cuestionárselo a la periodista Julia Navarro ha respondido ésta que “desde luego no habríamos bombardeado París, porque hubiese sido responder a una animalada con otra animalada”. Ante ello, siempre surgen para el pensamiento oficial israelí unas preguntas inevitables: ¿y por qué en Europa, y sobre todo en España nunca preocupan las víctimas israelitas? ¿Por qué los dirigentes europeos no piden a Hezbolá que no maten a los niños judíos, que no destruyan sus ciudades? Junto a estas interpelaciones están las realizadas por los israelitas de a pie, los ciudadanos acostumbrados y normales: ¿Por qué solo condena la comunidad internacional lo que nosotros hacemos, olvidando que es una reacción al ataque recibido? ¿Es que no tenemos derecho a defendernos? ¿Tenemos que dejarnos matar por Hezbolá?
Con toda evidencia hay que reflexionar seria y responsablemente sobre este asunto porque lo único cierto es que en Oriente Medio la acción-reacción es una constante, independientemente de quién tire primero la piedra, si unos u otros, y lo peor es que en estos momentos no se vislumbran lideres, ni en Oriente Medio, ni en Europa, ni en Estados Unidos, capaces de parar la locura desatada, y obligar a las dos partes, israelitas y palestinos a retomar la hoja de ruta para la paz.
En el frente libanés, Israel persigue tres objetivos: liberar a los soldados secuestrados; destruir los misiles de Hezbollah y sus respectivos equipos de lanzamiento, y conseguir que en el sur del Líbano se establezca una zona en la que, primero, una fuerza de paz internacional y, luego, el ejército de ese país controlen efectivamente el territorio, de manera que se impidan los ataques a civiles israelíes. Por esta razón es difícil que interrumpa su ofensiva hasta asegurar, de un modo u otro, la consecución de esos objetivos.
El gran peligro es que el conflicto se extienda a países vecinos, como Irán y Siria. Hasta el momento ambos se han manejado con cautela, pese a que el presidente del Parlamento iraní acaba de afirmar que “la guerra contra Israel apenas ha comenzado y ya no hay lugar alguno seguro en Israel”, lo cual es altamente preocupante.
El momento, por su gravedad, convoca a la comunidad internacional a un esfuerzo por tratar de pacificar la región, detener las hostilidades y asegurar que no continúen. Para esto parece indispensable poner a disposición del gobierno libanés los medios oportunos que le permitan recuperar el pleno ejercicio de su soberanía en el sur del territorio, desarmando a Hezbollah y evitando así futuras provocaciones que puedan quebrar la siempre frágil paz. La tarea no es sencillo porque la minoría shiita, la primera del Líbano, apoya con fervor nacionalista la acción de los milicianos de Hezbollah, organización de la que reciben asistencia social sustantiva. El esfuerzo, entonces, debe ser doble. Detener las hostilidades y trabajar, después de ello, para que las razones que lo alimentan puedan ser desactivadas.
Las Naciones Unidas asimismo deben tener un papel decisivo en todo este conflicto, por cuanto le corresponde directamente su control en cuanto afecta a sus tareas pacificadoras. A la comunidad internacional, y específicamente a la Unión Europea le cabe, además, desde la acostumbrada política de Bruselas hacia la paz, un papel igualmente importante y protagonista por su peso decisivo en la diplomacia internacional. En este sentido, debe cooperar con el Consejo de Seguridad en levantar con urgencia esa denominada fuerza de interposición, apta para acabar con el intercambio de misiles entre las dos poblaciones civiles enfrentadas y, con simultaneidad, trabajar estratégicamente para que los choques de militares y guerrilleros se frene cuanto antes.
IBLNEWS en la “U.S. Hispanic Edition” de hoy se pregunta también si se prepara la guerra en Oriente Medio, y ofrece el siguiente mensaje de Observador:
El portal electrónico de la inteligencia israelí "debka", el mismo que anticipó 7 meses antes los ataques del 11 de Septiembre y que está considerado como la voz "oficiosa" del Mossad, anticipa una escalada bélica muy grave en Oriente Medio con el viaje de Ari Larijani, negociador del asunto nuclear iraní y consejero de seguridad nacional, a Damasco, que serviría para dejar claro que cualquier ataque de Israel a Siria por la crisis libanesa se vería como un ataque a Irán en virtud del pacto de defensa firmado entre los dos países hace más de un año.
Estados Unidos, por otra parte, acusó a Siria e Irán de ser los máximos responsables del secuestro de dos soldados israelíes al norte del país.
Según el citado portal electrónico, las fuerzas armadas sirias se encuentran en un estado de total preparación y la fuerza aérea y naval iraní, así como sus plataformas de lanzamiento de misiles están en máxima alerta por la marcha alarmante de los acontecimientos.
Mientras un comandante israelí amenaza con dejar Líbano como "hace 20 años", cuando Beirut era arrasada día sí y día también por la guerra civil libanesa y los bombardeos israelíes,el otro día y por si fuera poco, el presidente de Irán lanzó la más grave y directa amenaza Israel y a Occidente en general en una conferencia en Tabriz, al nordeste de Irán.
Según Ahmadinejad "El régimen sionista no sólo está contra los musulmanes, sino contra toda la humanidad y busca la dominación mundial" para advertir después que "por primera vez se dan las condiciones para aniquilar a Israel" y "muy pronto", "el mundo podrá observar el rápido colapso del régimen sionista" ya que "la furia de las naciones musulmanas está creciendo cada día más, y muy pronto alcanzará un punto de explosión, cuando estalle la ira islámica las ondas expansivas llegarán a cualquier parte del mundo y sacudirán a los colaboradores de este régimen falso(Israel)" por eso "los régimenes occidentales que apoyan a Israel deben retirar su apoyo antes de que sea demasiado tarde."
Enlaces:
h**p://www.debka.com/
h**p://www.iranmania.com/News/ArticleView/Default.asp?NewsCode=44279&NewsKind=Current%20Affairs
La subnormalidad fundamentalista de unos y de otros somete el problema grandes dudas. Luke Baker en su artículo para Reuters de ayer decía que los dos hombres al frente de cada lado de la espiral de guerra entre Israel y Hizbollah nunca se han conocido, probablemente nunca lo hagan y no podían ser más diferentes ideológicamente. Pero, y esto es lo grave e inquietante, las decisiones del primer ministro israelí Ehud Olmert y del líder de Hizbollah, Sayyed Hassan Nasrallah, afectarán a millones de personas en sus países y más allá de sus fronteras, mientras se profundiza la confrontación. El quid radica, sin embargo, en lo dicho por Baker; es decir, que el conflicto, más allá del secuestro de dos soldados, está más allá de las personalidades, pues “refleja un enfrentamiento de visiones entre dos hombres determinados a reformar la región a su gusto”.
Para Olmert, un ex alcalde de Jerusalén de 60 años que asumió como primer ministro hace sólo tres meses con una escasa mayoría, ha sido una oportunidad para conseguir apoyo para su liderazgo luego del mandato de Ariel Sharon .
Nasrallah, un erudito religioso de 46 años que cuenta con un fuerte apoyo entre la mayoría musulmana chiíta del Líbano y más allá de ese país, ha mostrado sus agallas a sus partidarios iraníes y sirios y que la batalla de 24 años de Hizbollah con Israel sigue con fuerza.
Luego de una semana de combates, sondeos de opinión en Israel indican que la popularidad de Olmert está muy alta, con un 86 por ciento de los encuestados diciendo que la guerra contra Hizbollah es lo correcto y el 78 por ciento manifestando que el primer ministro judío está haciendo un buen o muy buen trabajo.
En un discurso de 20 minutos en el Parlamento brindado el lunes, Olmert fue entusiasta y retórico, silenciando a la normalmente impaciente cámara cuando señaló su determinación de llevar la lucha contra Hizbollah, un grupo que desearía borrar del mapa a Israel.
"Hay días en la vida de una nación cuando debe mirar a la realidad y decir: suficiente es suficiente. Y yo digo a todos, que hemos tenido suficiente," afirmó ante los miembros del Parlamento.
Por su parte, Nasrallah no ha sido menos visible o entusiasta. A pesar de que decenas de ataques áreos israelíes, muchos de los que estuvieron dirigidos contra su casa y oficinas, continúa apareciendo en televisión para denunciar al Estados judío y amenazar con una guerra total en extensos discursos que han conseguido el apoyo popular.
Dos horas después de que su casa fue bombardeada, llamó a los canales de televisión decirles a los libaneses que miraran por sus ventanas y observaran un barco de la armada israelí incendiándose frente a la costa de Beirut, luego de ser atacado por un misil guiado por radar.
Mientras que era tímido y casi desconocido cuando se convirtió en el jefe del grupo Hizbollah en 1992, a la edad de 32 años, Nasrallah ha llegado a transformarse en una personalidad elocuente y carismática, cuentan quienes lo han conocido.
Con barba, anteojos y vestido con un turbante negro que denota una descendencia del profeta Mahoma, Nasrallah cuenta chistes en sus discursos, que están más vinculados con la política que con la religión.
Al igual que su base de apoyo en la comunidad chiíta en el Líbano, se ha ganado el respeto de toda la sociedad, particularmente tras la retirada israelí de su país en el 2000, por la que muchos ciudadanos atribuyeron a Hizbollah.
Mientras es incierto si su estrella permanecerá alta a través de la actual crisis, debido a la destrucción que Israel ha causado en el Líbano en los últimos seis días, sus financistas en Siria e Irán apreciarán la guerra de su aliado contra el estado judío.
Lo que aún está por verse, como termina diciendo Baker, es quién pestañará y quien sobrevivirá. Una incertidumbre que, entienden nuestros aires, pesa sobre toda la Humanidad, a consecuencia del fundamentalismo de los estúpidos.
Aires de La Parra
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