El islamismo radical parece que fascina a un determinado sector de la izquierda europea. O por lo menos así lo afirma el diputado de derechas y portavoz de la Comisión de Exteriores del PP en el Congreso de Diputados, Gustavo de Arístegui: "No me parece tolerable que haya manifestantes que se paseen impunemente por las calles de Londres, París o Roma con pancartas en las que se amenaza de muerte a los ciudadanos europeos. Es pura y simplemente inaceptable”, ha afirmado en una entrevista reciente. Dentro de dichas coordenadas, indica ese político español: “No se puede aceptar que se asalten las oficinas de la Comisión Europea en Gaza, siendo la Unión Europea el primer contribuyente financiero de la Autoridad Palestina". Así de diáfano se expresa Gustavo de Arístegui en la entrevista concedida a Javier Monjas en Nuevo Digital.
El diplomático popular en la destacada entrevista con ND agrega: "Estamos ante una circunstancia (la de las viñetas) que ha sido maquiavélicamente aprovechada por una minoría que crece todos los días y que acabará siendo mayoría en no mucho tiempo, y esa minoría violenta, que son los islamistas radicales, han conseguido doblegar la voluntad de calma y moderación de gobiernos (musulmanes) moderados o prooccidentales”. Añadiendo a continuación que "mientras, escucho hablar a cierta izquierda de la ‘superioridad moral de la democracia’, y que eso hace que tengamos ciertas obligaciones. Entonces que me expliquen por qué otra parte de la izquierda se siente profundamente fascinada por la realidad del islamismo radical. En el fondo comparten objetivos: el antiamericanismo, la antiglobalización, la mercadofobia, el anticapitalismo, etc".
Es una visión diferente a la del PSOE y su secretario general, el presidente del Gobierno español, Rodríguez Zapatero, que está recibiendo palos a diestro y siniestro como consecuencia de la carta que publicó de consuno con el jefe del Gobierno turco Erdogán en el International Herald Tribune, mostrándose inflexibles en la condena moral y política de las caricaturas de Mahoma.
Por este motivo el diario mexicano El Universal dice literalmente: «El líder de un país donde el tema parece fuera de toda discusión lo replantea bajo la óptica de la edad de las tinieblas, en vez de reivindicarlo como derecho irrenunciable y conquista de las luchas por la libertad y la democracia».
En Múnich, Sueddeutsche Zeitung afirma que estamos asistiendo a escala planetaria al histórico conflicto de otros siglos en Europa, enfrentando los principios de la religión y el Estado. Ante tan vasta crisis, SZ estima que «la única solución es la democratización de las sociedades islámicas». Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ) afirma que, en verdad, «Irán está instrumentalizando la crisis de la caricatura en el marco de su rearme nuclear». Le Monde no dice otra cosa: «Irán está orientando contra la UE la cólera de los musulmanes». El vespertino francés subraya que el concurso internacional convocado por Hamshahr –diario iraní-, con hondo perfume antisemita, está manipulado por el presidente Ahmadinejad, partidario de «barrer del mapa» a Israel. El mismo Hamshahrj publica en su edición online, en inglés, fotografías de militantes de extrema derecha europeos, partidarios de destruir Israel con armas nucleares.
El Islam -una creencia- es la identidad de los musulmanes. La democracia destruye toda creencia. Pero los musulmanes no desean renunciar a su identidad. Entonces resulta poco discutible que los musulmanes desprecian la democracia. Así, afirma el periodista Ignacio Ruiz Quintano en ABC, “unas muy democráticas caricaturas del Profeta han incendiado ahora los pechos mahometanos, pero Rodríguez, más bonito que un San Luis, ya las ha condenado moral y políticamente en aras de la Alianza de Civilizaciones, otro de esos nombres hiperbólicos que tan mala suerte traen a España: la Invencible, la Gloriosa...”
No hubiera estado mal que al remitir ese escrito que le redactaron para que se editara en Londres, ZP hubiese recordado la amplia declaración realizada el 8 de noviembre de 2005 por el portavoz de Inmigración de la Confederación Española de Policía (CEP), Rodrigo Gavilán, en la que advierte que los musulmanes no se integran en Europa y pide una inmigración con una "raíz cultural similar a la nuestra", pues en 5 años la violencia podría llegar a España, en especial a Cataluña.
El CEP destaca un estudio de La Caixa –"Inmigración musulmana en Europa"– que alertaba del riesgo de que la segunda generación de inmigrantes musulmanes no se integra en Europa por su “poco impulso laboral”. Según el portavoz del CEP, estas generaciones con “poco impulso laboral” ya no interesan como flujo migratorio, máxime cuando “si se frustran toman alternativas contrarias al orden constitucional”, en referencia a la violencia que se ha desatado en Francia. Para Gavilán, tras esta frustración, los musulmanes buscan su identidad en las mezquitas para encontrarse con los suyos y “culpan a occidente” de lo que les ocurre, “se radicalizan” y “aplican el victimismo”. La CEP pone de manifiesto que “no hay que criminalizar a toda la inmigración” porque este fenómeno “sólo ocurre en barrios musulmanes de toda Europa, siempre en la misma comunidad” por lo que “lo primero que habría que preguntar a estos inmigrantes es si tienen voluntad de integrarse”. Rodrigo Gavilán considera que la comunidad musulmana “no se integra” por muchos intentos que hagan los gobiernos occidentales como “nosotros tampoco nos integraríamos con ellos y no podemos pedírselo”.
En ese “efecto llamada” teledirigido por Francia, “la CEP entiende que Europa y España deben revisar sus políticas migratorias para evitar estos riesgos. Sería interesante para España que la inmigración se controlara por contingentes con una raíz cultural y lingüística similar a la nuestra” en referencia a la inmigración hispanoamericana, que tiene una baja tasa de delincuencia así como a ciudadanos de la Europa del Este y “desviar” a la inmigración musulmana. Según ha denunciado Gavilán, la inmigración marroquí y argelina no viene a España en pateras, en contra de lo que se cree, sino que entran “con visado turístico francés, procedentes de la inmigración ilegal de Europa, por el Pirineo en un efecto llamada teledirigido por el Gobierno francés”.
En esta tesitura, Libertad Digital publica un editorial en el que, con independencia de varias opiniones o juicios de valor con los que se puede estar de acuerdo o no, según la ideología de cada uno, se hace una serie de preguntas a las que no les están prestando la atención adecuada los gobiernos (tanto el central, como los autónomos y locales) españoles. Concretamente nos referimos a
“¿qué sensibilidad religiosa tienen quienes se ofenden por una viñeta en la que aparece Mahoma con explosivos, y sin embargo no se ofenden ante una realidad como la que ellos mismos están protagonizando con sus protestas? ¿Es menos ofensivo para ellos ver como, en nombre de Alá y de su profeta, creyentes islamistas despedazan con sus bombas al cinto la vida de civiles indefensos? ¿No es mayor la "emoción" y la "ofensa" para los musulmanes ver cómo un turco, “emocionado” por la "ofensa" de la viñeta y al grito de "Alá es grande", mata a tiros a un sacerdote católico?
Si esto es el islam, a los partidarios de la libertad –incluida la religiosa– no es que nos asista el derecho a criticarlo, es que nos impele el deber de hacerlo.
Respecto a ZP, desengañémonos. Bastante tendremos con que, en el futuro, no auspicie en Madrid concentraciones contra las embajadas occidentales o con que no permanezca sentado al paso de la bandera danesa….
Así, resulta lógica la preocupación de millones de europeos, porque la realidad es que las sociedades islámicas ven por lo general con lejanía, cuando no con desprecio, derechos como el de la libre expresión que, de hecho, están siendo violados en la práctica totalidad de ellas.
El enorme revuelo iniciado por la reacción de numerosos islamistas frente a Europa y Estados Unidos a cuenta de la publicación de las caricaturas de Mahoma debe, pues, reclamar una honda reflexión, a la vista de las múltiples reacciones que los islamistas están creando en gran número de países, con problemas diplomáticos de notoria importancia. ¿Qué espectáculo es éste? Con independencia de los comentarios que nuestros aires hagan en días sucesivos, al compás de los acontecimientos, la primera consideración que podemos observar es que nos enfrentamos nada menos que a una manifestación de un conflicto de valores básicos de la convivencia ciudadana. Valores como la libertad de expresión o el respeto a las ideas ajenas con los que la civilización occidental ha tropezado, o ha descubierto con el paso de las edades y que tienen la virtud de ser profundamente humanos y permitir una convivencia pacífica. Una realidad que las sociedades islámicas ven, en su lejanía, con mucho desprecio, dado que violan esas garantías a cada momento. Entonces, la paradoja de ZP es evidente y compone una contradicción de rápida y urgente solución: el que unas caricaturas de Mahoma resulten ofensivas para millones de islamistas, mientras las imágenes reales de fanáticos con bombas rodeándoles el cuerpo, dispuestos a hacerlas estallar con el objetivo de matar al mayor número personas, todo ello en nombre de Alá, que nos resultan tan familiares, no lo son. Por favor, vamos a utilizar la cabeza para pensar y la política para implementar soluciones efectivas y justas.
Aires de La Parra
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