Las enervadas autoridades que habitan la región desde la que se expanden los Aires de La Parra, cuna de Don Quijote, unas veces con algo de imaginación y otras bastante menos, han celebrado hasta la extenuación el cuarto centenario de la genial obra cervantina. Buen dinero ha costado al erario público, que ha vaciado la saca para dar cabida a evocaciones y costumbrismos de toda especie. Pero la lectura más cómica que hemos encontrado de la novela durante este año que se acaba nos la dio un profesor de la Universidad de Columbia, Ilan Stavans, con su traducción de El Quijote al spanglish. En este idioma, mezcla de castellano e inglés, aunque rezuma apuntes para berzas, la lectura da para reír el triple. Y si no, vean sus comienzos:
In un placete de La Mancha of which nombre no quiero remembrearme, vivía, not so long ago, uno de esos gentlemen who always tienen una lanza in the rack, una buckler antigua, a skinny caballo y un grayhound para el chase. A cazuela with más beef than mutón, carne choppeada para la dinner, un omelet pa' los Sábados, lentil pa' los Viernes, y algún pigeon como delicacy especial pa' los Domingos, consumían tres cuarers de su income. El resto lo employaba en una coat de broadcloth y en soketes de velvetín pa' los holidays, with sus slippers pa' combinar, while los otros días de la semana él cut a figura de los más finos cloths. Livin with él eran una housekeeper en sus forties, una sobrina not yet twenty y un ladino del field y la marketa que le saddleaba el caballo al gentleman y wieldeaba un hookete pa' podear. El gentleman andaba por allí por los fifty. Era de complexión robusta pero un poco fresco en los bones y una cara leaneada y gaunteada. La gente sabía that él era un early riser y que gustaba mucho huntear. La gente say que su apellido was Quijada or Quesada-hay diferencia de opinión entre aquellos que han escrito sobre el sujeto-but acordando with las muchas conjecturas se entiende que era really Quejada. But all this no tiene mucha importancia pa' nuestro cuento, providiendo que al cuentarlo no nos separemos pa' nada de las verdá.
¡Qué! ¿Qué nos dicen a esto? ¿Qué diría Cervantes hoy si levantara la cabeza? Posiblemente volvería a idear una nueva genialidad dispuesta para no tomarse la política tan en serio como para llegar a las manos. ¡Pues claro! Demandaría mayor templanza, ya que la ductilidad de ese arte da mucho de si, y, ante los intereses creados que andan ocultos por la trastienda, casi siempre con nombres y apellidos, ratificaría nuestro escritor el hilo conductor de una vida positiva, apta para entenderse, antes que otorgarse la razón a base de la fuerza o las maquinaciones de cobertizo. Luego fuera las armas y, entre todos, generosamente, ayudemos a la humanidad para que expulse cualquier tipo de guerra fuera de este planeta.
No se ha conseguido en el 2005 esa eliminación. Los israelíes abandonaron Gaza, pero Palestina no ha logrado la paz todavía. Aunque lo más desconsolador se halla en esa patología que ha supuesto la violencia y la invasión anglo-norteamericana –con el trasfondo petrolífero- de Irak, la cual da para escribir varios libros. No consuela ni la evolución que ha surtido la opinión de los norteamericanos sobre algunas de las mentiras que su Gobierno les administró antes de esa guerra. Los datos de una encuesta realizada entre el 8 y el 14 de diciembre son elocuentes:
-El 41% cree que Sadam Hussein tenía "profundas relaciones" con Al Qaeda.
-El 22% cree que Sadam Hussein ayudó a planificar los atentados del 11-S y apoyó a los secuestradores de los aviones.
-El 24% cree que varios de los secuestradores del 11-S eran iraquíes.
-El 26% cree que Irak tenía armas de destrucción masiva antes de la invasión.
Son unos porcentajes demenciales, que sólo ponen algo de cordura en que eran mucho mayores en la anterior encuesta, hecha en febrero de este año. Podemos pensar entonces que la información quizá se haya abierto paso entre tanta propaganda.
Sin embargo, en esas guerras siempre hay detrás algún interés económico o personal, como nos demuestra la patética situación de la población de Sierra Leona tras su guerra civil de más de diez años, hasta convertirlo en el país más pobre del mundo por 14 año consecutivo, según el índice de desarrollo humano de las Naciones Unidas (2005). Dan mucho que pensar esos nominalismos, principalmente a la hora de pedirles a sus autores que se bajen los pantalones y cuchufletear sus ideas -que suelen salir de este tipo de gentes por la bragueta antes que por el cerebro-, puesto que según han demostrado los hechos en todo instante la falta de ideología o programa político ha estado detrás de los rebeldes. Lo que estaba en juego era el control de los diamantes de Sierra Leona, que ha servido para financiar a los grupos rebeldes.
El editor de este blog, que ha alcanzado todos sus objetivos en menos de dos meses y medio –y, por esto mismo, tendrá que rebajar su dedicación al mismo, ante las fuertes actividades docentes e investigadoras que le están acuciando en estos instantes-, abrió el Curso que el INAP ha ofrecido en el último trimestre de 2005 a funcionarios latinoamericanos sobre Gerencia Pública para el Desarrollo Social. Al explicar la compleja relación entre el orden y el cambio social habló de la capacidad sustentadora de nuestro planeta, es decir la capacidad de la Tierra para sostener la vida humana, con todas sus necesidades en términos de energía, alimentación y otros recursos, es función del progreso científico y de las innovaciones tecnológicas que derivan de él. Siendo imprescindible, paralelamente, para la supervivencia a largo plazo de la humanidad, más ciencia y más y mejor tecnología. Sin una mejora en la tecnología será imposible mantener la población mundial que se prevé para el siglo XXI o intentar reducir la intolerable brecha entre ricos y pobres en el mundo. Esto ha de ir de la mano de una mayor madurez política de todos los habitantes de la Tierra, que consiste en la superación de las definiciones en términos de contraposición. Todavía nos falta una idea de cómo lo propio —también en el continuo choque y coexistencia con lo extraño— puede ser al mismo tiempo conservado y enriquecido; si bien, las nuevas identidades apuntan en esta dirección.
Contra lo ocurrido en los referéndums de Francia u Holanda, pensaba nuestro editor –y así lo sostiene-, que desde una nueva Constitución europea es factible discurrir asimismo una retracción sustancial de las tareas del Estado a unas competencias nucleares y a los bienes colectivos esenciales, creciendo con ello la posibilidad de que la política se haga cargo o gobierne la extrema complejidad de los procesos, problemas y proyectos sociales. No se trata tanto de una reforma de la Administración como de una revisión de las tareas del Estado. Opinaba, como el filósofo Innerarity, que todavía nadie sabe qué forma presentará la nueva política, qué tipo de orden corresponde, es deseable o cabe conseguir en una sociedad policéntrica, heterárquica y descentralizada, ni qué posibilidades hay de desarrollar nuevas formas de comunidad postestatal. Esperemos que el nuevo año traiga un 2006 más clarificador en este sentido que el dejado atrás, algunas de cuyas fotografías más sobresalientes poseen la entidad suficiente para pasar a la historia.
Aires de La Parra
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