La importancia de un acontecimiento, BioCultura, la Feria de las Alternativas y el Consumo Responsable, lleva nuevamente su ilusión, su esperanza y sus alternativas a Barcelona. Esta es la cita que congrega en el Palau Sant Jordi, del 5 al 8 de mayo, la feria más importante del estado español, que espera la participación de casi 600 expositores y más de 78.000 visitantes en su XIIIª edición en la Ciudad Condal.
BioCultura, como decía el último Boletín Vida Sana, mucho más que una vanguardia, es una esperanza. No tiene que ver nada con las utopías, puesto que las ideas llevadas a la práctica son viables, productivas, económicas, posibles, factibles. Por esta misma razón, la feria se ha convertido, con el paso de los años, en un símbolo de cambio, de apertura, hacia un mundo más sostenible de verdad. “BioCultura es el punto de encuentro de los que tienen la esperanza no de que salvemos este sistema (la usura, la contaminación, la hipocresía, la falsía, el egoísmo exacerbado...), sino de que lo cambiemos definitivamente para poder amanecer en una sociedad donde la armonía de todo, de lo que se ve y de lo que no se ve, impere por encima de la desolación”, dictamina el citado boletín, correspondiente a abril y mayo de 2006, publicado por Vida Sana, asociación pionera en el desarrollo de la agricultura biológica en España.
Si bien el sector más importante de BioCultura sigue siendo el de la alimentación biológica, junto a él se afianza una amplia gama de productos y propuestas para la vida diaria, obtenidos con métodos ecológicos, sin presencia de sustancias químico-sintéticas. La feria y los diferentes sectores que la componen siguen creciendo a un buen ritmo, en la medida que la sociedad española en general, y la catalana en particular, va deshaciéndose de los caducos lastres del pasado, de los perjuicios sobre los cambios que necesitamos para dejarle un futuro digno a nuestros hijos.
Pero BioCultura no sólo es una feria de alimentación “bio”. Cuenta también con productos naturales para la higiene y la cosmética; materiales para la bioconstrucción; energías renovables; muebles y decoración para la vivienda y lugares de trabajo saludables; terapias y medicinas complementarias; ahorro y reciclaje; ecología; medio ambiente; turismo rural y casas de reposo; juguetes; artesanías; música; libros y revistas. Asimismo BioCultura acoge a profesionales de cada uno de los sectores y promueve la participación del consumidor, convirtiéndose así en un escaparate de la producción biológica y ecológica en un marco de respeto por las formas de producción basadas, a su vez, en el respeto a la vida.
BioCultura ofrece cerca de 200 actividades paralelas a la actividad comercial. Información libre e independiente que pretende dar las claves para, con nuestras opciones de consumo y nuestros hábitos diarios, optar por la regeneración del medio ambiente. Conferencias, mesas redondas, debates, ponencias, talleres... De las ideas más profundas y espirituales hasta las nociones más prácticas para empezar a dar el gran cambio hacia una vida en armonía con la Madre Tierra. De todo y para todos los públicos. BioCultura es igualmente Zona Declarada Libre de Transgénicos.
Entre las actividades paralelas no faltarán las denominadas “políticas del agua”, que han cobrado una trascendencia enorme en los últimos años, como consecuencia de la sequía padecida en España. El suministro de las demandas de agua en nuestro país supone disponer de 33.000 hm3 de agua limpia cada año, de los que el 70% se dedican a la agricultura. Para acometer esta tarea adecuadamente la Administración Pública española se encuentra con múltiples problemas, que han sido analizados bastante bien en la Revista Temas para el debate, en su número 137, publicado en abril de 2006.
Destaca primeramente el hecho de que España registra una media de 630 mm de lluvia anual, similar a la del área de Londres, por ejemplo, y tiene agua suficiente para abastecer todos los usos y consumos de que viene disfrutando, pero la tiene, casi siempre, en sitios distintos de donde debe usarse, lo cual ocasiona la división de España en una mitad seca y otra húmeda. Por esto mismo, en los instantes en que llegan años secos, el problema se agudiza.
“La sequía de este verano ha sido un spot publicitario, apenas un adelanto de lo que vendrá”. Con esta oscura premonición empezó la breve conferencia sobre sequía y cambio climático que ofreció Jordi Bigues como prólogo al Observatorio Forestal 2005, del cual es coordinador. Anunció el periodista y educador ambiental que, según una previsión del impacto en España del cambio climático, en 30 años el agua disponible habrá mermado en un 25% y el frente de la desertificación habrá avanzado unos 500 kilómetros hacia el norte, lo que hará, por ejemplo, que la Sierra de Madrid empiece a parecerse a las de Murcia y Almería. El autor de Responsarbolidad. Guía práctica para evitar el cambio climático, la crisis ambiental y forestal reclamó, entre otras medidas urgentes, la creación de una “muralla verde” que frene el avance del desierto.
En el dossier entregado al público asistente al Observatorio Forestal 2005 figuraba una nota de prensa de WWF/Adena que advierte de que una tercera parte del territorio del Estado español (especialmente las provincias de Almería, Murcia, Valencia y Canarias) sufre desertificación, un proceso que origina la pérdida anual de 24.000 millones de toneladas de suelo cultivable en 110 países. Adena asegura que la agricultura es uno de las principales culpables de la erosión del suelo, de la sobreexplotación de los acuíferos y de la contaminación de suelos y aguas. La sequía acentúa la necesidad de una nueva política del agua, “que garantice más equidad, más eficiencia y más sostenibilidad”. Este es uno de los mensajes clave del artículo titulado La peor sequía del último siglo del director de la edición española de World Wath, José Santamarta, participante en las ediciones anteriores del Observatorio Forestal. La optimización del uso del agua y la apuesta por tecnologías de desalinización y reutilización de las aguas previamente depuradas serán fundamentales, en opinión de Santamarta, para afrontar los efectos del cambio climático sobre los recursos hídricos.
Simultáneamente tenemos la quema de nuestros bosques irresponsablemente, un área de acción biocultural de primera magnitud, a la que nuestras autoridades han de dedicar medios, personal y sabiduría política. Sin duda, 2005 fue un año dramático en los bosques españoles: 17 personas muertas, unas 155.000 hectáreas arrasadas. “Este año nos ha dejado una sensación de fracaso” dijo Joaquín Nieto, responsable de Medio Ambiente de Comisiones Obreras, en su conferencia sobre los incendios forestales. Las políticas contra incendios son más activas y más decididas cada año, y sin embargo el número de fuegos y la superficie quemada siguen creciendo. Los datos de CCOO indican que la Península Ibérica arde mucho más que el resto del área mediterránea y, con unos 20.000 incendios al año, aporta nada menos que la mitad de los fuegos forestales de toda Europa. Para CCOO, esta calamidad se nutre de tres ingredientes esenciales: la peligrosa composición de la masa forestal y su mala gestión, la elevada intencionalidad en los incendios y el fracaso en su investigación y castigo y el ineficaz sistema de prevención y extinción.
Son el conjunto de datos mostrados un leve acervo del gran fondo de la cuestión, en la que debemos involucrarnos todos los ciudadanos, sin peros ni objeciones: las características geográficas de España y las condiciones de publiometría exigen prestar mayor atención a las políticas del agua y dotarlas de un componente solidario. Desde la Biocultura se viene haciendo ya bastante, aunque ha de incrementarse muchas de las acciones que cuentan por ahora con menos apoyo, básicamente ir diseñando y poniendo en marcha suministros de los caudales necesarios para mantener el nivel de utilidad del agua en todos sus empleos actuales, eliminando excesos innecesarios y diferenciando calidades para los distintos usos; al tiempo que se respeta el medio ambiente cuando se utiliza el agua que se extrae de la naturaleza y se devuelve a ella depurada, una vez usada.
Con esto podemos poner nuestro epílogo, que arranca del editorial del Periódico BioCultura 2006: “Tal vez no podemos cambiarlo todo. Tal vez, que el mundo, que el planeta, pueda seguir siendo soporte de la vida orgánica... no depende total y exclusivamente de nosotros. Pero lo que sí podemos hacer es empezar a introducir cambios importantes en nuestras vidas para que nuestro paso por este valle de lágrimas, como decía el poeta, no contribuya más a la desolación de Gaia. Que cuando dejemos nuestros cuerpos podamos decir que nuestro paso por la Tierra contribuyó a la regeneración de la vida y no a su destrucción”.
Aires de La Parra
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