Editorial de UPyD (Ver aquí)
A lo que más se parece la celebración anglosajona de Halloween es a la tradición española de pedir el aguinaldo, solo que en lugar de cantar un villancico los niños se disfrazan y en vez de unos euros reciben unas chucherías. La mayor diferencia está en que, mientras en nuestro país la petición se asocia a una fiesta alegre como la Navidad, en Estados Unidos la excusa es la noche de difuntos. Desde luego, la corrupción en España se parece más a Halloween que a la celebración navideña. Y se parecería todavía más si los que se disfrazaran fueran los adultos para asustar a los niños y quitarles sus golosinas y, en caso de que lleven algo de suelto, su dinero. Nada de trato, sólo truco.Es como si se hubiera abierto una puerta largo tiempo cerrada y de dentro hubiera salido un ejército de fantasmas
Es como si se hubiera abierto una puerta largo tiempo cerrada y de dentro hubiera salido un ejército de fantasmas. De hecho, la experiencia de la corrupción, tal y como la vivimos los ciudadanos, es fantasmal. Algo que sucedió hace años vuelve a nosotros en forma de deteneciones, autos judiciales, informes de la policía y relatos periodísticos. Nos escandalizamos hoy, pero el delito se cometió hace tiempo, cuando vivíamos tan felices en una burbuja económica y política. Los crímenes que hoy nos pasan desapercibidos serán nuestras pesadillas de mañana si no somos capaces de evitarlos.
Por cinco euros, el ciudadano recibirá una chapa y la promesa de que, mientras exista este partido, alguien combatirá la corrupción
Por cinco euros, el ciudadano recibirá una chapa y la promesa de que, mientras exista este partido, alguien combatirá la corrupción
En el espectáculo terrorífico de la corrupción no pueden faltar los muertos vivientes, los zombis. Absurdamente, y con menos convicción que nunca, PP y PSOE siguen protagonizando la vieja farsa del "y tú más". Es lo que les ha funcionado durante 30 años en los que, no nos engañemos, la corrupción existía y a los españoles no les importaba tanto. Pero ahora los chanchullos conviven con una mayor pobreza y desigualdad. La gran mayoría de los ciudadanos ha visto cómo menguaban sus ingresos o como se desvanecían sus ahorros. Han dado la espalda al bipartidismo, aunque éste, como Bruce Willis en El sexto sentido, podría no ser todavía consciente de estar muerto. En cambio, la gente lo ve como al alienígena malvado de Men in black que toma el cuerpo de una de sus víctimas y que va descomponiéndose a medida que avanza en sus fechorías.
Sin embargo, hay esperanza. No estamos condenados a padecer la corrupción. UPyD demuestra que es perfectamente posible vencerla con esfuerzo y claridad de ideas. Lo que no quiere decir que sea fácil. Por ejemplo, UPyD ha tenido que destinar, hasta la fecha, 265.000 euros a fianzas. Es una cantidad alta para un partido pequeño, y no incluye lo que cobraría un despacho de abogados por hacer el trabajo minucioso y profesional que llevan a cabo Andrés Herzog y un reducidísimo grupo de abogados que colabora con él en las decenas de causas en las que el partido magenta está presente. La rentabilidad para la sociedad española es indudable, y pocos contribuyentes pensarán que UPyD usa mal sus recursos. Gracias a la querella de Bankia, por citar sólo un ejemplo, estamos sabiendo hasta dónde alcanza la responsabilidad del bipartidismo en la ruina del país.
Rosa Díez pidió ayer junto a Herzog que los ciudadanos se comprometieran con esta batalla contra la impunidad. En UPyD están convencidos de que hay muchos ciudadanos deseando colaborar. Podrán hacerlo comprando unas chapas que el partido pondrá a su disposición en las sedes y en la caravana contra la corrupción, que ya recorre Andalucía y pronto toda España. UPyD seguirá luchando contra la corrupción con los medios de los que disponga, pero si cuenta con más será capaz de llegar más lejos. Por cinco euros, el ciudadano recibirá una chapa y la promesa de que, mientras exista este partido, alguien combatirá la corrupción. No hay truco. Este es el trato.
Sin embargo, hay esperanza. No estamos condenados a padecer la corrupción. UPyD demuestra que es perfectamente posible vencerla con esfuerzo y claridad de ideas. Lo que no quiere decir que sea fácil. Por ejemplo, UPyD ha tenido que destinar, hasta la fecha, 265.000 euros a fianzas. Es una cantidad alta para un partido pequeño, y no incluye lo que cobraría un despacho de abogados por hacer el trabajo minucioso y profesional que llevan a cabo Andrés Herzog y un reducidísimo grupo de abogados que colabora con él en las decenas de causas en las que el partido magenta está presente. La rentabilidad para la sociedad española es indudable, y pocos contribuyentes pensarán que UPyD usa mal sus recursos. Gracias a la querella de Bankia, por citar sólo un ejemplo, estamos sabiendo hasta dónde alcanza la responsabilidad del bipartidismo en la ruina del país.
Rosa Díez pidió ayer junto a Herzog que los ciudadanos se comprometieran con esta batalla contra la impunidad. En UPyD están convencidos de que hay muchos ciudadanos deseando colaborar. Podrán hacerlo comprando unas chapas que el partido pondrá a su disposición en las sedes y en la caravana contra la corrupción, que ya recorre Andalucía y pronto toda España. UPyD seguirá luchando contra la corrupción con los medios de los que disponga, pero si cuenta con más será capaz de llegar más lejos. Por cinco euros, el ciudadano recibirá una chapa y la promesa de que, mientras exista este partido, alguien combatirá la corrupción. No hay truco. Este es el trato.
Fue Carlos Martínez Gorriarán, hoy diputado nacional, el que, en un post publicado unos días antes de la fundación de UPyD, explicó que el nuevo partido exigía de los que a él se sumaran que renunciaran a algo a cambio de defender 
Un partido honesto es aquel que es intolerante con la corrupción, que dispone de la transparencia y controles adecuados y en el que -y esto es muy importante- la inmensa mayoría de las personas que lo forman son honestas. Suele decirse que en las organizaciones hay de todo. Y es cierto, pero en algunas hay más de todo que en otras. La explicación es sencilla. Aquel individuo que pretenda ingresar en un partido para trincar no tendrá, probablemente, demasiados remilgos ideológicos, sino que se inclinará por las siglas que le resulten más prometedoras para su venal propósito. Entre un partido opaco, que convive con la corrupción, que admite imputados en las listas y que carece de controles suficientes y otro que sea todo lo contrario, es más probable que elija al primero. Por eso, aunque la mayor parte de los afiliados de los partidos viejos sean intachables, cuentan en sus filas con un porcentaje no despreciable de indeseables que, a la larga y gracias a su carencia de escrúpulos, terminan en puestos de mando.
Los Pujol tienen muchas cuentas pendientes con la justicia, y UPyD presentó tres querellas contra la otrora honorable familia, una el miércoles en Barcelona y dos el jueves en la Audiencia Nacional. En una de éstas últimas se incluye también a Artur Mas, presidente de la Generalitat, entre los querellados por malversación, blanqueo y tráfico de influencias. Hasta ahora, nadie parecía atreverse a actuar legalmente por corrupción contra una persona que mantiene cuentas opacas en Liechtenstein y que aparece vinculado a los negocios de la familia Pujol. Nadie,