Se encontraba nuestro editor repasando las clases a impartir esta semana y no tenía pensado añadir otro artículo al blog, pero los aires se han removido y han atacado sus neuronas, nada más leer un acto de manipulación política en la prensa de siempre (El Día, para qué darle cursiva si su carácter está más que demostrado). Nos ofrece ese manejo –consciente o insconscientemente, eso es algo que se deja a la interpretación del periodista que redacta la noticia- a través de las declaraciones de José Manuel Caballero, el vicesecretario del Grupo Socialista en las Cortes regionales de Castilla-La Mancha, que evidencia en su rostro todo el cinismo que rebosa y que le sale hasta por las orejas.
Quiere éste, por todos los medios, que el Partido Popular nombre candidato a la presidencia de la Junta con vertiginosa prontitud, y lo hace con la explícita intención de comenzar el desgaste de éste. Por mucho que intente salirse por la tangente, procurando que no se le vea demasiado su aviesa y pretenciosa voluntad partidaria –clarísima, por otro lado, a tenor de sus mensajes simples-, saca a colación tres puntos de análisis nada objetivos y sí muy “de su gente”, conforme con la metodología empleada en ocasiones como esta por el PSOE, según la disciplina y la estrategia artera del viejo Bono.
De una parte, tacha de “intolerable” que al PP de esta comunidad autónoma le quieran imponer un candidato en la sede nacional de este partido, como si a los socialistas castellano-manchegos esto les significara un determinismo “fraternal”. ¡Qué falso!, porque el miedo que tienen en este justo momento los que ahora se encuentran subidos en el poder de la Junta de Comunidades (o sea, ellos, el PSOE) es que “Génova” nombre un político con categoría, incontestado y reflejo de unidad exterior de los populares –sacados de los debates y movimientos internos que estén llevando a efecto, los cuales no deben trascender hacia fuera, pues en esta línea de liderazgo consolidado y unánime es como deben sus militantes manifestarse-. Un político con los suficientes reflejos y avales que pueda dejar a Barreda con la lengua al aire y su discurso inmovilista en el sobaco.
En segundo lugar, Caballero echa mano del demiurgo tan socialista –viene haciéndolo así desde que les enseñara Indalecio Prieto, la “vieja izquierda”, hace años superada- de poner en medio unos acuerdos previos con el “enemigo”. En este instante los centra en unas conformidades con la dirección regional del PP en acuerdos como la reforma del Estatuto, creyendo el socialista que si Madrid pone candidato, éste no respete aquéllos. ¡Hombre…!, eso tal vez lo haga Rubalcaba, pero no suele ser (lea si no la Historia de Alemania) un uso de un partido asentado en bases demócrata cristianas –gire su vista, sin más, hacia la Señora Merkel- como los populares.
Y, en tercer lugar, con destemplanza y desprecio, avanza el portavoz socialista ya los resultados que van a producirse en las elecciones que deben celebrarse a un año vista. En efecto, sus palabras no dejan ver otra posibilidad que el seguimiento del PSOE al frente del gobierno regional, sea cual sea el candidato, puesto que da por hecho –ni que Caballero fuera militante del PP- que los populares no van a poder superar el déficit que ha tenido en veintitrés años.
Es evidente que parten estos de un handicap serio, pero, si son inteligentes, mantienen la sangre fría y la mente en calma, esta desventaja se la pueden quitar a los socialistas en la misma línea de salida de la carrera electoral. Para esto, sin embargo, necesitan de un conocimiento profundo de las artes y herramientas de la Sociología Electoral.
Para comenzar, tienen que poner de asesor de campaña, desde ahora mismo –incluso antes de nombrar candidato, para “conectar” con los medios de comunicación mucho mejor de cómo lo vienen haciendo esos diputados/as regionales que solo con abrir la boca dan votos al PSOE-, incluso antes de tener nombrado candidato, a un contrastado profesional experto en técnicas de management público, conocedor y dispuesto a aplicar los saberes de Jack Welch, Gary Hamel, Fernando Parrado, L. C. Bonino, etc.
Ese profesional, vista la reacción de Caballero y “sus” sociatas, les dirá automáticamente a los populares que, por ahora, están en el buen camino. Sean conscientes o no, voluntaria o involuntariamente, les están saliendo reacciones marcadas de lo que se conoce como mercadotecnia política inversa. Y esto es un dato positivo y a su favor.
La mercadotecnia moderna es un tipo inverso, como dice Andrés Valdez, profesor de la Universidad de Nuevo México, a la tradicional, que parte de considerar a los proveedores de bienes y servicios (el inicio del proceso), quienes realizan diversas acciones de intercambio (el intermedio) de manera voluntaria con los consumidores o clientes (el final). La nueva mercadotecnia, en cambio, parte del estudio del cliente o consumidor (el final), tratando de conocer sus necesidades, problemas, gustos, valores, actitudes, aspiraciones y expectativas (el intermedio) en la búsqueda de su satisfacción (el final). En esto ha de ganar el PP castellano-manchego al PSOE para desalojarlo del poder en esta región. Y lo logrará a base de estudios bien medidos, que ataquen sin piedad las enormes quiebras que están dejando los socialistas en esta comunidad tras gobernar con una mayoría persistente, rutinaria e ineficaz. Para cinco meses antes de las elecciones el candidato popular debería tener en sus manos el máximo posible de dossieres que sacasen los colores a los muchachos de Barreda. Y esto sólo puede hacerse con una fina mercadotecnica política inversa.
El término inverso significa al revés, opuesto, contrario o contradictorio. Connota una actitud distinta a lo tradicional, opuesta al statu quo, innovadora y diferente. Este concepto se utilizó primeramente en las ciencias exactas, por ejemplo la ingeniería inversa y, últimamente, ha incursionado en las ciencias sociales y administrativas como son los casos de la psicología inversa y la mercadotecnia inversa.
En materia política, la mercadotecnia inversa es entendida como el proceso de conocer las demandas, problemas, necesidades, emociones, sentimientos, valores y actitudes de los electores para buscar un programa político, un partido y un candidato que los pueda satisfacer o resolver. Sin embargo, este término también se utiliza en otras materias diferentes. Primero: como una serie de principios, señalamientos y recomendaciones contrarias a las que se otorgan tradicionalmente en las campañas electorales o en el ejercicio de gobierno. Esto es: plantear las cosas al revés para conseguir los mismos objetivos. Segundo: como un desdoblamiento inverso del acto electoral o del ejercicio de gobierno, partiendo del resultado final, real o hipotético; para, de ahí, analizar las partes del proceso que arrojaron dicho resultado. Tercero: como una estrategia de hacer política apostándole a la antipolítica.
Contra los que piensan que la mercadotecnia política inversa implica sólo un ejercicio académico-filosófico, sin aplicación en la realidad, porque todo fenómeno o proceso político responde precisamente a cierta racionalidad, podemos afirmar que esta es una idea equivocada. Existen cantidad de ejemplos que suscriben que las decisiones y acciones de los ciudadanos de un Estado democrático no siempre pueden caracterizarse como racionales. Más bien, mucha gente asume actitudes y posiciones contrarias a quienes las impulsan, independientemente de si éstas son o no coherentes, adecuadas o racionales. Esto se hace simplemente por mostrar, por parte del individuo, cierta resistencia u oposición a la persona, corriente u organización que emite dicha orden o disposición.
Esto pasa con muchos electores y políticos. Si les dices que hagan una cosa, seguramente harán lo contrario. De ahí la importancia de acudir a la mercadotecnia inversa como una forma de conseguir resultados, simplemente usando medios distintos a los que la lógica racional puede indicar. Esto no implica, de ninguna manera, decir que la mercadotecnia inversa y la racionalidad son dos cosas diferentes. Al contrario: hay cierta racionalidad en los principios de la mercadotecnia inversa, ya que tradicionalmente el ser humano ofrece ciertas resistencias a las órdenes, indicaciones, advertencias o recomendaciones que una persona, autoridad u organización da. Esta resistencia u oposición se manifiesta claramente y con mayor frecuencia cuando es un político quien emite esta orden o indicación, ya que generalmente los políticos están desprestigiados, gozan de poca credibilidad y aceptación social.
Los objetivos y las razones de ser de este tipo de mercadotecnia son varios, como concreta el propio Andrés Valdez. Primero: va dirigida a alcanzar propósitos predeterminados, aunque, por otros medios. Segundo: busca modificar la actitud, conducta o disposición de los ciudadanos. Tercero: advierte sobre las consecuencias negativas que se pueden obtener. Cuarto: está orientada a un sector específico de individuos que tradicionalmente no siguen las recomendaciones, indicaciones, sugerencias o proposiciones dadas, ya que a este tipo de gente le encanta romper con lo tradicional, entienden otro idioma, les gusta contradecir.
En conclusión, y a la vista de la estrategia socialista que manifiesta Caballero, el PP puede convertir en funcional para sus intereses la mercadotecnia inversa, por cuanto la puede aplicar muy bien en las elecciones próximas de Castilla-La Mancha en supuestos como los siguientes.
Primero: para romper con la fuerte resistencia de “alguna parte” (la mayoría de votantes potenciales, por inercia o acomodo, a votar al PSOE de la región en las elecciones para las instituciones de la Comunidad autónoma) para seguir las indicaciones u órdenes emitidas por una persona u organización determinadas. Todo depende de quién viene, no de la orden en sí, esto han de saberlo los populares muy bien.
Segundo: si se contrasta que el nivel de aceptación, credibilidad social y liderazgo de los que dan las indicaciones, órdenes o advertencias son nulos, muy bajos o endebles.
Tercero: cuando hay una relación tensa, deteriorada o confrontada entre los que dan las indicaciones y los que las reciben.
Cuarto: si se presenta una actitud o tendencia a contradecir las indicaciones o hacer caso omiso de las mismas por parte de quien las recibe.
Finalmente, no existe una buena comunicación entre las partes del proceso. Un error que ya va siendo hora que el Partido Popular lo envíe a paseo en Castilla-La Mancha. (Quiten de mensajera a la Riolobos, por ejemplo, y pongan los mismos mensajes, en una “marilin monroe”, ¡pronto notarían los cambios!
Aires de La Parra
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