El titular destacado en los diarios españoles hoy es el boicot a Rajoy y Piqué en un acto electoral en Granollers, derivado de la campaña del “No” de los populares a la reforma del Estatut catalán.
Si hace unos días Rajoy fue abucheado en un mercado de L'Hospitalet de Llobregat, la visita de ayer del líder del PP a Granollers ha estado marcada por la tensión, puesto que ha tenido que abandonar la ciudad en una furgoneta del partido mientras un grupo de jóvenes, entre los que había algunos de estética okupas, le insultaba y lanzaba algunos huevos.
Horas antes del inicio del mitin, varias decenas de los jóvenes que después provocarían los incidentes se habían concentrado a las puertas del teatro con cacerolas y silbatos, y han roto un cristal.
Al ver a ese grupo de jóvenes, que llevaban pancartas con lemas como "Por la paz en Euskadi, PP basta" o "Rajoy fuera de Granollers", Rajoy y Piqué entraron al recinto por una puerta lateral. Una vez adentro, ambos fueron coreados por la militancia, que ha gritado vivas a "España, a Cataluña y al PP".
En su intervención, Piqué dijo al auditorio que la gente que intentaba boicotear el acto tenía la misma "definición que me habréis visto dar en el inicio de la campaña". "No la voy a repetir porque queda mal, pero lo podéis decir vosotros", ha añadido en alusión a cuando tildó de "hijos de puta" a dos jóvenes que le habían llamado fascistas al inicio de la campaña.
"Que sepan estos de fuera que no nos vamos a acobardar ni a achantar", ha sentenciado Piqué, que a continuación ha acusado a "personajes" como Montilla o Saura de alentar estos incidentes.
Por su parte, Rajoy, en la misma línea que Piqué, dijo que "no aceptamos lecciones de gente que no da razones ni argumentos, que lo único que hace es eslogans y que luego cuando a uno le impiden hablar tienen la desfachatez de celebrarlo".
"Con esos padres, este Estatut no es aceptable para nadie", sentenció Rajoy, que ha subrayado que el PP catalán "ejercerá su libertad hagan lo que hagan unas personas o unos dirigentes políticos irresponsables", al tiempo que ha insistido en que el PP "va a seguir dando la batalla".
Piqué y Rajoy no pudieron abandonar el lugar del mitin hasta un cuarto de hora después de que acabara, puesto que grupos de jóvenes independentistas rodeaban las diversas puertas del recinto ataviados con banderas independentistas y cacerolas.
Militantes del PPC se encararon con el grupo de jóvenes y los Mossos d'Esquadra policía ha tenido que crear un cordón policial para que Rajoy, Piqué y otros dirigentes populares abandonaran el recinto en una furgoneta privada. Tras ello, se han sucedido enfrentamientos en las calles próximas al teatro entre agentes de la policía autonómica y jóvenes, que les han tirado cazuelas y otros objetos.
Mossos d'Esquadra informó de que no se han producido detenciones y que los "dos huevos" que han sido lanzados han impacto al suelo, sin alcanzar a los dirigentes populares. La policía autonómica catalana, que ya había avisado al PP a las 15.00 horas sobre posibles incidentes, según fuentes del PP, ha destinado al operativo de protección alrededor de 40 agentes.
En la acera de enfrente, el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, de campaña también, no lo olvidó ni cuando se sentó ayer a la mesa con miembros de la judicatura catalana, a los que pidió su «apoyo activo» para que «defiendan» el texto ante «aquellos que querrán utilizar argumentos pretendidamente técnicos o legales para intentar cuestionar la legitimidad del nuevo texto salido de las urnas», en clara alusión al anuncio del PP de presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional contra la reforma estatutaria si es refrendada el 18 de junio.
El auditorio estaba formado nada menos que por 250 personalidades del ámbito judicial, entre los que se encontraban, la presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), María Eugenia Alegret; el ex fiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo; el abogado y ex dirigente de CiU Miquel Roca, y el director del Instituto de Estudios Autonómicos y asesor de la redacción del Estatuto, Carles Viver Pi i Sunyer, entre otros representantes del mundo judicial, fiscal y de la abogacía en Cataluña. Durante la comida-coloquio organizada por la plataforma Juristas y Estatuto en un hotel barcelonés -donde compartían mesa y mantel abogados de la acusación y de la defensa del «caso Turismo», un caso de presunta financiación irregular de UDC (Unión Democrática de Cataluña), entre otros comensales-, el mandatario catalán expresó su temor a que la Ley Orgánica del Poder Judicial, actualmente en trámite parlamentario, «recorte» la facultad estatutaria de que Cataluña disponga de una justicia propia, “de una justicia catalana”.
Maragall subrayó que el poder judicial «no ha seguido» el proceso de descentralización del Estado Autonómico y aseguró que con el nuevo texto se resolverá esta situación «anómala y anacrónica» de la Justicia. «El Estatuto es pionero en el despliegue de elementos federales de nuestro sistema judicial», resaltó tras apostar claramente por una justicia de proximidad porque «la distancia no es garantía de independencia e imparcialidad». El presidente catalán aseguró que el cambio de modelo judicial - «una mayor aproximación a los ciudadanos y al territorio», apuntó- mejorará la celeridad y la calidad de este servicio y protegerá «mejor los derechos linguísticos».
También destacó que el TSJC será la última instancia judicial en la comunidad catalana, lo que a su entender lo convertirá en un «auténtico tribunal de casación», excepto en la unificación de doctrina, que continuará en manos del Tribunal Supremo: «Por todo ello, les pido el apoyo activo al nuevo Estatuto el próximo día 18 de junio y, especialmente, el día después».
Miquel Roca, uno de los ponentes de la Constitución de 1978, pidó también a sus colegas que votarán «sí» al texto de 2006 «como ciudadanos, no como juristas» porque es «más bueno» que el de 1979. El dirigente de CiU aseguró que un «sí» masivo en el referéndum «frenará» las intenciones de los que quieren «recortar» el texto tras la consulta.
Los presentadores del acto, los abogados Olga Tubau y Eduard Segarra, mostraron las «inquietudes» del colectivo ante los cambios en el Poder Judicial, aunque también pidieron el «sí» «para acabar con el clima de crispación y no volver a empezar de nuevo».
El Mundo y La Vanguardia han dedicado sendos editoriales a comentar el incidente de Granollers. José Antich, el director de ese último diario, ha sido muy explícito: “Más allá de las posiciones políticas que defiende cada uno, Catalunya ha sido y debe seguir siendo tierra en la que el uso de la palabra de cualquiera no debe ser un impedimento”. ¡Pues claro, hombres! El problema, el grave problema que padece ahora esa Comunidad autónoma es que, como decía tiempo atrás Ignacio Camacho, tienen ahí a un presidente, el Maragall, que va de innovador, de pionero, “un tipo que siempre trata de estar en la vanguardia y ha convertido a Cataluña en un laboratorio de experimentación al servicio de la ingeniería política de Zapatero”. Y goza de amplios visos de verdad ese comentario, que discurre y pone constantes analíticas, para corroborar la gran hipótesis de que “todo lo que está ocurriendo en España se ha ensayado antes, como en una probeta, en el escenario catalán”:
Allí se produjo primero la alianza de los socialistas con la izquierda poscomunista y los independentistas republicanos, con exclusión expresa de todo acuerdo con el PP. Después, Carod se fue a explorar el diálogo con los terroristas y obtuvo de éstos una tregua territorial limitada. Luego, vino el proceso de redacción del Estatuto, que es como el piso piloto para el futuro marco jurídico vasco. Y finalmente, Maragall ha llevado al Gobierno a un antiguo terrorista, mostrando a batasunos y etarras los beneficios de una retirada a tiempo. Quizá más pronto que tarde, a la vuelta de un año, veamos a Otegi y sus chicos de la gasolina convertidos en próceres. Al menos, alguien debería aprender del «caso Vendrell» que al que ha usado alguna vez la dinamita se le queda la costumbre de reventar lealtades.
En el galimatías catalán, del que son culpables ante todo y por encima de todos ese “tripartito” de pegote, con una ERC esperpéntica hasta los límites permisibles, las agresiones y el boicot a Rajoy y su partido, a parte de antidemocráticas, dan un poco el carácter y la fisonomía de un proceso lleno de quiebras, del cual son culpables fundamentalmente los dirigentes políticos (todos, de uno y otro signo), que en todo instante han demostrado que no poseen la capacidad suficiente para tomar el pulso a la realidad. Y la mejor prueba de esto la están dando ciertos encuestados, como esa mayoría de votantes del sí que refrendarán el nuevo estatuto, que, a tenor de esos datos indagados, ahora resulta que es desconocido por casi un 90 por ciento de los encuestados. ¿No hay en todo esto una contradicción subyacente de primera magnitud? ¿Dónde está aquí ese catalán (pueblo) tan responsable, culto, práctico, etc.? ¿No será acaso que en todo esto hay mucha literatura e invención? Y así podríamos seguir cuestionando a la política y a la sociedad catalana hasta un amplio cúmulo de kilométricas preguntas, que desembocarían en la gran plaza de la España real a la que nos va dirigiendo el autobús de ZP; una plaza que, curiosamente, Roberto Dorado nos fotografía –incidentalmente- en su siempre férreo análisis político que mensualmente viene dando en la revista Temas para el debate, de orientación socialista. Así, en el número 139 de junio de 2006, esa plaza a la que empujan nuestros aires, se va urbanizando por esa cuadrilla de dirigentes políticos que no analizan las demandas de los ciudadanos con suficiencia y, de este modo, articular los cambios necesarios. Por el contrario, como desde hace semanas venimos denunciando aquí, este procedimiento es el único que nos cabe para evitar complicaciones superfluas, enfrentamientos y convulsiones. La HORA DE ESPAÑA reclama de ZP, MR (Mariano Rajoy) y de centenares de dirigentes políticos que no olviden estas premisas, que han de estar siempre por encima de las demandas y las ambiciones particularistas donde priman los intereses de sus territorios.
Pero al resto de los millones de ciudadanos, que estamos por el gran halo de la Historia, ninguna pandilla de “desdichados” podrá hacernos cambiar de opinión al ver durante esta semana, la del referéndum sobre el Estatuto de Cataluña, cómo se recrudecen los ataques al PP y, dada su insustancialidad, los golpes volverán a caer sobre la efigie de Mariano Rajoy. El «no» que propugnan los populares, como reafirma Manuel Martín Ferrand, es una destilación de buen sentido nacional lejano de una claudicación nacionalista, algo que irrita a los demás. A unos porque atenta directamente contra el separatismo que les da de comer, y no sólo políticamente hablando, y a otros porque pone en evidencia la falacia de su «no», meramente diferencial y electorero. Pero con la Ciencia Política en la mano, aquellos que centramos nuestros ejes observadores y descriptivos en la solvencia razonadora de la sinceridad legítima, el pensamiento político neutral y congruente nos dirige a coincidir de lleno con Martín Ferrand, que afirma hoy mismo en ABC:
Darle leña a Rajoy, algo que facilitan la impericia de su equipo mediático y la zafiedad de muchos de sus más fanáticos amigos, se está convirtiendo en un deporte nacional. El PP, por constitucional y verdaderamente nacional -de la Nación- molesta al oportunismo en porciones con que opera el PSOE -PSC, PSV...- y a todos los grupos y grupúsculos que, sin más fuerza real que la del victimismo nacionalista, convierten o pueden convertir en mayoría situaciones como las de Zapatero y Maragall. Con un sistema electoral como el nuestro, que no es representativo, puede darse cualquier aberración que conduzca al poder mediante el pacto siniestro de la exclusión de las mayorías si éstas no son absolutas.
La demonización de Rajoy, a la que no son ajenos algunos de sus pretendidos sucesores, es una operación fascistoide con la que la propaganda zapaterista trabaja ya activamente en previsión de un adelantamiento electoral. Al líder del PP le aconsejan algunos de sus próximos, los que mejor le quieren, lo que sus oficiales más cercanos aconsejaban a Lord Nelson en vísperas de la batalla de Trafalgar, que se despoje de sus señas de almirante para dificultar la labor de los tiradores enemigos. Rajoy, como Nelson, no quiere renunciar a los entorchados que le adornan y, además y sobre todo, si no disparan contra Rajoy, ¿contra quién podrían hacerlo sus adversarios? Es la única pieza notable y fundamental de todas las que pueblan los desordenados pasillos de Génova. Zapatero puede ser perverso, pero no es tonto y sabe, por ejemplo, que un abucheo en L´Hospitalet tiene más componentes en la incapacidad de Josep Piqué que en la saña activa de José Montilla.
Aires de La Parra
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