Carlos Martínez Gorriarán, responsable de Comunicación y Programa de UPyD (Publicado por UPyD, aquí)
Proclamaba ayer mi admirado Patxi López, desde las páginas de El Mundo, que no pedirá nada -¿seguro?- a Rosa Díez porque “nos separan abismos”. Bueno, querrá decir “pedir a UPyD”, porque Rosa seguirá donde estaba, en el Congreso de los Diputados, y tendrá que entenderse con nuestros diputados en el Parlamento Vasco. No sé si también le separan abismos de Gorka, Lydia, Rolando o Maleni, aunque todo pudiera ser (y es verdad que se me ocurren unos cuantos…), pero a este señor lo que le va es la personalización de la política. Todavía estoy esperando que nos explique en qué cambiaría la política vasca si él sustituyera a mr. Spock-Ibarretxe, aparte de varias generalidades sin compromisos concretos. Como Patxi no me saca de mis dudas razonables –reitero: ¿en qué cambiará la política vasca si Patxi es lehendakari?; y digo la política, no la foto del inquilino de Ajuria-enea-, he preguntado a amigos y conocidos míos que piensan votarle sobre qué esperan conseguir mediante el ejercicio de un voto que personalmente les repugna en muchos sentidos (por ejemplo, por la elocuente contraprogramación del 8 de febrero, cuando, para no coincidir con la viuda y la madre de Joseba Pagazaurtundua en Andoain (candidatas nuestras), y para silenciar este homenaje a quien abría todos los días la Casa del Pueblo, organizaron en San Sebastián un homenaje por todo lo alto, con ZP, para otro socialista asesinado por ETA, el senador Enrique Casas… aunque no era el aniversario).
La respuesta más habitual es, claro está, que votar a Patxi es un “voto útil”. Pero esta explicación se disipa como la niebla en verano cuando indagas sobre tal utilidad: ¿útil para qué? Veamos: ¿derogará el gobierno de Patxi las normativas y leyes que instauran la discriminación lingüística con el pretexto de la mal llamada normalización? Respuesta unánime: NO. ¿Mandará al nacionalismo a la oposición, no sólo al PNV o EA, adoptando una política inequívocamente constitucionalista?: NO. ¿Desmantelará el entramado de entidades oscuras o inútiles que viven del dinero público, especialmente de los abusos del Cupo, o más bien pondrá en las mismas a los suyos? Respuesta: lo segundo con toda seguridad. ¿Abrirá un debate sobre autogobierno y Estatuto que, en lugar de seguir la vía soberanista de más y más competencias y menos y menos Estado, se preocupe por la calidad del autogobierno en términos de libertad personal y mejores servicios públicos? ¡De ninguna manera!, contestan.
Pues entonces, ¿dónde radica la utilidad de votar a Patxi López, más allá del cambio de icono? No lo veo por ninguna parte. Así que el llamado “voto útil”, tan teorizado y defendido, no deja de ser completamente inútil para quienes pedimos un cambio de fondo y forma, y a fondo y con formas, en la política vasca. Y exactamente lo mismo cabe decir de la política gallega y de su “O presidente” Touriño, del que sólo sabemos que se le debe “dar más fuerza”, aunque no sepamos para qué y suene un poco a siniestro vampirismo.
Así pues, en estas elecciones el llamado “voto útil” se ha transformado en voto tonto, en cheque en blanco regalado a sujetos de los que, en realidad, nadie inteligente puede esperar cambio real alguno. Votar a Patxi López o a Touriño, como a Basagoiti y Feijóo, es un mero ejercicio de conservadurismo o resignación. Es natural, por tanto, que los conservadores voten al PP o al PSE, dos partidos eminentemente consagrados a impedir todo cambio digno de mención. Pero quienes no se consideren conservadores y, sin embargo, se empeñen en ese voto útil tan inútil, deberían mirárselo: parecen enfermos de resignación, impotencia o sumisión al régimen.
El voto consciente, por el contrario, es el que se emite a sabiendas de su significado. Lo que son las cosas, en estas elecciones autonómicas van a contarse dos tipos de votos conscientes: el emitido para que nada cambie, que irá a parar a PNV, EA, Aralar o IU, pero también al PSG, PSE y PP, y el confiado a UPyD para impulsar un cambio a fondo que acabe con el régimen y dé una oportunidad a la democracia. Es verdad que PSG, PSE y PP recogerán también cientos de miles de votos de ciudadanos disconformes con lo que pasa, pero a día de hoy son votos mal dirigidos, una forma de voto distraído. Uno es consciente de que incluso personas muy formadas e inteligentes caerán también esta vez en la trampa de hacerse los tontos, especialmente cierto tipo de intelectual que, en política, siempre acaba actuando como un diletante narcisista e incompetente. O quien estando perfectamente informado y al cabo de la calle de todo lo que pasa, siempre se las arregla para llegar a la estación cuando el tren ya ha salido. Por no hablar de la versión pepera del voto tonto, el "voto concentrado", nada menos, que considera tontos, per se, a todos los votantes... El progreso de nuestro proyecto político no es cosa de un día; de hecho, progresa de modo vertiginoso, y creo que podrá comprobarse la noche del 1 de marzo. Progresa mediante el abandono del voto tonto de la resignación medrosa a favor del voto consciente por un cambio que no puede esperar mucho más. Y eso lleva su tiempo, naturalmente.
Nota mitinera: algunos queridos seguidores de este blog solicitaban el texto de mi intervención en Vitoria el pasado domingo. Pues no va a ser posible, porque nunca he escrito el texto de ninguna conferencia, clase, mitin o intervención similar. Uno prefiere improvisar.
Comentarios