Hoy mismo se han instruido nuestros aires en El País sobre un nuevo proyecto de ciudad que rompe por completo con los esquemas –que no modelo, puesto que Cuenca no lo tiene, ni lo tendrá con el actual equipo de gobierno municipal- que acaba de denunciar El Comunicador Activo en La Vanguardia de Cuenca, llegando a culpar a su alcalde y al concejal-portavoz de la oposición de unas responsabilidades que, inexcusablemente, demandan a ambos que se apeen de la actividad política.
Contra lo que sucede en este altozano castellano, aparcado, poco dinámico y nada creativo que nos imponen estos alcaloides de la “cosa pública" a los habitantes de la confluencia de los ríos Huécar y Júcar, desemboca éste, sin embargo, a unos kilómetros (en Cullera) de otra ciudad, de Valencia, donde está planteándose otro tipo que responde mejor y combate plenamente el subdesarrollo social que nuestro editor ha denunciado en Cuenca. En efecto, nos referimos a Sociópolis, un proyecto genial elaborado por 18 arquitectos que va a edificar un nuevo tipo de hábitat solidario.
Sociópolis nació como un masterplan realizado por varios arquitectos para la Bienal de Valencia en 2003. El proyecto, dirigido por el arquitecto valenciano Vicente Guallart, proponía un nuevo tipo de barrio integrador que planteara nuevas tipologías de vivienda para los nuevos formatos sociales (jóvenes que viven solos o compartiendo pisos, personas mayores tuteladas, inmigrantes o familias monoparentales). La idea, redondeada y asumida por la Generalitat, será materializada en la pedanía La Torre, al sur de Valencia, sobre 350.000 metros cuadrados.
Miquel Alberola nos informa de las singularidades del indicado masterplan:
Dietmar Steneir, el director del Architekturzentrum de Viena, donde se expuso el proyecto antes de ser mostrado en el MOMA de Nueva York, destaca tres elementos singulares en Sociópolis: es un barrio diseñado con una intención única, puede conjugar el medio ambiente y la arquitectura de una manera avanzada y no romántica, y mantiene que la arquitectura es importante para construir barrios normales y no sólo para las cuestiones simbólicas.
Dentro de esos parámetros, y conservando las trazas agrícolas para generar un tipo de ciudad basado en el hortulus mediterráneo, el nuevo barrio albergará 2.800 viviendas protegidas (659 en régimen de alquiler) y 460 de renta libre. Además de Guallart, que ha proyectado una sugestiva torre para viviendas de alquiler para jóvenes, otros arquitectos, como Toyo Ito (con una residencia de ancianos que incorporará unas viviendas tuteladas para personas mayores), Willy Müller, Ábalos & Herreros, François Roche, MVRDV, Winy Maas, Duncan Lewis, Lourdes García Sogo o Eduardo Arroyo, entre otros, vestirán con sus proyectos este barrio, que persigue 'viviendas excelentes frente a viviendas dignas'.
Guallart sostiene que, a diferencia del siglo XX, en el que el urbanismo era el propio de la era industrial, el del siglo XXI tiene que responder a una nueva conciencia en relación con el entorno y el paisaje. 'Sociópolis trata de compatibilizar el crecimiento de la ciudad y el respeto al medio ambiente', razona. El proyecto, según este planteamiento, desarrolló una propuesta urbana con zonas verdes no abstractas, a diferencia de lo que proponía Le Corbusier. 'Sociópolis es un parque proyectado como una calle con actividad precisa, muy habitado y muy social', ilustra.
Su filosofía es fomentar la interacción social en una secuencia de espacios públicos determinados, que ofrecen actividades deportivas, agrícolas y culturales, a los que se vincula una red de equipamientos diversos. Asimismo, el nuevo barrio impulsará el uso de las nuevas tecnologías de la información aplicadas a la vivienda y al barrio para permitir que los vecinos puedan compartir recursos, crear redes y desarrollar una conciencia más allá del encuentro físico. En ese sentido, dispondrá de una red de fibra óptica para una Intranet del barrio.
En los últimos diez años la huerta de Valencia ha reducido su superficie en un 20%, lo que implicaría su desaparición en 50 años de mantener ese ritmo. El envejecimiento de la población agrícola y la formidable presión urbanística la sentencian. Varios urbanistas han alertado de que la ciudad sólo puede conservar su huerta convirtiendo su suelo rústico en urbano. Sociópolis, según Guallart, responde a ese planteamiento y además trata de recuperar la tradición de la ciudad con huertos, que definió a la Valencia del siglo XIX. La Consejería de Territorio y la Comunidad de Regantes de la Acequia de Favara han formado un consorcio para garantizar el mantenimiento de los huertos con cultivos ecológicos, así como su sostenibilidad y funcionalidad.
Juan Andrés Buedo, en Cuenca 2005. Un recorrido sociológico por la Ciudad –que el lector puede bajarse desde este blog, siguiendo las instrucciones que se le indican en la columna de la izquierda-, no se cansa de hablar en varios de sus capítulos de esa “filosofía del fomento de la interacción social”. Pero los políticos lelos –así como sus mentores- que por la zona abundan, en vez de leer el libro (¡que tienen gratis!), prefieren salir en las fotos y la pantalla que un sordo les da. Esto, a parte de inaudito y estulto, es una injusticia sin nombre, que nos ponen a todos los que la sufrimos en manos de un catedrático del que hemos hablado poco en los Aires de La Parra, aunque nuestro editor lo hace a menudo en sus clases e investigaciones, porque lleva años aprendiendo de éste, de Vicenç Navarro.
Al hablar de subdesarrollo social, que hemos singularizado en Cuenca, nos referimos a una problemática “total” para el conjunto de la vieja Hispania que, como Navarro destaca en su última obra (El subdesarrollo social de España), nos permite el examen bien encaminado de ese conjunto de medidas, políticas y económicas, que se han venido recrudeciendo y se asocian con la ideología del neo-liberalismo y la promoción de las políticas de estímulo hacia una asumida competitividad, las privatizaciones, la liberalización comercial y financiera, y la obstinada e implacable destrucción de los mecanismos de defensa social del llamado “Estado de Bienestar” que seguimos padeciendo. En la mayoría de los casos los cambios se introducen bajo el pretexto de mayor eficacia económica y de una inexorable globalización, pero, como podemos ver en varios capítulos de Cuenca 2005, tras estos se ocultan obvios intereses de clase. Cuando lo negativo de muchas consecuencias de estas decisiones políticas aparece claramente, se recurre al engaño de atribuirlo a factores pasajeros y se ofrece la falsa perspectiva de un porvenir radiante y futuro. Esto es lo que vienen haciendo en Castilla-La Mancha los socialistas desde hace quince años. Sin embargo, ese futuro no llega nunca, no aparece ni por asomo; siempre esta región constata su tendencia social estable y sus indicadores inamovibles en términos relativos (si lo hicieran en términos absolutos diríamos que los castellano-manchegos son masoquistas).
José F. Pérez Oya en Rebelión expresaba muy bien hace dos días la ausencia de debate público denunciada en “A brief history of neoliberalism” por David Harvey, libro en el que (Pág. 183) delata la casi total carencia de dicho debate, a consecuencia de esas políticas –que El Comunicador Activo ha individualizado hoy en La Vanguardia de Cuenca- que por desgracia se encuentran, a nivel mundial, en fase de expansión. Pérez Oya lo expresa tan firme y concisamente que no precisa otra explicación más que la suya:
Todos los instrumentos ideológicos que sirven en su aplastante mayoría al poder social y mediático del capitalismo globalizado, que van desde supuestos “grupos de reflexión”, (que excluyen a todo pensamiento crítico) una mayoría de cátedras universitarias, y de revistas especializadas, hasta de “paneles de discusión o debate” que, en medios de difusión de masas, opera en la divulgación del llamado “pensamiento único”. Afortunadamente desde hace algún tiempo surgen movimientos cívicos de base que se oponen a la presión ideológica de diferentes formas de poder y que muestran su existencia desde Seattle a Génova, Barcelona, Porto Alegre, Bamako, o Karachi, hasta la reciente reunión de Atenas (en Mayo del 2006). En ellos participan muchos intelectuales críticos ante la irracionalidad e injusticia del globalizado sistema imperante. Su trabajo, que se publicó en el 2003 en el libro: “We are everywhere” por la editorial británica Verso, como el de organizaciones como ATTAC trata de elaborar posibles alternativas a la situación actual bajo el común denominador de que: “Otro mundo es posible”.
Después de lo dicho, y en resumidas cuentas, junto a la lectura de Cuenca 2005, quisiéramos suscitar también aquí el examen del libro de Vicenç Navarro: “El subdesarrollo social de España” (Anagrama, Barcelona 2006); que desearíamos se difundiese al máximo en nuestra provincia y en el conjunto de Castilla-La Mancha. Lo hacemos, no tanto porque su interés rebase el que podría evocar el mismo título, sino porque expone y demuestra nuestra precaria situación social, política y económica, haciéndolo asimismo con gran erudición, valentía y sencillez. Así consigue situarnos dentro de un legado histórico que ha sido determinante en nuestro caso y de un contexto político internacional que influye o limita nuestras opciones. Han de leerlo economistas, políticos y sociólogos de ambos sexos pero, sobre todo, tendrían que acceder a él la gran masa de electores; es decir, toda clase de personas sin titulación académica, dignas de participar en un necesario y democrático debate, facilitado en grado extremo por su claridad y ausencia de esa poco soportable jerga económica, en la que caen a menudo estos profesionales, en cuyos brazos se tumban los periodistas peor dotados. Vicenç no comete tales yerros, antes al contrario, como decimos.
Aires de La Parra
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