Conquenses por el Cambio La expresión en la red de un sentimiento, y una razón, que cada vez se extiende más por Cuenca. Después de ocho más cuatro años de gobierno del socialista Cenzano en el Ayuntamiento, Cuenca necesita un cambio que devuelva a los ciudadanos la fe en su ciudad y la confianza en el sistema democrático.
Chasquidos Letras con ácido para derretir el aburrimiento. Por Anselmo Cobirán.
Blogs de Cuenca Blog que recoge una amplia opinión e información sobre Cuenca con unas instantáneas variadas y sugestivas, extraídas de los blogs por aquí publicados
El trance del coronavirus. Un esbozo sociológico de la pandemia La prolongada depresión emocional y material del coronavirus, vivida como un extrañamiento forzoso ya antes del confinamiento, posee unos efectos sociales, políticos, sanitarios, culturales y económicos, debidamente evaluados en esta monografía, que, en nueve capítulos, dictamina el futuro que ha de venir tras esta serie de problemas.
Cataluña ensimismada Demanda la reconstrucción de un catalanismo equilibrado, capaz de responder a las necesidades concretas de un país y de una sociedad, y que, marginando nacionalismos extremos (españolistas e independentistas), pueda cohesionar e integrar diferentes sensibilidades; gobernando para la gente y, en especial, para aquellas personas que más sufren las desigualdades e injusticias sociales.
Enigmas del porvenir de Cuenca. Luces y sombras para salir del estancamiento En Cuenca sobra el "resultadismo" estratégico, que es una inadmisible entrega de las llaves de la continuidad en el estancamiento e incluso en el retroceso en todos los ámbitos socioeconómicos. Está obligada a sustituir a sus actuales líderes, que viven de la política sin aportar nada a ésta.
Estrategia de emprendimiento en Castilla-La Mancha
Juan Andrés Buedo: Estrategias de emprendimiento para el desarrollo de Castilla-La Mancha La obra se centra en el examen de los recursos disponibles por las Administraciones Públicas de Castilla-La Mancha para impulsar el emprendimiento, entendido no solo como la capacidad para iniciar nuevas actividades económicas de generación de empleo y crecimiento social en esta región, sino también como valor social que debe promoverse y ampararse desde todos los poderes públicos.
Vuelve el concierto económico catalán a lostitulares de los diarios. Los nacionalistas parecen ahora dispuestos a volver al punto de partida: Artur Mas comenzó su insensata deriva independentista cuando no logró arrancar del Gobierno un acuerdo fiscal para Cataluña como el que tienen el País Vasco o Navarra. Ahora, con la amenaza del referéndum en ciernes, parece que CiU quiere volver a intentarlo. La respuesta de la vicepresidenta del Gobierno es ofrecer diálogo, aunque "dentro de la ley", y por tanto, dejando al margen la consulta ilegal. Pobre del país en el que se celebra a un miembro del Ejecutivo por recordar que no puede saltarse la legislación vigente.
¿Es éste el primer paso para que el secesionismo retroceda? ¿Debemos alegrarnos si tanto despropósito se resuelve con un pacto fiscal? La segunda pregunta es fácil de responder: no. Por supuesto, no sería la primera vez que el Estado accede a un chantaje por la presión nacionalista. Sería otro clavo más en el ataúd que se lleva fabricando España desde la Transición cada vez que los partidos supuestamente nacionales se sientan a hablar con CiU, PNV, ERC o incluso Bildu. El mensaje volvería a ser el mismo: con el suficiente empeño, se puede sacar casi cualquier cosa de cualquier gobierno de la nación.
Es probable que si todo esto termina con un concierto económico, se matice y se camufle para que no lo parezca: aunque se empeñen en mantenerlo allí donde está vigente, todo el mundo sabe que los conciertos son una antigualla predemocrática e insostenible. Pero será, hágase como se haga, una grieta más, quién sabe si irreversible, en la solidaridad entre ciudadanos. Será el triunfo del interés local o particular frente al general. Ahondará la ya enorme brecha social entre españoles, en este caso según dónde vivan. Y lo hará tras un desafío intolerable para cualquier democracia con un mínimo respeto por ella misma. Proliferan las tácticas ilegítimas, la presión y la violencia.
De hecho, esta violencia creciente hace temer que el secesionismo no sólo no vaya a retroceder, sino que pueda incluso aumentar. Lo que ha hecho el nacionalismo es destapar la caja de los truenos. Han surgido partidos ultranacionalistas como las CUP. Ha aumentado la intimidación contra el que se opone a sus ambiciones. Se asaltansedes de partidos, se boicotean actos políticos, se amenaza de muerte, vuelve Terra Lliure y desde ayunamientos como el de Cerdanyola se ampara a los agresores y se insulta a sus víctimas: Rosa Díez y UPyD. Además, el creciente papel de la llamada Asamblea Nacional de Cataluña sugiere que quienes pretendían administrar el proceso (Mas, Junqueras) podrían estar perdiendo el control.
La irresponsabilidad de los líderes nacionalistas puede terminar volviéndose contra ellos y desatando una auténtica persecución contra el disidente. De momento, la situación ya es inaceptable. A la salida del juicio contra sus agresores de la Universidad Autónoma de Barcelona, Rosa Díez tuvo que escuchar a individuos dando vivas a un grupo terrorista como Terra Lliure mientras le hacían el gesto de la pistola que dispara. Nada se puede esperar del presidente de la Generalitat de Cataluña (recordemos por si alguien lo ha olvidado: una institución del Estado español sometida a la Constitución), pero tampoco de la fiscalía. Así que, una vez más, UPyD tendrá que acudir a los tribunales en solitario.
¿Hasta qué punto sigue liderando el señor Mas la ofensiva secesionista? Podría terminar siendo un rehén de la demagoga ANC o de los amigos de Batasuna. De hecho, ya ha demostrado varias veces que va por detrás de los acontecimientos. La propia torpeza nacionalista, su inflamado populismo y la inacción del Gobierno de España han alimentado esta situación. ¿Concierto fiscal? No sólo sería un desastre económico, social y político, sino que es posible que ya sea demasiado tarde para esto. Los que han abierto la caja de Pandora y los que no han hecho nada por cerrarla,seguirán teniendo enfrente a UPyD para exigirles que cumplan con su deber.
El portavoz económico de UPyD en el Congreso, Álvaro Anchuelo, ha presentado este viernes junto con los economistas Jesús Fernández-Villaverde y Luis Garicano sus propuestas para recuperar elcrecimiento económico y mejorar la situación del mercado laboral en España, en el marco de la jornada '¿Hay alternativas para estimular el crecimiento económico en España?' que la formación magenta ha organizado en el Círculo de Bellas Artes.
El diputado ha reconocido que cuando comenzó su vinculación con la política su aproximación a los problemas económicos no guardaba relación con la situación política del país, un punto de vista que ha evolucionado hasta el punto de considerar que política y económica es "exactamente lo mismo" y que han sido las malas prácticas de gobernanza en las instituciones, administraciones y organismos reguladores las que han contribuido a la crisis financiera y económica.
"Es imposible disociar el origen de la crisis de sus raíces políticas e institucionales",ha llegado a afirmar Anchuelo, poniendo como ejemplo que tras la quiebra de las cajas de ahorro se encuentra el sistema de elección de los consejeros que luego tomaban las decisiones, o que en el abultado déficit público pesa mucho la organización territorial del Estado y la distribución de competencias.
Así, el problema más urgente de la economía es la "grave" situación de las cuentas públicas, que han "agotado el margen para soportar" la acumulación de déficit, porque la deuda pública ya se sitúa cerca del 100%, lo que obliga a hacer un ajuste "mucho más ambicioso" del desfase presupuestario que año tras año se registra.
"LAS SOLUCIONES NO TIENEN NINGÚN MISTERIO"
No obstante, el portavoz económico de la formación magenta cree que las soluciones a estos problemas "no tienen ningún misterio". "El problema no es saber cuál es el problema o cómo abordarlo, sino los intereses creados que dificultan las soluciones", ha abundado.
En este sentido, ha apuntado que sobre la burbuja inmobiliaria "cabalgó una burbuja administrativa" producida por la decisión de las administraciones de "crear estructuras sobre sus ingresos inmobiliarios, como si fueran a ser permanentes". "Y esa burbuja sigue ahí, no se ha pinchado sino que sólo se ha desinflado, y cada comunidad autónoma es como un mini estado", argumenta.
Por eso, UPyD insiste en la necesidad de fusionar ayuntamientos, acabar con las diputaciones provinciales, reducir "drásticamente" los entes no administrativos que proliferaron en la época de bonanza y recortar el gasto innecesario "de forma permanente" para poder "preservar cosas esenciales como la educación o la investigación, donde se ha recortado demasiado".
SEMESTRE ESPAÑOL
Además, la formación que lidera Rosa Díez también defiende la implantación de un 'semestre español' durante el que los gobiernos regionales estén obligados apresentar sus cuentas al Ministerio de Hacienda antes de poder aprobarlas, tal y como España ya hace ante la UE. Sobre todo, dice Anchuelo, las comunidades que están rescatadas, a las que el Estado debería "poner condiciones".
UPyD cree también que es necesario mejorar la lucha contra el fraude para incrementar la recaudación tributaria, así como hacer una revisión "profunda" del sistema fiscal y de la financiación autonómica. En la misma línea, hace falta garantizar una unidad de mercado "real", acabar con la "inflación legislativa", depurar responsabilidades entre quienes hundieron el sistema financiero o mejorar las capacidades de supervisión e inspección del Banco de España, la Agencia Tributaria o la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Finalmente, en relación con un mercado de trabajo "desquiciado" entre el paro y la precariedad, Anchuelo ha vuelto a defender la implantación de un contrato único indefinido con indemnización creciente, la mejora de las políticas activas de empleo implicando al sistema educativo reglado "y no encargando cursillos a los sindicatos o la patronal" o la homogeneización de las rentas mínimas de inserción.
En cuanto al ámbito político, hace falta que los reguladores sean verdaderamente independientes y promover una "regeneración" democrática a través de cambios en la Ley Electoral, las reglas de financiación de los partidos o la composición de las listas y la presencia en ellas de imputados, entre otros asuntos. "Parece que no hemos aprendido nada del pasado reciente", se ha quejado, recordando que muchas de estas propuestas son rechazadas sistemáticamente por todos los partidos con representación parlamentaria.
EL EMPLEO NO SE RECUPERARÁ HASTA 2025
Por su parte, el catedrático de Economía en la Universidad de Pensilvania, Jesús Fernández-Villaverde, ha asegurado que España debe conseguir una recuperación económica "mucho más fuerte" de la que pronostican los organismos oficialesporque, tras perder un 17% del empleo, la tasa de paro no volverá al nivel anterior a la crisis al menos hasta 2025 según sus cálculos.
Aunque ha reconocido que algunos de los problemas (déficit comercial, quiebra de las cajas, falta de apoyo a la pervivencia del euro...) ya se han solucionado, Fernández-Villaverde ha recordado que aún hay situaciones muy complicadas a las que hacer frente, como el déficit público, la posible necesidad de una nueva inyección de fondos públicos a la banca o la situación territorial.
"Pero el problema más grave es que en vez de darnos cuenta de todas estas cuestiones pendientes estamos cayendo en la complacencia y enfatizamos lo que ya hemos hecho y que no hay q hacer mucho mas. Pero en realidad crecer al 1% no resuelve nuestros problemas", ha señalado, afirmando que las reformas estructurales tenían que haberse realizado en 2002 en vez de "estar dedicados a poner ladrillos".
Según el economista, la clave para salir de esta situación es, como en anteriores crisis,"mejorar las instituciones", tanto las públicas como las empresas privadas y los organismos reguladores, así como modificar el sistema de selección de las elites, que a su juicio es "muy malo" porque permite que personas con una "manifiesta falta de cualificación profesional" como Elvira Rodríguez acaben dirigiendo la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Independencia, separación de poderes, imperio de la ley, menos legislación "innecesaria", reforma de los medios de comunicación, partidos y Administración, o cambios en el sistema electoral serían los primeros pasos para crear un marco institucional aceptable para, acto seguido, abordar las reformas que lleven a una economía "moderna, abierta y flexible", lo que requiere de una reforma fiscal, cambios en el mercado de trabajo y en el sistema educativo y de investigación, una mejor supervisión financiera y el fomento de la competencia.
"Incluso en un escenario mas positivo que el que ahora ponen sobre la mesa los analistas, el Gobierno y el Banco de España no hemos superado la necesidad de tomar decisiones muy difíciles para crear empleo. Si no lo hacemos, tendremos sólo una recuperación lenta que no permitirá resolver los problemas de fondo y que nos dejará muy expuestos a los riesgos", ha concluido.
HACE FALTA DESAPALANCARSE
Por último, Luis Garicano ha centrado su exposición en la necesidad de desapalancamiento que tiene la economía española, porque el alto endeudamiento exterior limita la financiación que conceden los bancos y, en un contexto cercado a la deflación, "hace muy difícil poder considerar tasas de crecimiento elevadas", sin las que no se podrá conjurar el paro.
Si leemos que la economía de un país crece a una tasa del 10% probablemente pensaremos que va viento en popa. Pero imaginemos que el crecimiento se refleja en las cuentas de resultados de las grandes empresas y queaumenta los ingresos de los más ricos, mientras que la gran mayoría o una parte importante de la sociedad apenas se ve beneficiada. ¿Es esto imposible? En absoluto. Si las instituciones del país en cuestión no están adecuadamente preparadas, es perfectamente posible que ocurra.
Algo parecido pasa con la tasa de desempleo. Obviamente, el hecho de que descienda es mejor que lo contrario. Pero para tener toda la información deberíamos analizar otros datos que nos digan por qué baja el paro. Puede ser, como en España, porque la gente se rinde y deja de buscar trabajo. Tampoco es lo mismo si se crea empleo estable o precario. En resumen, para saber cómo van las cosas en un país no basta con seleccionar dos indicadores que pasan del rojo al verde.
Ayer se conoció un nuevo informe de Cáritas. El panorama es desolador: España ocupa el segundo lugar de la Unión Europea en pobreza infantil,sólo por detrás de Rumanía. Prácticamente la mitad de los niños españoles está en la pobreza o en riesgo de caer en ella. El dato no ocupa hoy grandes titulares en la prensa. En cambio, se presta mucha atención a las previsiones del Banco de España sobre crecimiento de la economía. Crecimiento, ¿para quién? La OCDE ya advirtió seriamente a España de que necesita cambios urgentes en sus políticas sociales.
Los que no quieren oír hablar de esto suelen mencionar que el dato de pobreza es una medida relativa, que se calcula en función de la renta media. Se da a entender así que se puede ser pobre y llevar una vida desahogada. Esto es sencillamente falso. Los niños pobres españoles sufren privaciones que condicionan gravemente su futuro y que convierten la supuesta igualdad de oportunidades en una broma sin gracia. El carácter relativo de la media, además, indica que lo que se está disparando es ladesigualdad, con todas las nefastas consecuencias sociales que ello tiene.
Hace menos de dos meses, Rosa Díez planteó el problema de la pobreza infantil al presidente del Gobierno durante el debate sobre el estado de la nación. Rajoy no había hecho ninguna mención al respecto en su discurso. En su réplica a la portavoz de UPyD se justificó en que no le gustaba que se usara ese asunto en la discusión parlamentaria. Parece entonces que lo que a él le gusta es hablar de lo que le conviene y obviar los datos que ofrecen una aproximación más ajustada a la realidad.
Quedan menos de dos meses para las elecciones europeas. Alemania está estudiando sumarse a los países que quieren expulsar a los rumanos y búlgaros -ciudadanos europeos- que no cumplan ciertos requisitos. ¿Por qué ellos y no los franceses? Porque son pobres. Esa misma lógica antieuropea se puede usar contra los españoles. El país sigue empobreciéndose pese a que ya no estemos en recesión. La herida de la crisis está lejos de cerrarse. ¿Seremos nosotros los próximos apestados de la Europa rica? Ni Rajoy, ni Merkel, ni ningún otro líder puede seguir ignorando -en Europa como en España- la corrosión de la desigualdad y el miedo que causa la pobreza. Si no actuan como deben, abrirán las puertas de par en par a los bárbaros.
Los populistas como Marine Le Pen mienten. La inmigración no es mala a medio y largo plazo para nadie. No absorbe los recursos de un país, sino que los genera. No conduce a la quiebra a los Estados del bienestar, sino que es imprescindible para su sostenimiento. No es un lastre para el crecimiento económico, sino uno de sus motores. Los inmigrantes no son vagos, no arriesgan su vida ni se separan de sus familias para mendigar, sino para trabajar. Son más emprendedores que la población autóctona. Estos son datos objetivos que el nacionalismo populista no puede ignorar. Los explicaba recientemente y con elocuencia el profesor Sánchez Barricarte.
Obviamente, la inmigración debe ser ordenada para evitar crisis humanitarias a corto plazo. Y obviamente la inmigración ha sido un problema político desde tiempos inmemoriales. Pero el origen del problema no está en sus efectos económicos o sociales, sino en ese recelo automático, tristemente arraigado en la naturaleza humana, que señala al diferente como una amenaza. Ese instinto no lo crean los populistas, pero llevan más de cien años explotándolo y viviendo de él. Ahora, ante el nuevo auge de las fuerzas xenófobas y eurófobas, los partidos dizque serios y los gobiernos de la UE se hacen ellos mismos un poco populistas. Si se les pregunta dirán que es una estrategia para frenar a los Le Pen o evitar que otros los imiten. Es una pésima estrategia por superficial, contraproducente y antidemocrática.
¿Qué respuesta hay que dar al nacional-populismo (expresión que usa Maite Pagaza)? ¿Hay que ignorar el problema? ¿Hay que pedir que se abran las fronteras? Es evidente que no. La solución política tiene que pasar por divulgar la verdad con energía y sin complejos y por acudir a la raíz del problema: la gente tiene miedo. Los europeos se sienten inseguros. El paro hace estragos. La precariedad es la norma. Los servicios sociales menguan. El Estado del bienestar está en retroceso. El miedo a perder lo que se tiene está en el origen de la xenofobia organizada. Fue en una Europa empobrecida donde medraron los totalitarismos que convirtieron al continente en un charco de sangre. Aquellas ideologías delirantes y criminales no triunfaron tanto por convertir el odio en un arma política como por lanzar un mensaje claro (falso, pero claro) a sus súbditos: "no os preocupéis, nosotros haremos que podáis comer".
Resulta desasosegante que a dos meses de las elecciones europeas, quienes deberían defender los valores que justifican la Unión se dediquen a guiñar el ojo a los nacionalismos populistas. Es alarmante que se humille de forma constante a ciudadanos europeos de pleno derecho como los búlgaros y los rumanos. Si algún español está tentado de celebrar las medidas de este tipo, debería reflexionar cuánto queda para que se nos limite a nosotros mismos la circulación en los países ricos. Resulta incomprensible que incluso en Berlín, donde la canciller Merkel gobierna con los socialdemócratas, se sumen a estas iniciativas antieuropeas.
La respuesta es, por tanto, decir la verdad sobre la inmigración y presentar una defensa a ultranza de la Europa social. No hay que inventar nada. La Unión nació casi al mismo tiempo que los Estados del bienestar. Hubo un tiempo en que el carácter solidario de las instituciones no era posible, sino incuestionable. Y no era patrimonio de la izquierda, sino que partía de una convicción transversal. Gobernaran los socialdemócratas o los democristianos, las democracias europeas sabían ofrecer a sus ciudadanos el equilibrio perfecto entre libertad y seguridad. Sabían ofrecerles igualdad. Se trata de recuperar aquel espíritu, socavado desde la crisis del petróleo en los años 70 del siglo pasado. Sí, los tiempos han cambiado y los Estados del bienestar deben ser repensados. Pero desde la certeza de que la alternativa es la que estamos viendo: el auge de proyectos sombríos que hacen bandera del egoísmo y apelan a las más bajas pasiones de una población atemorizada.
La lucha contra nacionalismo y populismo no se justifica sólo por la defensa de valores y principios -lo que ya sería suficiente-. Hablamos de mantener un modo de vida consustancial a la Europa surgida de la postguerra, al que España accedió con retraso. Hablamos de una sociedad en la que la gente no es abandonada a su suerte, en la que nos importa cómo le vaya a los demás. Hablamos de conservar una auténtica comunidad política. Si esta comunidad desaparece con la excusa de la productividad o con cualquier otra, la Unión Europea tendrá las horas contadas y el campo quedará libre para los populistas.
Los bárbaros están a las puertas de Europa. No son los africanos que observan las vallas de Ceuta desde el monte Gurugú, sino los respetables representantes del nacional-populismo, desde Barcelona hasta Helsinki. UPyD irá a la batalla del 25 de mayo sin miedo y sin complejos. ¿Qué harán los demás?
A las elecciones europeas del próximo 25 de mayo, pocos partidos acudirán clamando por la desaparición de la Unión y la disolución de sus instituciones, aunque alguno habrá. La mayoría, al menos en España, se dirán europeístas y trasladarán la idea de una Europa beatífica que vendrá a solucionarnos los problemas. Serán los mismos que en los peores momentos de la crisis eludían sus responsabilidades culpando a Bruselas de los recortes que ellos habían decidido. Y serán los mismos que fomentan la secesión y la ruptura de la igualdad, justo lo contrario de lo que promueve la Unión Europea.
Los candidatos de Unión Progreso y Democracia se presentaron a los ciudadanos el sábado pasado en un acto en el que sólo se habló de Europa. Se habló bien, porque hace falta reconocer lo que ya aporta la Unión a los europeos. Pero también se advirtió sobre los riesgos que corre y se aportaron las ideas que, según cree UPyD, que servirían para hacer una Europa mejor. Tal y como dijo Francisco Sosa Wagner -elegido en primarias como cabeza de lista- "Europa no necesita héroes, ni sangre, ni batallas... Éstas son nuestras propuestas".
Europa necesita regeneración democrática, que tal y como suele explicar Rosa Díez, consiste en lograr que las instituciones hagan aquello para lo que fueron concebidas. Igual que en España reclama un nuevo modelo institucional, UPyD pedirá en Europa más atribuciones para el Parlamento y para la Comisión y menos para el Consejo. O dicho de otro modo: más democracia, más control, más transparencia, menos egoísmo de los gobiernos y menos nacionalismo. Se trata de que el ciudadano europeo ocupe el centro de la Unión.
Europa tiene que ser aumentar su influencia en el mundo, y no podrá hacerlo si no avanza en la unión política y económica. Los pequeños países existentes (no digamos ya los de nuevo cuño con los que algunos fantasean) pintan poco en el mundo moderno. La Unión Bancaria, una política común en industria o en I+D+i es tan relevante como asumir de una vez por todas una política exterior común. ¿Queremos que conflictos como el de Ucrania se resuelvan al margen de Europa? ¿Queremos que se repitan crisis de deuda o financieras imposibles de frenar?
No basta con cambiar leyes y tratados. Las comunidades políticas exigen que los ciudadanos sean conscientes de una pertenencia compartida. Frente a las identidades excluyentes del nacionalismo, la Unión puede y debe apelar a la cultura compartiday a los valores cívicos sobre los que fue construida. Los derechos humanos, la libertad, la igualdad, la lucha contra la discriminación... todo ello es connatural a Europa. Como también lo es la búsqueda de la igualdad de oportunidades a través de las políticas sociales. La Unión Fiscal es el primer paso para una Europa más justa, cuya prioridad debe ser el fomento del empleo movilizando para ello todos los fondos necesarios y creando una Seguridad Social común.
Todas las propuestas de UPyD que se encuentran en su programa electoral -público desde hace semanas tras ser enmendado por todos los afiliados que quisieron- encontrarán la oposición del nacionalismo. Tanto contra el de la señora Le Pen como contra el de los señores Mas y Junqueras. Ellos -junto con partidos como los suyos que tiñen de pardo populismo, como recordó Maite Pagaza, el mapa del continente- son el virus que amenaza el destino de Europa. Contra este virus, poco o nada pueden hacer los partidos tradicionales, en especial los españoles, tan desacreditados como acomplejados. Tal y como explicó Teresa Giménez Barbat en la presentación de candidatos, UPyD puede ser la vacuna contra el virus nacionalista.
Hoy, 26 de marzo de 2014, a 59 días de las elecciones europeas, UPyD tiene las ideas, los candidatos y la experiencia, mientras otros siguen esperando la manifestación final del dedo todopoderoso o se limitan a retratar a una candidata con playlist pero sin programa.
La coordinadora regional de UPYD en CASTILLA-LA Mancha, Celia Cámara, ha señalado este martes que "una simple mayoría coyuntural en un Parlamento autonómico no puede arrasar con derechos constitucionales ciudadanos, como el principio de pluralidad democrática y la libre decisión de los ciudadanos y cargárselo y llevárselo por delante".
Durante un desayuno informativo en Toledo, Cámara se ha referido así a la tramitación de la reforma del Estatuto de Autonomía de CASTILLA-LA Mancha --para reducir el número de diputados-- que tras su paso pro el Congreso irá ahora al Senado, criticando el "ataque brutal a la democracia representativa" de la Comunidad Autónoma que supone el texto.
UPYD, que augura que en el Senado "casi con toda probabilidad" no se conseguirá nada, ha lamentado que esta reforma está "vetando la posibilidad de gestionar los caminos ciudadanos de forma más honesta" y ha asegurado que "lejos del falaz argumentario del PP sobre la austeridad" que conllevará la medida, esa reforma supone "un atropello a la democracia representativa".
"El PP busca perpetuarse en el poder y consolidar el bipartidismo", ha argumentado Cámara, que ha arremetido contra una reforma estatutaria que supone "un ataque directo contra la pluralidad política y el derecho de sufragio universal" ya que "se ha pretendido introducir cambios por la puerta falsa".
ARGUMENTO "FALAZ"
Sobre el alto apoyo que, según los 'populares', tiene esa reforma, la responsable de UPYD en la región ha comentado que "es tal el deterioro de la casta política, clasista y privilegiada de este país, que los ciudadanos están tan hastiados que le sobran todos", pero ese es un argumento "falaz" --ha añadido-- ya que si se le preguntase al pueblo si quiere que se rebajen los senadores o los concejales también dirían que sí y eso no se pregunta.
Finalmente, ha recordado que UPYD, en sus enmiendas en el Congreso, solicitaba eliminar el distrito electoral provincial y hacer uno único, algo que "no cuesta dinero y se garantizaría mantener una cierta proporcionalidad" aunque con una horquilla de entre 35 y 47 diputados, así como la presentación de "listas desbloqueadas para que ciudadanos no traguen con lista que no están de acuerdo".
También ha defendido "un salario digno sin privilegios", convencida de que el sistema de dietas es "opaco" y ha lamentado que se esté "volviendo a parlamentos decimonónicos donde había señores de poder económico alto que por la mañana se dedicaban a sus fincas y por la tarde un ratito a acudir a los parlamentos sin tener en cuenta que eran representantes de la voluntad popular".
El 23F, cuando los militares golpistas dispararon al techo del Congreso, hubo tres hombres que no se tiraron al suelo: uno,Carrillo, no aparece en las imágenes de televisión. Los otros dos sí. El general Gutiérrez-Mellado se había levantado como un resorte para ordenar a Tejero y sus secuaces que abandonaran sus propósitos. El general, un ejemplo de profesionalidad, apenas se inmuta por los disparos. Es un hombre preparado para momentos así y plenamente consciente de su obligación.
El tercer hombre que no se ocultó fue, como todo el mundo sabe, Adolfo Suárez, en aquel momento todavía presidente del Gobierno. En las imágenes se aprecia perfectamente como, a diferencia del general, él sí reacciona ante los disparos. Se le nota descompuesto. Es perfectamente natural: no sólo está siendo testigo de un acto de violencia y de un golpe de Estado. Es que en ese momento su vida no vale nada. Personalmente, ¿quién puede reprochar nada a los diputados que, por puro instinto, se escondieron detrás de los escaños? ¿Acaso hubiésemos actuado cada uno de nosotros de otra manera?
Pero Adolfo Suárez aguantó el tipo. Su biografía no permite afirmar que fuera el hombre más inteligente, ni el más preparado. No parecía la persona adecuada para la misión histórica que se le encomendó. Y sin embargo lo fue. Protagonizó el que quizás haya sido el mejor momento de la historia de España: la llegada de la democracia. Tuvo sensibilidad. Tuvo instinto. Y tuvo, desde luego, un altísimo sentido del deber. Era el presidente de España, y no podía abandonar su escaño. Según algunos testimonios, horas después se enfrentaría abiertamente con Tejero, exigiéndole que se rindiera y que pusiera fin a aquella farsa. El golpe estaba en vías de fracasar, pero Suárez no lo sabía.
La historia de Suárez no es pobre en fracasos. Fracasó de forma estrepitosa en la política partidista. UCD no fue un partido, sino un ingobernable nido de víboras que terminaron devorando a su líder. Cuando volvió a intentarlo con el CDS, el bipartidismo -que paradójicamente él ayudó a crear- ya había fraguado y no parecía haber lugar para un tercer partido nacional. Además, por entonces, la figura de Suárez no había alcanzado la categoría que ahora tiene: la de un auténtico padre de la patria. Una patria democrática, civil, plenamente constitucional.
Porque frente a estos fracasos en la política con minúsculas -la pequeña política de partido- Suárez tuvo éxito en la política con mayúsculas. Dirigió la transición de una dictadura de cuatro décadas al más largo periodo democrático que ha vivido España. Soportó unas durísimas condiciones políticas (crisis económica, amenaza golpista permanente, cientos de asesinados por el terrorismo...) y ofreció a los españoles lo que necesitaban: liderazgo. Nuestro país sabía lo que quería: democracia y formar parte, de una vez por todas, de Europa. Pero no sabía cómo. Es posible que Suárez tampoco lo tuviera claro en todos los momentos. Pero lo aprendió por el camino administrando el diálogo, las concesiones y la firmeza con gran sabiduría.
Tan absurdo es idealizar la Transición como impugnarla. ¿Pudo ser mejor el resultado? Probablemente. ¿Pudo ser peor? De mil maneras. En aquellas circunstancias, poco se le puede reprochar al presidente. Durante muchos años fue una figura denostada desde la derecha y desde la izquierda, tal y como ha recordado Rosa Díez. Suárez no hizo demasiados amigos durante sus mandatos. Si su prioridad hubiera sido garantizarse apoyos partidistas, la historia habría sido muy distinta, y probablemente peor. Hoy, el hombre que emergió del franquismo con el encargo de liquidarlo y construir una democracia duradera, es ya una referencia de la tercera España.
Parte del encanto de Suárez está en que resultaba muy reconocible, muy español. Y quizás por eso es un ejemplo para todos. Su figura nos recuerda que lo más valioso en la vida política son los valores y el sentido del deber. Nos recuerda que aunque la competencia técnica es un elemento imprescindible de la acción de gobierno, los principios y el coraje siguen siendo más importantes si no queremos que la democracia degenere en tecnocracia. Y esto vale lo mismo para un jefe de Gobierno que para el más humilde ciudadano.
Vuelvo a casa tras finalizar el acto celebrado en Madrid en el que hemos presentado a las personas que conforman la candidatura de UPyD al Parlamento Europeo. He de reconocer que vuelvo feliz y emocionada por lo que hemos vivido, por lo que somos, por lo que hemos sido capaces de hacer, y por eso quiero compartirlo con quienes no han podido acompañarnos.
Les aseguro que ser fiel a las ideas crea adicción. Por eso nos hace tan felices. Y es que es muy grande que, en un momento en el que los ciudadanos se desmarcan de la política, haya un grupo cada vez mayor de personas dispuestas a dar un paso al frente y comprometerse con y por los demás. Ciudadanos que no sólo no piden nada cuando se implican en la defensa de unas ideas de regeneración democrática, sino que al hacerlo asumen riesgos profesionales y renuncias personales.
Es muy grande estar acompañados por personas encomiables como Andrés Trapiello, Álvaro Pombo o Fernando Savater, referentes de lo mejor de nuestro país.
Es muy grande escuchar a Maite Pagaza, tan ella misma, tan firme como dulce, tan Pagaza como Ruiz, tan vasca como europea y española.
Es genial observar cómo Paco Sosa tutela, acompaña y aplaude a todos los candidatos que le rodean y le preceden, que suman conocimiento y compromiso y que multiplicarán con él nuestra tarea en las instituciones europeas.
Es muy grande ver el patio de butacas lleno, los palcos también llenos e iluminados fugaz y continuamente por los flashes de los móviles que tratan de atrapar para el recuerdo esa hermosa imagen coral de la marea magenta.
Es estimulante ver a los chavales ( y no tan chavales) que se empeñan en retransmitir en tiempo real lo que allí estamos viviendo.
Es muy grande salir despacio, cuando todo ha finalizado, por el pasillo central, dando manos y abrazos, pidiendo disculpas por no poder hacer fotos con cada unos de los asistentes, dando las gracias por el trabajo, por la sonrisa, por la compañía…
Es muy grande formar parte de esto… de este grupo de seres humanos extraordinarios que trabajan con altruismo y generosidad, que se dejan la piel defendiendo las ideas en las que creemos, que se sobreponen al cansancio, a las insidias de los que hacen de la política un negocio y pretenden que desistamos de denunciar sus corrupciones…
Es muy grande saber que muchos miles de ciudadanos esperan que les ayudemos a recuperar la confianza en la política. Es muy grande que cada vez más gente nos pida que no los defraudemos, que sigamos siendo como somos, que no cambiemos…
Me impacta toda esta energía, toda esta sinceridad, toda esa la pasión. Y hoy, que es un nuevo y hermoso día para el recuerdo, renuevo nuestro compromiso con todos y cada uno de los que depositáis en nosotros vuestra esperanza: nunca, nunca jamás os engañaremos.
El lunes pasado, el diputado de Unión Progreso y Democracia Álvaro Anchuelorecordó lo obvio: que no se puede hablar del sistema fiscal sin hacerlo también del gasto, de aquello que se quiere pagar con lo recaudado por la vía de los impuestos. La fiscalidad suele encontrarse en los programas electorales dentro del apartado dedicado a economía, y desde luego es economía. Pero está íntimamente ligada, al menos en los Estados democráticos y sociales, al bienestar y a la igualdad. Y no sólo porque sea la forma de financiar sanidad, educación o dependencia, sino porque es el primer paso de la redistribución. Dicho de otra forma: en muchas ocasiones es menos importante si sube o baja la recaudación en comparación con a quién se le suben y a quién se le bajan los impuestos.
A todos nos gusta recibir más pagando menos, y a todos nos disgusta que nos suban el precio de lo que disfrutamos. Esto lo sabe biene el bipartidismo, que promete al mismo tiempo más y mejores servicios y menos impuestos. Otra cosa es lo que haga, como bien sabemos los españoles en general y los votantes del PP en particular. Los recortes han venido acompañados no sólo más impuestos, sino de peores impuestos: a la hora de recaudar por la vía de urgencia el Gobierno perdió todo tipo de pudor: acudió a los salarios de las clases medias y a una amnistía fiscal a los defraudadores. En cambio, permaneció intacto el corazón del gasto suprefluo, uno y todo con el Estado de las Autonomías.
Un Estado democrático y social exige la redistribución de la riqueza como forma de asegurar la igualdad de oportunidades. Hay quien cree que no es un objetivo valioso. Pero los ciudadanos que sí creen que lo es deberían contemplarlo en su totalidad: no limitarse a si tenemos buenos o malos hospitales y colegios, prestaciones suficientes o escasas, infraestructuras modernas o anticuadas. La cuestión es si realmente nos acercamos a esa igualdad de oportunidades. En España no es así sino todo lo contrario: nos alejamos.
La brecha entre los más ricos y los más pobres se ha disparado. Los ingresos de los primeros apenas han descendido con la crisis, mientras que los de las clases medias y bajas se han desmoronado. El sistema fiscal español, en lugar de reducir el abismo lo ha agrandado: los más ricos apenas pagan impuestos, algunos porque los evaden y otros porque tienen instrumentos legales para ello. Cualquier reforma fiscal pasa por hacer que paguen más los que no pagan casi nada y que paguen menos los grandes perdedores de la Hacienda española: los asalariados de rentas medias. Esto es justo lo contrario de lo que está en la propuesta de reforma fiscal que el Gobierno presentó hace una semana.
Frente al informe de la comisión Lagares, Anchuelo ha explicado en nombre de UPyD una reforma alternativa mucho más sensata, que reduciría la carga de los asalariados y la subiría a aquellos que hasta ahora se amparan en las SICAV y otros artefactos similares. Se proponen medidas serias de lucha contra el fraude, algo que los expertos nombrados por el Gobierno han orillado como si no tuviera nada que ver. Y, por supuesto, no se pierde de vista la reducción del gasto superfluo. Casi todo el recorte de estos años se ha producido en servicios esenciales, mientras que no ha habido ninguna voluntad para reformar el modelo de Estado, eliminar duplicidades, fusionar municipios o eliminar diputaciones.
No se puede tener una sociedad justa sin impuestos justos. No se trata sólo, como se nos trata de vender, de incentivar el crecimiento económico. De nada servirá un PIB floreciente que beneficie sólo, como ha ocurrido hasta ahora, a unos pocos, mientras la gran mayoría de los españoles se ven cada vez más empobrecidos.
España es, de lejos, el país de la OCDE donde más han aumentado las desigualdades económicas entre ricos y pobres con la crisis, a causa sobre todo del desempleo y de que el sistema de protección social ha dado una peor cobertura a los menos protegidos en un sistema laboral muy segmentado.
Entre 2007 y 2010 los ingresos del 10 % de la población española más pobre cayeron de media anual un 14%, mientras que en ninguno de los otros Estados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) bajaron más del 10% y sólo cayeron más del 5 % en México, Grecia, Irlanda, Estonia e Italia, según el informe "Panorama de la sociedad" publicado hoy.
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En esos tres años en que los más pobres perdieron prácticamente un tercio de sus ingresos, los del 10% más rico bajaron en España un 1%, como en la media de la OCDE.
También en ese periodo, el porcentaje de variación del coeficiente de Gini, que mide la desigualdad económica, se incrementó en casi un 3%, cuando en ningún otro país de la organización lo hizo en más del 1,5% (sólo Eslovaquia se acercó a esa cifra y la OCDE en su conjunto se mantuvo estable).
Sobre la base de ese parámetro, España era el octavo país con mayor desigualdad de los 34 miembros, por detrás de Chile, México, Turquía, Estados Unidos, Israel, Portugal y Reino Unido.
El porcentaje de población pobre (con un ingreso inferior al 50% de la media) aumentó entre 2007 y 2010 algo menos de dos puntos porcentuales -un umbral que sólo superó Turquía- hasta el 15,4%.
La pobreza ascendió sobre todo entre los jóvenes de 18 a 25 años, en concreto cinco puntos porcentuales, mientras que bajó en ocho puntos para los mayores de 65 años por la protección de las pensiones para este último colectivo.
Los autores del estudio vincularon la ampliación de la brecha social en primer lugar a la escalada del paro -España explica el 55 % del aumento del desempleo de toda la eurozona entre 2007 y 2013-, pero también a que quienes más perdieron su empleo, por el tipo de contrato que tenían, ha sido el colectivo al que con más deficiencias cubría el sistema de protección social.
Herwig Immervoll, uno de los autores del informe y responsable del capítulo sobre España, precisó a Efe que la polarización del mercado laboral entre los contratos fijos, con más derechos a subsidios y otras ayudas, y los eventuales, es uno de los elementos explicativos, de ahí que la OCDE se haya pronunciado por un "contrato único" que ofrezca flexibilidad, pero también unas garantías mínimas de seguridad.
Una "red de seguridad" que se justifica también, para la OCDE, para evitar una marginación duradera del mercado de trabajo de ciertos colectivos, que luego sería muy costosa de corregir, pero también para impedir el deterioro de otras condiciones sanitarias o sociales.
Aunque las últimas reformas del mercado de trabajo "son valoradas", hizo notar que "quedan aún por afrontar enormes desafíos" teniendo en cuenta que "la debilidad y la desigualdad del mercado laboral ha tenido como consecuencia una destrucción de empleos sin precedentes en los trabajadores poco cualificados y los jóvenes".
Así, el empleo cayó, en el periodo de referencia, en casi un tercio entre los hombres en edad de trabajar sin educación secundaria, en más de la mitad entre las mujeres jóvenes y en más del 60 % entre los hombres jóvenes.
España es, detrás de Grecia, el segundo país de la OCDE donde más ha subido entre 2007 y 2012 la proporción de jóvenes de 15 a 24 años que ni tiene trabajo ni está preparándose para la vida laboral (19,6 % al finalizar ese último año).
"El sistema de protección español estaba mal preparado para enfrentar una crisis del empleo con un fuerte aumento en el paro de larga duración" y de la pobreza, puesto que "las transferencias públicas no están suficientemente bien orientadas hacia los más necesitados", insistieron los autores del informe.
Para la organización, y puesto que "resulta altamente improbable" que la recuperación económica baste para solucionar la crisis del mercado de trabajo y la crisis social del país, "la prioridad absoluta es dar ayuda a los grupos más desfavorecidos".
En concreto "deben ser fortalecidas urgentemente" las prestaciones asistenciales para los desempleados de larga duración y para las familias de trabajadores pobres.
La OCDE apuesta, para financiar esas prestaciones, por acabar con el IVA reducido o nulo para muchos productos a los que se aplica con argumentos de política social, ya que esas reglas especiales cuestan mucho al fisco pero no benefician de forma selectiva a los más desfavorecidos, a los que habría que favorecer la readaptación profesional.