Lleva por firma “polilla” y tiene 9463 mensajes publicados en los Foros Wanadoo. Esto ha hecho que en el instante de poner varios puntos y comas al proyecto de Estatuto de Cataluña me haya detenido en el que publicó el 11 de octubre de 2005, que transcribo literalmente –sin tocar ni corregir las faltas de lenguaje existentes ahí- a continuación:
si hacemos un análisis del contenido del estatut català (la "biblia" de www.elcodigodavinci.net de los www.fascistas.org) el resultado es claro: se trata de una declaración, pura y dura, de www.fascismo.us. la desaparición de los derechos de los ciudadanos en contraposición con una innumerable e inacabable lista de deberes y obligaciones del ciudadano destinados para alabar y adorar a la clase política catalana. en resumen: "la adoración al becerro de oro".
pero, a continuación, hagamos un ejercicio de síntesis. el estatut es la base de una www.dictadura.org de diseño para construir, a corto plazo un imperio: www.grancatalunya.com
vayamos al fondo del asunto... no se trata de contentarse con una autodeterminación, tampoco se trata de la creación de una nueva nación a través de la independencia, bajo amenazas batasuneras y chantajes con el "arma económica" (la caixa) del www.tripartito.com. se trata de sentar las bases para el asentamiento del www.imperialismo.net catalán, inspirado en el gran sabino arana.
recordemos que todos los mapas de catalunya, y desde ya hace muchos años, están formados por catalunya, el pais valencià, la corona de aragón, les illes balears, andorra y dos provincias francesas... y por una razón muy clara... para lograr la "masa crítica" suficiente para rentabilizar que una población determinada pueda ser competitiva.
"al final del túnel, siempre hay una luz"
Parece el recado trivial de la derecha de enfrente; por otro lado, tan respetable siempre, como la izquierda del otro lado. En definitiva, como sucede en estos casos, simple retórica y muchos, muchísimos intereses, sean estos pagados o no. Entre ellos está el Voto en Blanco de Francisco Rubiales, que publicaron los blogs.periodistadigital.com el 1 de noviembre de 2005, a partir del post de uno de sus lectores:
Un país como Cataluña, que vende cada año en España 23.000 millones de pesetas (156 millones de euros) más de lo que compra, no puede permitirse el lujo de perder ese cliente. Si lo hace, es porque ha permitido que triunfe la idiotez y que la locura se imponga al sentido común.
Negarse, como han hecho los políticos catalanes, a compartir la renta y el agua con el mejor cliente es, en términos económicos y en un mundo globalizado y competitivo, una evidente locura.
Y desde esa reflexión se hace una pregunta cuerda: ¿Qué ha ocurrido en Cataluña para que se tire por la borda el viejo “sentido común” y para que la soberbia de los políticos se imponga a la ancestral cordura del tendero y a los intereses del mundo emprendedor? Algo que tiene una respuesta fácil e inminente de Rubén, que así se llama el lector:
La única explicación lógica es que el nacionalismo extremo ha dañado los sentidos, ha atontado a la sociedad y ha propiciado la convergencia de dos fuerzas que, al unirse, se han revelado letales: por un lado la soberbia y la alienación de los políticos, que, aislados del mundo real y obsesionados con el poder, han perdido de vista los intereses de sus ciudadanos y de su “nación”; y por otro la cobardía de una clase empresarial que, acostumbrada a mercados cautivos y a pactar ventajas y privilegios con el poder, ha preferido callar y someterse al poder político antes que defender sus intereses industriales y comerciales.
El actual movimiento de rechazo a las posiciones y criterios políticos catalanes, que en algunos casos se traduce en un lamentable boicot que, a la larga, lamentaremos todos y que es la peor dimensión de esta crisis, es una simple consecuencia de la idiotez de los catalanes poderosos.
Contra la serie de indocumentados en manos del poder, dentro de cuyos filigranistas principales está la Caixa, como ya sabemos, debemos levantarnos las voces de la libertad y de la modernidad, como acaba de destacar un ilustre e inteligente catalán, edificador directo del actual Estado español y de su Constitución de 1978, Miquel Roca i Junyent. Los Aires de La Parra comparten su posición, explicada ayer mismo en La Vanguardia de Barcelona, pues, como ya se ha comentado en un artículo (vid. “¿Resurge el mito de las dos Españas?”), se habla de éste, presentándolo Roca como una realidad de presente: “Después de 25 años de intentar superar el diagnóstico machadiano, se diría que España se reencuentra satisfecha con el espíritu del enfrentamiento y de la intolerancia. Resulta - parece ser- más apasionante radicalizar desde la demagogia simplista que intentar comprender y, sobre todo, respetar la discrepancia. Afortunadamente, algunos historiadores nos hablan también de la tercera España: aquella que se resiste al encasillamiento, que rechaza los bandos, que prefiere el pacto al enfrentamiento. Es la España de la modernidad, porque sin pacto no hay progreso, ni libertad, ni democracia, ni derechos. En una palabra, sólo el pacto garantiza el futuro”.
¿Estamos? En verdad, la estrategia del PP, que parece ofrecer buenos resultados en las encuestas de voto, no es sólo propicia a la violencia. Antes bien, es una barbaridad, que ahuyenta a sus seguidores al pasado y al reaccionarismo invidente. Ahora la muchachada de Rajoy, como lo fue en los duros años de la Transición Manuel Fraga, favorece el enfrentamiento. Y la política es algo mucho más hermoso y dúctil. Para empezar, en este noble arte no todo es válido, y, sobre todo, debe condenarse siempre el todo vale, como ha denunciado Miquel Roca, el cual ha hecho proclamas al sentido común, afirmando que “el no reclamar el respeto para las ideas en un marco democrático es deslegitimar el poder democrático. Frente a la demagogia, a la calumnia, a la condena del adversario como si del mal se tratara, el silencio intelectual es una forma cobarde de complicidad”.
Si queremos una España moderna, en la que cualquier español pueda ir de la mano del catalán más progresista y honesto –que los hay a cientos de miles, mal que les pese a los cuatro berzas esos de la palma al cielo-, no podemos olvidar este mensaje de Miquel Roca i Junyent –mucho más listo y honrado que el Carod o el Maragall-:
“El pluralismo es lo contrario de cualquier dogmatismo uniformador. Definir y obligar a definirse entre buenos y malos es el fracaso de la libertad; sólo reconocer y respetar la pluralidad nos hace libres.
Ésta es la vía de la modernidad. Rechazar el pacto es la expresión de la caverna ideológica. Sólo tienen miedo al acuerdo y a la transacción los que no tienen confianza en sí mismos. El miedo a perder en el debate, en el diálogo y en el pacto los hace más intolerantes e intransigentes. La intransigencia es la mejor expresión del pensamiento reaccionario”.
Nuestros aires nunca se han agazapado en los temores, las vacilaciones ni los recelos. Por esto mismo, ahora no viajarán tampoco en la anciana carroza de la irresponsabilidad invocada por las cuatro esquinas de este país de que los viejos fantasmas del pasado cabalguen de nuevo. Nunca más demos paso a la incivilidad.
Aires de La Parra
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