Carlos Martínez Gorriarán (Publicado en El blog de Carlos Martínez Gorriarán, aquí)
Tras felicitar el año a mis detractores, cosa que algunos han agradecido con renovados bríos aunque no los suficientes, toca felicitar el año entrante a los amigos y compañeros del alma. Este es, de verdad, un partido diferente, tanto que la mayoría de quienes le dedicamos nuestro tiempo no sólo nos llevamos muy bien, sino que además nos lo pasamos estupendamente, como el otro día explicaba en su blog Manuel Hernández. Otro motivo de aflicción, desesperación y animadversión para nuestra rica nómina de detractores; conviene avisar a los poco experimentados que, a medida que lo hagamos mejor, irá en aumento.
El año que dejamos atrás ha sido de todo menos aburrido. La singladura de la piragua, convertida en veloz lancha velera tras librarse de cierto lastre de lunáticos y polizones disfrazados de remeros, y tras reforzarse con numerosos nuevos y buenos tripulantes, merece algún comentario. Vamos allá.
Elecciones vascas, gallegas y europeas: un partido político democrático no es otra cosa que un instrumento creado para llevar a las instituciones donde se toman las decisiones públicas un programa propuesto a los ciudadanos. Por eso su primera responsabilidad es concurrir a las elecciones y entrar en las instituciones si gana la confianza de suficientes votantes. Este año lo hemos conseguido en dos de las tres a las que nos hemos presentado: País Vasco y Parlamento Europeo. En Galicia no ha podido ser todavía, pero hubo un avance muy significativo; de hecho, el umbral del 5% que establece la ley electoral gallega es muy difícil de batir a la primera por un partido nuevo y pequeño (para eso lo pusieron, precisamente); pero, perseverando y mejorando, entraremos. En cambio sí pudo ser a la primera en el País Vasco y en Europa. La entrada en el Parlamento Vasco no sólo tiene una tremenda importancia simbólica (e incluso emocional, al fin y al cabo UPyD nació en San Sebastián), sino que nos ha permitido demostrar nuestro compromiso de decir y defender lo mismo en toda España, aunque sea impopular en algún sitio: Gorka Maneiro es el único diputado de Vitoria que votó contra el blindaje del Concierto Vasco, igual que Rosa Díez en Madrid. ¿Alguien da más? Pues no. En Bruselas también probaremos lo mismo: Paco Sosa dirá lo que ya dicen Rosa y Gorka, como se pudo comprobar en el asunto Haidar. Decimos lo mismo en todos los sitios y lo que dijimos que diríamos a nuestros votantes, sin trampa ni cartón: esto es regeneración democrática.
Las encuestas y las “crisis internas”: los medios de comunicación nos han dedicado atención, cuando se han dignado, por dos fenómenos muy relacionados, a saber: las encuestas de intención de voto y lo que se empeñaron en llamar “crisis internas”. Las primeras las pagan los medios y en todos los casos dan una subida sostenida de la intención de voto a UPyD, que debe rozar ahora el 5% de media nacional, junto a una consolidación de la imagen pública de Rosa Díez: son cosas íntimamente conectadas. Si las encuestas se encargan y pagan, hay quien se pregunta si con las “crisis internas” no pasará lo mismo. Sin excluirlo, es evidente que un partido que ha nacido como el nuestro debe atravesar crisis de crecimiento inevitables y, sobre todo, saludables. ¿Qué hay de malo en librarse de personajes que son al organismo de un colectivo humano lo que las toxinas, la hipertensión y el colesterol a un cuerpo? ¿Cómo podía eludirlos un partido que nació con una política de puertas totalmente abiertas, basado en la confianza? ¿Qué hacen en un partido político aquellos para quienes la política no tiene ninguna importancia real, pues reservan toda a las intrigas y maledicencias? Pero ni los ciudadanos ni los afiliados han dado crédito a estas escandalosas fabricaciones, pues en todo momento el número de afiliaciones ha superado al de bajas, incluso bajo los peores pronósticos. Y a la luz de la evolución de las encuestas, más bien parece que mucha gente considera que los ataques de ciertos medios de comunicación representan más bien una prueba de integridad, independencia y coherencia. La prensa tradicional tiene un problema de credibilidad no menor que el de la clase política tradicional, y se lo han ganado a pulso.
Un Congreso estupendo: la mayor “crisis interna” consistió en el intento de impedir que celebráramos el I Congreso por la vía judicial. Entre los demandantes y quienes les apoyaban más directamente había afiliados de otros partidos, exafiliados y afiliados expedientados por todo tipo de razones nada santas. Los demandantes nos enviaron mensajes discretos asegurando que tenían la cosa ganada porque la juez estaba de su parte y que, si no nos aveníamos a un acuerdo con… -¿lo adivinan?-, en cuyo caso sí retirarían la demanda, nos quedaríamos sin Congreso. La Camorra napolitana no es menos sutil. Pero muy al contrario, el auto del juzgado denegó y rechazó todas y cada una de las razones de la demanda, y acusó a los demandantes de incurrir en posible fraude de ley al abusar del amparo judicial para eludir sus responsabilidades disciplinarias en el seno de un partido democrático que tiene legítimas reglas internas, obligatorias para todos sus miembros. Ellos se fueron con el rabo entre las piernas o a urdir nuevas intrigas, y nosotros al Congreso. Salió estupendo, para ser la primera vez. Participó como delegado o voluntario de organización casi el 10% del partido. Se presentaron más de 3700 enmiendas a las ponencias, y se logró discutirlas y votarlas –las que fueron defendidas por alguien, obviamente- con orden y método. Se acabó la interinidad, que no la provisionalidad: hemos definido más nuestro proyecto político, incluyendo la reforma constitucional para adoptar una forma de Estado federal. Y hemos definido cómo funciona el gobierno interno del partido y las reglas que nos obligan. La democracia interna en un partido no es diferente a la democracia abstracta: no es otra cosa que el gobierno de las leyes, y no de las personas, una vez discutidas y aprobadas aquéllas por una mayoría suficiente.
¿Cabe hacer un Congreso mejor? Sin duda. Para empezar, en un sitio de precios menos abusivos y sin tantos anacronismos técnicos (¿es concebible que en 2009 un Palacio de Congresos no ofrezca una red wifi?) También es mejorable la participación en las votaciones al Consejo de Dirección, que anduvo por el 33%. Pero contra lo que creen los pesimistas, en Suiza, para poner un ejemplo de “democracia consultiva” muy admirada por sus partidarios, la media de participación en las consultas populares suele rondar el 30%. Y eso que llevan décadas de práctica constante. Como es mejorable, sin duda, la calidad de autotituladas “candidaturas alternativas”, de cuya alternativa política nunca se supo nada, excepto su mensaje nuclear: me pongo yo en tu lugar pero de cara a la galería tú trabajas para mí haciendo lo que yo te diga. Eso tiene un nombre muy feo.
Por lo demás, somos el único partido parlamentario español donde todos los afiliados pueden presentar su candidatura a cualquier órgano y ser votados por sus compañeros en condiciones de secreto e igualdad, sin filtro ni aval previo ninguno y sin reserva de cuota a grupos de ningún tipo, donde los delegados representan a la totalidad del partido sin mandato imperativo, de modo que puedan votar lo que consideren mejor tras el debate, y donde la dirección saliente tiene que ganarse el apoyo de la mayoría, en vez de fabricarlo a su medida. Eso también lo hemos demostrado.
Aminatu Haidar: el viaje de Rosa a El Aaiún con la carta de Aminatu Haidar a sus hijos ha demostrado el inmenso valor que puede tener un pequeño gesto a tiempo. Porque, se diga lo que se diga, a partir de ese momento Marruecos dio su brazo a torcer y el gobierno de España tuvo que someterse a la petición mayoritaria del Congreso –el PP, incomprensiblemente, prefirió abstenerse- para que exigiera a Marruecos el respeto de los derechos humanos y de las resoluciones de la ONU para el Sáhara Occidental. Es decir, la actitud oficial del gobierno español experimentó un giro de 180º. Obligado por la opinión pública y por la presión de los parlamentos español y europeo. Eso es la política, y no otra cosa. Que haya quien llame a eso oportunismo no va a escandalizarnos a estas alturas. La política no debe ser oportunista, pero siempre debe ser oportuna, que no es lo mismo: el kairós de que hablaban los antiguos griegos. Hemos probado, Rosa ha probado, que tenemos sentido del kairós. Desde luego, nosotros no hemos creado la opinión pública favorable a los saharauis, ni liderado la política internacional, ni nada parecido. En realidad somos unos humildes recién llegados a una lucha demasiado vieja. Por eso mismo era tan importante contribuir con un pequeño gesto a tiempo que ha ayudado de modo inesperado para cambiarlo todo. Ahora, Aminatu puede seguir su lucha pacífica en su casa, con los suyos, y el mundo ha vuelto a recordar la injusticia diaria que sufren los saharauis ocupados, o la necesidad de cumplir la resoluciones de la ONU para darle una solución justa. De eso es de lo que se trataba, de nada más. Trataremos de seguir siendo así de oportunos, aunque -por descontado lo harán- nos llamen oportunistas.
Todo por delante: el año 2010 va a ser en varios sentidos un año de transición. Si no hay adelantos o crisis peores que los precipiten, la única cita electoral será la de Cataluña, donde también hay que empeñarse en entrar en las instituciones para defender nuestro programa. Pocos sitios tan difíciles para éste por la hostilidad de sus medios de comunicación y stablishmnet, y pocos donde sea tan necesario por la pesadilla del pensamiento único nacionalista, de la rampante corrupción pública y de la decrepitud económica y educativa. Pero si hacemos las cosas bien, en diciembre de 2010 celebraremos también haber entrado en el Parlament de Catalunya. Al tiempo.
Y hablando del tiempo: feliz 2010 a todos, especialmente a los muchos amigos y miles de compañeros de UPyD, a nuestros simpatizantes y a los rivales que juegan limpio, y próspero año a todos… cuando toque.